Algunos planteamientos sobre la unificación italiana
La unificación italiana se basó en la necesaria ayuda exterior para poder derrotar a su
principal oponente, Austria, y el apoyo que se dio al reino de Piamonte como motor
del proceso. El primer elemento fue aportado por Francia, y el segundo, por el conde
de Cavour. El documento recoge ambos temas.
Me ha alegrado saber que V.M. había reconocido que el resumen de los puntos acordados en Plombières era exacto (…). V.M. cree conveniente retrasar la época ya fijada para el inicio de las hostilidades, aplazándolo, si es posible, a la primavera de
1860 (…). Este punto ha llamado sobre todo la atención del rey, que me ha encarga-do transmitirle las siguientes consideraciones. El aplazamiento de la guerra (…) ten-dría a los ojos del rey grandes inconvenientes. En efecto, es incontestable que gracias
a la habilidad y la sagacidad de V.M. Europa está en este momento favorablemente
dispuesta para facilitar la ejecución de los proyectos (…), mientras que en Italia los
ánimos están admirablemente dispuestos por la preparación que hemos tenido desde
hace veinte años para los acontecimientos a los que deben dar lugar. El retraso de un
año podría modificar, y modificaría probablemente en perjuicio nuestra tal situación.
El acercamiento de Austria a Rusia o a Prusia no es imposible.
(…) Por lo que se refiere a Italia, un prolongado retraso no puede ser sino desastroso
para nuestros designios. Hoy todo está dispuesto en un sentido que le es favorable. La
influencia del partido revolucionario, gracias a la confianza que inspira el Piamonte,
si no destruida, al menos reducida a proporciones insignificantes. Si Mazzini
conserva todavía algunos adeptos en las capas bajas de la sociedad, con la ayuda de
las ideas socialistas que él ha acabado adoptando, ha perdido todo prestigio entre las
clases medias y altas, que han sido casi enteramente captadas por los principios de
orden y de moderación, los únicos que pueden conseguir la emancipación de la patria
(…).
CONDE DE CAVOUR: Carta a Napoleón III. 1858.
1. Realizar las pautas del comentario de texto.
2. Exponer en el comentario las diversas tendencias de la unificación italiana.
3. Comentar la postura del reino de Piamonte a raíz del contenido de la carta.
4. Opinión personal y comentario.
LA HISTORIA ES ESQUIVA A LA RAZON DE LOS HOMBRES
LA VERDAD PURA Y SIMPLE, RARA VEZ ES PURA Y NUNCA ES SIMPLE
domingo, 12 de diciembre de 2010
martes, 7 de diciembre de 2010
TEXTO MOVIMIENTO OBRERO CRITICA
Marx es un comunista autoritario y centralista. Quiere lo mismo que nosotros: el triunfo de la igualdad económica y social, pero en el Estado y por la fuerza del Estado; por la dictadura de un gobierno provisional poderoso y, por decirlo así, despótico, es decir, negador de la libertad. Su ideal económico es el Estado convertido en el único propietario de la tierra y de todo el capital.
Nosotros queremos el mismo triunfo de la igualdad económica y social, pero con la abolición del Estado y de todo aquello que se llama derecho público y es, para nosotros la negación permanente de los derechos humanos.
Hay otra diferencia, esta vez muy personal, entre Marx y nosotros. Enemigos de todo absolutismo, tanto doctrinario como práctico, nosotros nos inclinamos con respeto, no ante las teorías que no podemos aceptar como verdaderas, sino del derecho de cada uno a seguir y propagar las suyas. No es este el talante de Marx. Cuando puede es tan absoluto en las ideas como en la práctica.
1. Realizar las pautas establecidas del comentario de texto.
2. Realizar la introducción histórica en la que se produce el texto.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. ¿Cuál es el proceso histórico al que se refiere?.
b. ¿Fueron reales las criticas que se vierten en el documento? ¿Por qué?
2. A raíz de este documento y la evolución posterior, ¿fue el movimiento obrero dirigido por unos conceptos homogéneos y una práctica política igual? ¿Por qué?
4. Opinión personal y comentario.
Nosotros queremos el mismo triunfo de la igualdad económica y social, pero con la abolición del Estado y de todo aquello que se llama derecho público y es, para nosotros la negación permanente de los derechos humanos.
Hay otra diferencia, esta vez muy personal, entre Marx y nosotros. Enemigos de todo absolutismo, tanto doctrinario como práctico, nosotros nos inclinamos con respeto, no ante las teorías que no podemos aceptar como verdaderas, sino del derecho de cada uno a seguir y propagar las suyas. No es este el talante de Marx. Cuando puede es tan absoluto en las ideas como en la práctica.
1. Realizar las pautas establecidas del comentario de texto.
2. Realizar la introducción histórica en la que se produce el texto.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. ¿Cuál es el proceso histórico al que se refiere?.
b. ¿Fueron reales las criticas que se vierten en el documento? ¿Por qué?
2. A raíz de este documento y la evolución posterior, ¿fue el movimiento obrero dirigido por unos conceptos homogéneos y una práctica política igual? ¿Por qué?
4. Opinión personal y comentario.
domingo, 28 de noviembre de 2010
TEXTO CARTISMO.
Petición de los cartistas de Birmingham, 1838
A los honorables miembros de los Comunes de la Gran Bretaña e Ir¬landa, reunidos en el Parlamento, (les dirigimos) esta petición.
Nosotros decimos que el trabajo del obrero no puede ser pri¬vado por más tiempo de su justo salario. Que las leyes que provocan el encarecimiento de los alimentos y las que hacen que el dinero es¬casee han de ser abolidas. Como preludio esencial de estas reformas y de otras, para asegurar al pueblo los medios necesarios para defen¬der y garantizar eficazmente sus intereses, nosotros pedimos que, en la elaboración de las leyes, se escuche la voz de todos sin ningún obstáculo. Nosotros cumplimos con nuestros deberes de hombres li¬bres y queremos tener los derechos. Por eso pedimos el sufragio uni¬versal. Este sufragio, para que esté libre de la corrupción de los ricos y de la violencia de los poderosos, ha de ser secreto . Las eleccio¬nes frecuentes son esenciales; pedimos parlamentos anuales [...], pe¬dimos que la aprobación de los electores sea el único criterio exigido y que todo diputado cobre del tesoro público una remuneración justa durante el tiempo que haya sido llamado al servicio de la nación.
Que complazca, pues, a vuestra honorable Cámara tomar nuestra petición en seria consideración y esforzarse con afán, con todos los medios constitucionales, para hacer promulgar una ley que garantice a todo ciudadano [.00] el derecho a votar los diputados al Parlamento y que instituya el voto secreto para todas las elecciones parlamentarias [u.] y anule todos los criterios de propiedad de sus miembros [.00].
1. Realizar las pautas establecidas del comentario de texto.
2. Realizar la introducción histórica en la que se produce el texto.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. ¿Cuál es el proceso histórico al que se refiere?.
b. ¿Se cumplieron las peticiones del documento?. Explicar la evolución del proceso.
c. A raíz de este documento y la evolución posterior, ¿fue el movimiento obrero británico igual al de los otros movimientos obreros europeos.
4. Opinión personal y comentario.
A los honorables miembros de los Comunes de la Gran Bretaña e Ir¬landa, reunidos en el Parlamento, (les dirigimos) esta petición.
Nosotros decimos que el trabajo del obrero no puede ser pri¬vado por más tiempo de su justo salario. Que las leyes que provocan el encarecimiento de los alimentos y las que hacen que el dinero es¬casee han de ser abolidas. Como preludio esencial de estas reformas y de otras, para asegurar al pueblo los medios necesarios para defen¬der y garantizar eficazmente sus intereses, nosotros pedimos que, en la elaboración de las leyes, se escuche la voz de todos sin ningún obstáculo. Nosotros cumplimos con nuestros deberes de hombres li¬bres y queremos tener los derechos. Por eso pedimos el sufragio uni¬versal. Este sufragio, para que esté libre de la corrupción de los ricos y de la violencia de los poderosos, ha de ser secreto . Las eleccio¬nes frecuentes son esenciales; pedimos parlamentos anuales [...], pe¬dimos que la aprobación de los electores sea el único criterio exigido y que todo diputado cobre del tesoro público una remuneración justa durante el tiempo que haya sido llamado al servicio de la nación.
Que complazca, pues, a vuestra honorable Cámara tomar nuestra petición en seria consideración y esforzarse con afán, con todos los medios constitucionales, para hacer promulgar una ley que garantice a todo ciudadano [.00] el derecho a votar los diputados al Parlamento y que instituya el voto secreto para todas las elecciones parlamentarias [u.] y anule todos los criterios de propiedad de sus miembros [.00].
1. Realizar las pautas establecidas del comentario de texto.
2. Realizar la introducción histórica en la que se produce el texto.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. ¿Cuál es el proceso histórico al que se refiere?.
b. ¿Se cumplieron las peticiones del documento?. Explicar la evolución del proceso.
c. A raíz de este documento y la evolución posterior, ¿fue el movimiento obrero británico igual al de los otros movimientos obreros europeos.
4. Opinión personal y comentario.
LAS UNIFICACIONES.
II. ESQUEMA DE LOS PRECEDENTES NACIONALISTAS ANTES DE LA UNIFICACIÓN DE ITALIA Y ALEMANIA
1. PRECEDENTES NACIONALISTAS ITALIANOS:
- Italia estaba dividida en siete estados y ocupada parcialmente por Austria.
- 1815-1870: movimientos revolucionarios por la unificación:
1. El Tratado de Viena (1814-1815) devuelve a Austria el control del reino de Lombardía-Venecia, le otorga Trentino, Istria, Trieste y Venecia Julia, y le permite gobernar Módena y Parma. Sólo el reino de Piamonte-Cerdeña, el de Nápoles y los Estados Pontificios mantienen la independencia política.
2. La oposición al dominio austríaco se manifiesta con un sentimiento a favor de la unidad nacional y la Independencia que provoca el nacimiento de una red de sociedades secretas, en especial las que integran el movimiento carbonario (sur de Italia) que desempeña un papel muy importante en las revoluciones de 1820, fuertemente reprimidas por Austria.
3. En 1831 estallan revoluciones en los Estados Pontificios.
4. Representantes de diversas regiones, excepto de Roma y unas pocas ciudades fronterizas con Ancona, se reunen en Bolonia y acuerdan el establecimiento de la República como forma de Gobierno.
5. Tras la muerte del rey Carlos Félix de Cerdeña (1831), Carlos Alberto ocupa el trono, prometiendo una constitución. Giuseppe Mazzini, que creía en la voluntad liberadora del príncipe Carlos Alberto, le anima para que inicie la liberación de Italia. El rey encarcela a Mazzini, a pesar de lo cual los patriotas italianos siguen pensando que le monarca es el líder del movimiento.
6. Desde su exilio en Marsella, Mazzini fundó en 1831 una organización llamada “Joven Italia” para divulgar el sentimiento nacionalista y republicano entre los italianos. El hecho de que los levantamientos fueran siempre contenidos, provocó que parte de los italianos cuestionaran el uso de movimientos radicales y empezaron a pensar que debería ser otro líder el que dirigiera el movimiento nacionalista.
7. En 1848, la elección del Papa Pío IX animó a los seguidores de los movimientos nacionalistas, que veían en él un partidario del proceso de unificación italiana. El pontífice hizo un programa de reformas en los Estados Pontificios: perdón para los presos políticos, retorno de los exiliados, libertad de expresión y creación de un órgano de consulta encargado de sugerir nuevas reformas. El ejemplo del Papa fue seguido por los gobernantes de Lucca, Toscana y Piamonte. A pesar de todo, las reformas de 1846 y 1847 intensificaron el movimiento revolucionario.
8. En enero de 1846 el pueblo de Palermo expulsó al ejército de Fernando II, rey de Dos Sicilias, que en respuesta al estallido de revoluciones en el continente, prometió a sus súbditos una constitución.
9. Leopoldo II, duque de Toscana, aprobó una constitución para su ducado.
10. En Turín, el rey Carlos Alberto, asesorado por el conde Camilo Benso di Cavour, prometió también una constitución.
11. El Papa Pío IX, de mala gana, aceptó una constitución para los Estados Pontificios.
12. El estallido de la revolución en Viena en 1848, detonó la revuelta que tuvo lugar en Milán el 18 de marzo. El 22 de marzo, el pueblo expulsa de la ciudad a las tropas austríacas. En Viena se repiten los acontecimientos y se proclama la República. Los monarcas absolutistas de Parma y Módena se ven obligados a abandonar sus tronos. En Piamonte, los nacionalistas piden una guerra de liberación para echar a los austríacos de Italia.
13. El rey Carlos Alberto se fue con su ejército a ayudar a Lombardía y se declara liberador de Italia.
14. Las esperanzas de liberación del pueblo italiano se esfuman cuando, a finales de abril, Pío IX se niega a participar en la guerra.
15. A mediados de mayo, la revolución fracasa en Nápoles, y el 24 de julio los austríacos derrotan a los piamonteses.
16. Un armisticio, contra el que se manifestó el rey Carlos Alberto, permitió a los piamonteses salir de Lombardía.
17. El rey es derrotado en la batalla de Novora en marzo de 1849, por lo que cede el poder a su hijo Víctor Manuel II.
18. Pío IX es acusado por los radicales de no haber dado su apoyo a la guerra a favor de la independencia.
19. En 1848, en Roma estalla una revuelta popular que obliga al Papa a huir de la ciudad.
20. En su ausencia se proclama la República.
21. A principios de 1849, el cardenal Antonelli pide ayuda a las autoridades católicas de Francia, Austria, España y Nápoles para acabar con este régimen.
22. Los austríacos atacan desde el norte y los españoles y napolitanos desde el sur, permitiendo al ejército francés ocupar Roma en julio de 1848, por lo que el poder papal es restaurado.
23. El rey Víctor Manuel II se mantiene fiel a la Constitución liberal que su padre había iniciado, con lo que favorece que los refugiados políticos procedentes de los estados conservadores buscaran asilo político en Cerdeña.
24. En 1852 Cavour se convierte en primer ministro de Cerdeña y en 1855 hace que el país participe, junto a Gran Bretaña y Francia, en la guerra de Crimea.
25. En la conferencia de paz celebrada en París en 1856 Cavour, con la tolerancia del emperador francés Napoleón III, presentó la preocupación italiana como un problema de carácter internacional.
26. En 1858 Cavour mantuvo una reunión secreta con Napoleón para planear la ofensiva conjunta de Francia y Cerdeña contra Austria para liberar definitivamente italia.. La guerra estalló en 1859. La unión franco-italiana ganó las batallas de Magenta y Solferino.
27. Napoleón, ante el temor de embarcarse en una guerra larga, abandonó a los italianos y firmó, en julio de 1859 un preacuerdo con los austríacos sin la participación de Cerdeña.
28. Cerdeña aceptó los términos del tratado de Zurich: Austria cedió casi toda Lombardía a Francia, que a su vez cedió Peschiera y Mantua (Ciudades de Lombardía) a Cerdeña. Se estaba preparando la unificación italiana.
29. Una serie de leyes aprobadas por voto celebradas en 1860 pusieron de manifiesto el deseo de los habitantes de la Romaña y de los ducados de Parma y Módena de unirse a Cerdeña.
30. Francia obtuvo, según lo acordado en el Tratado de Turín, las regiones de Niza y Saboya.
31. En abril de 1860, estalló en Palermo una nueva revuelta contra Francisco II, rey de Dos Sicilias. En mayo, Garibaldi, con la ayuda secreta de Cavour, dirigió una expedición contra Génova en apoyo de la revuelta siciliana.
32. Garibaldi se hizo con el control en Sicilia y en agosto atacó tierras napolitanas, para acabar entrando en Nápoles el 7 de septiembre.
33. Francisco II se refugió en una fortaleza de Gaeta.
34. El gobierno de Cerdeña, mientras simpatizó con la causa de Garibaldi, se mantuvo en una posición neutral. Cuando Garibaldi amenazó con atacar Roma, que estaba protegida por los franceses, se alarmó.
35. Cavour, con el permiso de Napoleón III, trasladó sus tropas a los Estados Pontificios en un intento de bloquear el avance de Garibaldi.
36. Cerdeña se hizo con casi la totalidad de los Estados Pontificios dejando al Papa sólo la posesión de Roma y sus inmediaciones.
37. Al mismo tiempo se celebraban los plebiscitos entre Nápoles y Sicilia, así como en todas las zonas fronterizas y Umbría, todos ellos con resultado favorable a la unión con el reino de Piamonte-Cerdeña, que desde la primera mitad de 1860 había pasado a denominarse Reino de Italia del Norte.
38. El 17 de marzo de 1861 tuvo lugar la proclamación del reino de Italia. Víctor Manuel II pasó a ser su rey y Cavour el primer ministro. A pesar de todo aún quedaban dos regiones fuera del reino: Roma y Venecia.
39. Cavour, que estaba trabajando para conseguir una unificación pacífica de todo el reino, murió en junio.
40. Al año siguiente Garibaldi marchó a Sicilia y organizó la marcha sobre Roma.
41. El Gobierno italiano, asustado ante una represalia francesa, denunció a Garibaldi, que junto con sus seguidores, fue detenido por las tropas del rey cuando desembarcó en Calabria siendo obligado a rendirse en agosto de 1862.
42. En 1866 italia se alió con Prusia en la guerra Austro-prusiana contra Austria y finalmente se hizo con el control de Venecia.
43. Roma seguía siendo contraria a la unificación, animada por la victoria que Francia había obtenido frente a la nueva tentativa de Garibaldi y sus seguidores, que habían sido derrotados en Mentana (1867).
44. En 1870, las reservas francesas que participaban en la Guerra Franco-prusiana incitaron a Napoleón III a retirar sus tropas de Roma, con lo que los italianos pudieron entrar en la ciudad. En octubre se celebró un plebiscito cuyo resultado fue favorable a la unión con el reino de Italia, y en julio de 1871 Roma se convertía en la capital de la Italia unificada.
PRECEDENTES NACIONALISTAS ALEMANES:
- Confederación de 39 Estados
- Unificación en torno a dos Estados: Austria y Prusia.
1. Otto von Bismarck es nombrado ministro-presidente de prusia por el Kaiser Gillermo I en septiembre de 1862.
2. En estas fechas el gobierno prusiano y el parlamento de Berlín están enfrentados a causa del proyecto de reforma del ejército elaborado por el Ministerio de la Guerra, que consistía en la ampliación del servicio militar obligatorio y el la abolición de los Landwehr, una milicia compuesta por ciudadanos.
3. El sector liberal de Prusia, que contaba con la mayoría en el parlamento, rechazó esta propuesta por considerarla un conjunto de medidas reaccionarias destinadas a incrementar los poderes de la corona prusiana y se negó a aprobar el presupuesto de defensa.
4. Bismarck, decidido a vencer, gobernó el país y recaudó los impuestos sin contar con el consentimiento del parlamento.
5. Bismarck deseaba ampliar el territorio de Prusia y aumentar su poder a costa de los estados vecinos de Alemania del norte. Según él, este plan uniría a la mayoría de los prusianos en torno a la corona y, por tanto, los liberales quedarían aislados.
6. Bismarck no contaba con un plan diseñado de antemano para llevar a cabo la unificación alemana, pero estaba dispuesto a aprovechar las diferencias entre las otras grandes potencias para lograr sus objetivos.
7. El ejercito prusiano, recientemente reorganizado y mejor equipado, sería el medio con el que conseguiría sus objetivos.
8. En 1863, llegó su oportunidad, ya que la Confederación Germánica, una unión de estados alemanes presidida por el Imperio austríaco, protestó ante el intento de Cristian IX de Dinamarca por incorporar a su reino el ducado de Schleswig, que en esa época se encontraba bajo el control oficial de Dinamarca.
9. En 1852, en Londres se había decidido que Schleswig quedara inseparablemente unida al ducado vecino de Holstein, que, también era miembro de la Confederación Germánica.
10. Bismarck pretendía sacar provecho de esta complicada situación a favor de Prusia y persuadió al emperador austríaco, Francisco José I, para que se uniera a Prusia en su defensa de los dictados aprobados en Londres en el 52, lo que obligaría a Dinamarca a renunciar a su soberanía sobre las dos provincias. Todo esto desencadenó la Guerra de los Ducados.
11. Las fuerzas austríacas y prusianas invadieron Jutlandia.
12. El rey de Dinamarca se vio forzado a ceder Schleswig-Holstein a los dos vencedores tras la derrota de su ejército en el mes de agosto, y las fuerzas de Austria y Prusia ocuparon el territorio conquistado.
13. Después de la victoria, era preciso decidir el futuro de los dos ducados: Bismarck deseaba unirlos a Prusia, pero Austria se oponía rotundamente. Se intentó resolver este asunto de distintas formas: en primer lugar, se celebró una conferencia en Londres a la que asistieron las grandes potencias. Tras el fracaso de esta reunión, negociaron directamente las naciones en conflicto. Esta última solución tampoco significó ningún acuerdo.
14. De todas estas divergencias surgió la guerra entre Prusia y Austria el 14 de junio de 1866. Austria contaba con el apoyo de gran parte de la Confederación Germánica. Prusia firmó una alianza con Italia, a la que prometió la provincia austríaca de Venecia en el caso de que vencieran, con el fin de presentar dos frentes de batalla.
15. Los estados alemanes austríacos fueron derrotados por Prusia. El ejercito austríaco fue completamente destruido en Sadowa, situada en Bohemia, el 3 de julio de 1866.
16. Austria se vio obligada a firmar el Tratado de Praga en el que se comprometía a renunciar a sus anteriores dominios en Alemania.
17. Prusia se benefició de territorios de Alemania del Norte (entre ellos Schleswig-Holstein) y forzó a los demás estados alemanes de esta zona a formar la Confederación de Alemania del Norte.
18. Tras la victoria prusiana, Italia se apoderó de Venecia a pesar de que había sido derrotada por Austria tanto en los combates terrestres como navales.
19. Bismarck hizo pública una nueva constitución para la nueva Confederación en 1867.
20. Guillermo I, rey de Prusia, fue cedido a Bismarck como canciller.
21. Se constituyó un Reichstag (parlamento o asamblea representativa), elegido por sufragio universal masculino, pero con poderes limitados. Los ministros del nuevo gobierno fueron nombrados por el Rey.
22. Los liberales prusianos apoyaron a Bismarck en esos momentos por sus éxitos, y el parlamento prusiano aprobó una ley de indemnización para perdonarle de todas las acciones ilegales realizadas desde 1862.
23. Las otras grandes potencias (Francia, Gran Bretaña y Rusia), que habían permanecido neutrales durante el conflicto, no habían previsto la rapidez y magnitud de la derrota austríaca. Napoleón III, emperador francés, exigió a Prusia compensaciones por la ampliación de su territorio, y sugirió a Bismarck la cesión de algunas zonas de Renania, Bélgica o Luxemburgo como posibles compensaciones.
24. A Finales de la década de los sesenta, España, cuya reina, Isabel II, había sido apartada de su cargo por la revolución de 1868, ofreció su trono al príncipe Leopoldo de Hohenzollen, pariente de Guillermo I.
25. Napoleón III, que no deseaba verse rodeado por Pusia, protestó por esta propuesta y la candidatura de Leopoldo fue retirada bajo la presión del emperador.
26. Napoleón III, volvió a insistir para que Guillermo I ofreciera garantías de que la candidatura de Leopoldo no se volviera a presentar.
27. Ante esta situación, el embajador francés de Prusia se trasladó a Ems para entrevistarse con Gillermo I. Éste, indignado porque se pusiera en duda su palabra, envió un telegrama a Bismarck, que se encontraba en Berlín, en el que decía que se negaba a ofrecer ninguna otra confirmación al embajador francés, al que había despedido.
28. Bismarck manipuló el telegrama de Guillermo I para que pareciese que un rey de la dinastía de Hohenzollern había sido insultado, y las publicó en la prensa.
29. Por culpa de esta publicación las opiniones nacionalistas empezaron a surgir en ambos países.
30. Francia declaró la guerra a Prusia el 19 de julio, animada por el supuesto insulto cometido contra su embajador.
31. Bismarck también hizo públicas las demandas de Napoleón III sobre Bélgica y Luxemburgo, lo que reafirmó a Gran Bretaña en su decisión de permanecer neutral en el conflicto.
32. Los estados alemanes del sur, irritados por los proyectos previstos por el Emperador francés para el territorio situado a las orillas del río Rin, que Bismarck también se encargó de filtrar a la prensa, se unieron a Prusia.
33. Los ejércitos de Napoleón fueron derrotados en la batalla de Sedan y en Metz. A continuación, los prusianos cercaron París.
34. Napoleón abdicó y se proclamó la III República en Francia.
35. Se formó un Gobierno Defensa Nacional que intentó organizar la resistencia en las zonas no ocupadas del sur del país.
36. Los nuevos ejércitos franceses, apoyados por guerrilleros, lucharon durante un tiempo contra unas fuerzas muy superiores, pero las autoridades se vieron obligadas a firmar una tregua con Prusia el 28 de enero de 1871.
37. Francia tuvo que ceder a Prusia las provincias de Alsacia y Lorena y pagar una indemnización de guerra a raíz de lo establecido en el Tratado de Frankfurt.
38. El rey de Prusia, Guillermo I, fue proclamado emperador de Alemania por otros príncipes alemanes el 1 enero de 1871. La ceremonia tuvo lugar en Versalles, cuando la antigua confederación de la Alemania del Norte y los cuatro estados de Alemania del Sur (Baviera, Badem, Hesse-Darmstad y Wuttemberg) acordaron constituirse en una unión federal permanente cediendo la mayoría de sus derechos de soberanía al nuevo Imperio.
39. Otto von Bismarck, primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Prusia y artífice de la unificación alemana, presidía la nueva organización política como canciller imperial.
40. Bismarck tuvo el control de la política interior y exterior de la nueva Alemania mientras Guillermo I gobernaba.
III. EVOLUCIÓN E IMPORTANCIA DE LA BASE ECONÓMICA QUE CONFIGURAN LOS NACIONALISMOS DE ITALIA Y ALEMANIA.
UNIFICACIÓN ITALIANA
En el ámbito económico, el proceso de industrialización implica la creación de mercados cada vez más amplios, mercados nacionales. En el caso de la unificación italiana, el único estado que montó el proceso de industrialización fue el estado de Piamonte. Fue el único estado con una burguesía poderosa. Esto era muy importante, porque para ésta la unificación no era un tema romántico, sino que era un tema económico muy importante, un mercado único. Con el crecimiento industrial la Burguesía se hacía fuerte (unificación económica por un lado y política por otro). El reino de Piamonte necesita un mercado mucho más amplio.
La unificación económica le puede a la política. Esta conclusión se observa en Italia con la construcción del ferrocarril. Gracias al ferrocarril (1840) se permitió comunicar regiones aisladas, transformar la vida cotidiana y favorecer un intercambio de mercaderías, así como de ideas y noticias.
Se localizaban dos Italias: la del norte industrial y la del sur agrícola. Hoy en día siguen estas diferencias. Con esto se observa que la unificación política y económica no significa la uniformidad del estado. Esta diferencia, con la unificación se acentúa más, porque al norte no le interesa industrializar el sur, le interesa controlarlo. Pero a los del sur tampoco les interesa perder su privilegio, porque si se industrializa, la burguesía (norte) desplazará a la aristocracia terrateniente (sur). Para que esto no ocurra han de llegar a un pacto.
UNIFICACIÓN ALEMANA
En la unificación alemana el desarrollo económico se da bastante tarde, ya que hay que esperar a la década de los sesenta para encontrar una industrialización en marcha. En cambio Prusia tomó la iniciativa a mediados de siglo, al actuar su burguesía protestante e intelectual a favor no sólo del proceso de unidad sino también al desarrollo económico de la región. Para ello crea una zona de libre comercio entre los Estados denominada Zollverein, que desde 1814 suprimirá las barreras aduaneras alemanas, excepto Austria, en una unidad económica. De esta forma prepara la unidad política.
Se plantean los diferentes modelos políticos basándose en la unificación: los conservadores desean una Confederación de Estados que respete los derechos de los soberanos. Por el contrario los liberales están a favor de un Estado Federal con un emperador a la cabeza, conservando las dinastías de cada uno de ellos, y un nuevo orden que rompa con la Antigua Alemania.
El economista List estaba a favor de suprimir las fronteras interiores y la instauración de impuestos económicos para fomentar el desarrollo industrial y poderse enfrentarse a la competencia británica (gran Potencia).
La creación de un mercado único nacional fomentó la industrialización y con ésta se favoreció a la instauración del ferrocarril (red viaria). El crecimiento económico potenció la consolidación de una nueva burguesía industrial y de los nuevos negocios, que ayudaron a la unificación alemana.
IV. ESQUEMA Y CRONOLOGÍA DEL PROCESO DE LAS GUERRAS DE UNIFICACIÓN EN ITALIA Y ALEMANIA.
GUERRAS DE LA UNIFICACIÓN ITALIANA
Guerra de Crimea (1853-1856)
Conflicto militar entre Rusia y una coalición formada por Gran Bretaña, Francia, el reino de Cerdeña y el Imperio Otomano.
Rusia se enfrentó en esta guerra a las fuerzas aliadas de Gran Bretaña, Francia, el Imperio otomano y el reino de Cerdeña. El conflicto se inició en la península de Crimea en 1853. Los aliados deseaban impedir la expansión del poder ruso en el mar Negro y la captura de territorios del Imperio otomano. Rusia fue derrotada en 1856.
Batalla de Solferino (1859)
Principal combate del proceso de unificación italiana, que tuvo lugar el 24 de junio de 1859. Las tropas aliadas de Francia y del reino de Piamonte-Cerdeña, a las órdenes del emperador francés Napoleón III, y el ejército austriaco a las órdenes del emperador Francisco José I, se enfrentaron en la localidad de Solferino, en la región de Lombardía situada al norte de Italia. Los franco-piamonteses ganaron la batalla, aunque no de manera decisiva
Guerra Austro-Prusiana (1866-67)
También llamada guerra de las Siete Semanas; conflicto militar (1866) entre Austria y Prusia, a partir del cual esta última se convirtió en el Estado más poderoso de Alemania.
Este enfrentamiento fue provocado por el canciller de Prusia, Otto von Bismarck. Prusia y Austria rivalizaban por conseguir el liderazgo de la Confederación Germánica ( compuesta por 39 estados) creada en el Congreso de Viena de 1815, y Bismarck estaba decidido a vencer en esta disputa. Dos años antes (1864), Austria y Prusia habían sido aliadas en la guerra de los Ducados, ocupando Schleswig y Holstein. De acuerdo con lo establecido en la Convención de Gastein (1865) que puso fin a ésta, el ducado de Holstein quedó bajo el dominio de Austria, y los de Schleswig y Lauenburg bajo el poder de Prusia. No obstante, ninguno de los dos países se mostró satisfecho con el acuerdo. Bismarck, aprovechando esta situación en beneficio de sus objetivos, entorpeció la gestión de la administración austriaca de Holstein y, cuando Austria protestó ante el parlamento de Frankfurt (principal asamblea de la Confederación) el canciller prusiano, después de asegurarse la neutralidad de las potencias europeas, en especial de Rusia, y de establecer una alianza con el recién creado reino de Italia, envió tropas a ese ducado. Hannover, Hesse-Kassel, Sajonia, Baviera, Württemberg y otros estados alemanes, temerosos de los deseos expansionistas de Prusia, apoyaron a Austria.
Cuando se inició la guerra, declarada por Austria el 14 de junio, el Ejército prusiano no tardó en vencer gracias a su brillante estratega, el general Helmuth von Moltke, que introdujo en el ejército prusiano moderno material bélico y que hizo uso del ferrocarril como medio para el traslado y concentración de tropas. El Ejército de Prusia conquistó Hannover y Hesse-Kassel, invadió Sajonia y Bohemia, y finalmente venció a los austriacos en la batalla de Sadowa (cerca de la localidad austriaca de Königgrätz, hoy Hradec Králové, en la República Checa) el 3 de julio.
La Confederación Germánica quedó disuelta según lo acordado en el Tratado de Praga (23 de agosto de 1866) que puso fin a la guerra; Prusia se unió a Hannover y Hesse-Kassel; Austria cedió Holstein a Prusia, pagó una pequeña indemnización de guerra y entregó Venecia al Reino de Italia. Al año siguiente, Prusia constituyó la Confederación de Alemania del Norte, de la que quedó excluida Austria, la cual reunió sus restantes territorios en torno al Imperio Austro-Húngaro, instaurado en 1867. De esta forma, Prusia se convirtió en una potencia privilegiada en Alemania.
Guerra Franco-Prusiana (1866)
UNIFICACIÓN ALEMANA.
Guerra de los Ducados (1864)
El conflicto de los Ducados Daneses fue la excusa para que en 1864 Prusia y Austria actuaran en Dinamarca debido a que el Rey danés deseaba incorporar a su Corona los tres ducados (Schleswing, Holstein y Lavenbourg), que desde 1845 se le habían confiado al Rey de Dinamarca y se decidió que Prusia y Austria administraran los ducados en común. Empezaron los conflictos, y mientras Bismarck preparaba la ruptura con Austria.
Guerra Austro-Prusiana (1866)
La guerra fue muy corta y demostró el hegemonía militar de Prusia, que venció a los austríacos en Sadowa.
Además del predominio militar prusiano, Bismarck contó con otro factor: gracias a Napoleón III se alió con Italia abriendo a Austria otro frente en ese país, siendo esta maniobra permitida tanto por Rusia como por Inglaterra, que consideraban que sólo el poder alemán neutralizaría la agresividad de Napoleón III.
Los resultados de esta guerra fueron favorables a Prusia. Por el Tratado de Praga, Prusia excluye a Austria del proceso de reorganización alemán y establece con los Estados del norte la Confederación de Alemania del Norte, integrada por 22 Estados teniendo como Presidente al Rey de Prusia y a Bismarck como Canciller. Junto a ellos actúan dos organismos legislativos (Bundesrat y Reighstad), los dos controlados por Prusia. Se refuerza el Zollverein (Unión Aduanera) creando un Parlamento aduanero para los Estados del Sur, los más rebeldes al dominio prusiano.
Guerra Franco-Prusiana (1870-71)
Esta guerra marcó dos cambios importantes en la organización política europea: el fin de la influencia francesa impulsada por Napoleón III y el principio del predominio alemán en Europa.
La excusa para que se produjera la guerra fue la posibilidad de que un Hohenzollern (familia alemana. Los Hohenzollern gobernaron Prusia, y con el tiempo, unificaron y gobernaron Alemania hasta el final de la I Guerra Mundial) ocupara el trono de España, situación que Francia veía muy peligrosa porque recordaba período vivido por Francia durante el reinado del Emperador Carlos V (durante su reinado se produjeron diversas revueltas de campesinos y la Insurrección de París). Napoleón III logró que esta candidatura fuera quitada, pero pretendió que Guillermo I se comprometiera a no presentarla más. Esta petición fue denegada por Bismark, falsificando un telegrama enviado por el embajador francés que realizaba gestiones ante el gobierno prusiano, hizo creer que Francia era objeto de la desatención por parte de Guillermo I. El telegrama “quemó” a los franceses y el Cuerpo Legislativo, como quería Bismarck, declaró la guerra.
La guerra fue corta, desarrollándose de 1870 a febrero de 1871. La derrota final se produjo en Sedán, y en Francfort se firmó la paz en 1871, muy dura para Francia, ya que perdió a Alsacia y Lorena y tuvo que pagar una indemnización de cinco mil millones de francos. El triunfo del ejército prusiano fue la demostración de su superioridad militar.
Esta victoria de Prusia significó el último escalón de la unidad alemana, ya que en el trascurso de la guerra logró la incorporación de los Estados del sur y el 18 de enero de 1871, en Versalles, fue proclamado el Imperio Alemán.
Batalla de Sedan (1 de septiembre de 1870)
Batalla que tuvo lugar el 1 de septiembre de 1870, cerca de la ciudad de Sedan, en el norte de Francia, y que decidió la Guerra Franco-prusiana. La batalla se libró entre un ejército francés a las órdenes del conde Patrice Maurice Mac-Mahon hasta que fue herido y sustituido por el general Manuel Félix de Wimpffen, y un ejército prusiano a las órdenes del conde Helmuth von Moltke. Acabó con la victoria aplastante de Prusia. El emperador francés Napoleón III, que se había unido a las fuerzas francesas por la tarde, fue hecho prisionero, por lo que en París se proclamó la III República. Las bajas francesas fueron unas 17.000 y unas 9.000 las prusianas
1. PRECEDENTES NACIONALISTAS ITALIANOS:
- Italia estaba dividida en siete estados y ocupada parcialmente por Austria.
- 1815-1870: movimientos revolucionarios por la unificación:
1. El Tratado de Viena (1814-1815) devuelve a Austria el control del reino de Lombardía-Venecia, le otorga Trentino, Istria, Trieste y Venecia Julia, y le permite gobernar Módena y Parma. Sólo el reino de Piamonte-Cerdeña, el de Nápoles y los Estados Pontificios mantienen la independencia política.
2. La oposición al dominio austríaco se manifiesta con un sentimiento a favor de la unidad nacional y la Independencia que provoca el nacimiento de una red de sociedades secretas, en especial las que integran el movimiento carbonario (sur de Italia) que desempeña un papel muy importante en las revoluciones de 1820, fuertemente reprimidas por Austria.
3. En 1831 estallan revoluciones en los Estados Pontificios.
4. Representantes de diversas regiones, excepto de Roma y unas pocas ciudades fronterizas con Ancona, se reunen en Bolonia y acuerdan el establecimiento de la República como forma de Gobierno.
5. Tras la muerte del rey Carlos Félix de Cerdeña (1831), Carlos Alberto ocupa el trono, prometiendo una constitución. Giuseppe Mazzini, que creía en la voluntad liberadora del príncipe Carlos Alberto, le anima para que inicie la liberación de Italia. El rey encarcela a Mazzini, a pesar de lo cual los patriotas italianos siguen pensando que le monarca es el líder del movimiento.
6. Desde su exilio en Marsella, Mazzini fundó en 1831 una organización llamada “Joven Italia” para divulgar el sentimiento nacionalista y republicano entre los italianos. El hecho de que los levantamientos fueran siempre contenidos, provocó que parte de los italianos cuestionaran el uso de movimientos radicales y empezaron a pensar que debería ser otro líder el que dirigiera el movimiento nacionalista.
7. En 1848, la elección del Papa Pío IX animó a los seguidores de los movimientos nacionalistas, que veían en él un partidario del proceso de unificación italiana. El pontífice hizo un programa de reformas en los Estados Pontificios: perdón para los presos políticos, retorno de los exiliados, libertad de expresión y creación de un órgano de consulta encargado de sugerir nuevas reformas. El ejemplo del Papa fue seguido por los gobernantes de Lucca, Toscana y Piamonte. A pesar de todo, las reformas de 1846 y 1847 intensificaron el movimiento revolucionario.
8. En enero de 1846 el pueblo de Palermo expulsó al ejército de Fernando II, rey de Dos Sicilias, que en respuesta al estallido de revoluciones en el continente, prometió a sus súbditos una constitución.
9. Leopoldo II, duque de Toscana, aprobó una constitución para su ducado.
10. En Turín, el rey Carlos Alberto, asesorado por el conde Camilo Benso di Cavour, prometió también una constitución.
11. El Papa Pío IX, de mala gana, aceptó una constitución para los Estados Pontificios.
12. El estallido de la revolución en Viena en 1848, detonó la revuelta que tuvo lugar en Milán el 18 de marzo. El 22 de marzo, el pueblo expulsa de la ciudad a las tropas austríacas. En Viena se repiten los acontecimientos y se proclama la República. Los monarcas absolutistas de Parma y Módena se ven obligados a abandonar sus tronos. En Piamonte, los nacionalistas piden una guerra de liberación para echar a los austríacos de Italia.
13. El rey Carlos Alberto se fue con su ejército a ayudar a Lombardía y se declara liberador de Italia.
14. Las esperanzas de liberación del pueblo italiano se esfuman cuando, a finales de abril, Pío IX se niega a participar en la guerra.
15. A mediados de mayo, la revolución fracasa en Nápoles, y el 24 de julio los austríacos derrotan a los piamonteses.
16. Un armisticio, contra el que se manifestó el rey Carlos Alberto, permitió a los piamonteses salir de Lombardía.
17. El rey es derrotado en la batalla de Novora en marzo de 1849, por lo que cede el poder a su hijo Víctor Manuel II.
18. Pío IX es acusado por los radicales de no haber dado su apoyo a la guerra a favor de la independencia.
19. En 1848, en Roma estalla una revuelta popular que obliga al Papa a huir de la ciudad.
20. En su ausencia se proclama la República.
21. A principios de 1849, el cardenal Antonelli pide ayuda a las autoridades católicas de Francia, Austria, España y Nápoles para acabar con este régimen.
22. Los austríacos atacan desde el norte y los españoles y napolitanos desde el sur, permitiendo al ejército francés ocupar Roma en julio de 1848, por lo que el poder papal es restaurado.
23. El rey Víctor Manuel II se mantiene fiel a la Constitución liberal que su padre había iniciado, con lo que favorece que los refugiados políticos procedentes de los estados conservadores buscaran asilo político en Cerdeña.
24. En 1852 Cavour se convierte en primer ministro de Cerdeña y en 1855 hace que el país participe, junto a Gran Bretaña y Francia, en la guerra de Crimea.
25. En la conferencia de paz celebrada en París en 1856 Cavour, con la tolerancia del emperador francés Napoleón III, presentó la preocupación italiana como un problema de carácter internacional.
26. En 1858 Cavour mantuvo una reunión secreta con Napoleón para planear la ofensiva conjunta de Francia y Cerdeña contra Austria para liberar definitivamente italia.. La guerra estalló en 1859. La unión franco-italiana ganó las batallas de Magenta y Solferino.
27. Napoleón, ante el temor de embarcarse en una guerra larga, abandonó a los italianos y firmó, en julio de 1859 un preacuerdo con los austríacos sin la participación de Cerdeña.
28. Cerdeña aceptó los términos del tratado de Zurich: Austria cedió casi toda Lombardía a Francia, que a su vez cedió Peschiera y Mantua (Ciudades de Lombardía) a Cerdeña. Se estaba preparando la unificación italiana.
29. Una serie de leyes aprobadas por voto celebradas en 1860 pusieron de manifiesto el deseo de los habitantes de la Romaña y de los ducados de Parma y Módena de unirse a Cerdeña.
30. Francia obtuvo, según lo acordado en el Tratado de Turín, las regiones de Niza y Saboya.
31. En abril de 1860, estalló en Palermo una nueva revuelta contra Francisco II, rey de Dos Sicilias. En mayo, Garibaldi, con la ayuda secreta de Cavour, dirigió una expedición contra Génova en apoyo de la revuelta siciliana.
32. Garibaldi se hizo con el control en Sicilia y en agosto atacó tierras napolitanas, para acabar entrando en Nápoles el 7 de septiembre.
33. Francisco II se refugió en una fortaleza de Gaeta.
34. El gobierno de Cerdeña, mientras simpatizó con la causa de Garibaldi, se mantuvo en una posición neutral. Cuando Garibaldi amenazó con atacar Roma, que estaba protegida por los franceses, se alarmó.
35. Cavour, con el permiso de Napoleón III, trasladó sus tropas a los Estados Pontificios en un intento de bloquear el avance de Garibaldi.
36. Cerdeña se hizo con casi la totalidad de los Estados Pontificios dejando al Papa sólo la posesión de Roma y sus inmediaciones.
37. Al mismo tiempo se celebraban los plebiscitos entre Nápoles y Sicilia, así como en todas las zonas fronterizas y Umbría, todos ellos con resultado favorable a la unión con el reino de Piamonte-Cerdeña, que desde la primera mitad de 1860 había pasado a denominarse Reino de Italia del Norte.
38. El 17 de marzo de 1861 tuvo lugar la proclamación del reino de Italia. Víctor Manuel II pasó a ser su rey y Cavour el primer ministro. A pesar de todo aún quedaban dos regiones fuera del reino: Roma y Venecia.
39. Cavour, que estaba trabajando para conseguir una unificación pacífica de todo el reino, murió en junio.
40. Al año siguiente Garibaldi marchó a Sicilia y organizó la marcha sobre Roma.
41. El Gobierno italiano, asustado ante una represalia francesa, denunció a Garibaldi, que junto con sus seguidores, fue detenido por las tropas del rey cuando desembarcó en Calabria siendo obligado a rendirse en agosto de 1862.
42. En 1866 italia se alió con Prusia en la guerra Austro-prusiana contra Austria y finalmente se hizo con el control de Venecia.
43. Roma seguía siendo contraria a la unificación, animada por la victoria que Francia había obtenido frente a la nueva tentativa de Garibaldi y sus seguidores, que habían sido derrotados en Mentana (1867).
44. En 1870, las reservas francesas que participaban en la Guerra Franco-prusiana incitaron a Napoleón III a retirar sus tropas de Roma, con lo que los italianos pudieron entrar en la ciudad. En octubre se celebró un plebiscito cuyo resultado fue favorable a la unión con el reino de Italia, y en julio de 1871 Roma se convertía en la capital de la Italia unificada.
PRECEDENTES NACIONALISTAS ALEMANES:
- Confederación de 39 Estados
- Unificación en torno a dos Estados: Austria y Prusia.
1. Otto von Bismarck es nombrado ministro-presidente de prusia por el Kaiser Gillermo I en septiembre de 1862.
2. En estas fechas el gobierno prusiano y el parlamento de Berlín están enfrentados a causa del proyecto de reforma del ejército elaborado por el Ministerio de la Guerra, que consistía en la ampliación del servicio militar obligatorio y el la abolición de los Landwehr, una milicia compuesta por ciudadanos.
3. El sector liberal de Prusia, que contaba con la mayoría en el parlamento, rechazó esta propuesta por considerarla un conjunto de medidas reaccionarias destinadas a incrementar los poderes de la corona prusiana y se negó a aprobar el presupuesto de defensa.
4. Bismarck, decidido a vencer, gobernó el país y recaudó los impuestos sin contar con el consentimiento del parlamento.
5. Bismarck deseaba ampliar el territorio de Prusia y aumentar su poder a costa de los estados vecinos de Alemania del norte. Según él, este plan uniría a la mayoría de los prusianos en torno a la corona y, por tanto, los liberales quedarían aislados.
6. Bismarck no contaba con un plan diseñado de antemano para llevar a cabo la unificación alemana, pero estaba dispuesto a aprovechar las diferencias entre las otras grandes potencias para lograr sus objetivos.
7. El ejercito prusiano, recientemente reorganizado y mejor equipado, sería el medio con el que conseguiría sus objetivos.
8. En 1863, llegó su oportunidad, ya que la Confederación Germánica, una unión de estados alemanes presidida por el Imperio austríaco, protestó ante el intento de Cristian IX de Dinamarca por incorporar a su reino el ducado de Schleswig, que en esa época se encontraba bajo el control oficial de Dinamarca.
9. En 1852, en Londres se había decidido que Schleswig quedara inseparablemente unida al ducado vecino de Holstein, que, también era miembro de la Confederación Germánica.
10. Bismarck pretendía sacar provecho de esta complicada situación a favor de Prusia y persuadió al emperador austríaco, Francisco José I, para que se uniera a Prusia en su defensa de los dictados aprobados en Londres en el 52, lo que obligaría a Dinamarca a renunciar a su soberanía sobre las dos provincias. Todo esto desencadenó la Guerra de los Ducados.
11. Las fuerzas austríacas y prusianas invadieron Jutlandia.
12. El rey de Dinamarca se vio forzado a ceder Schleswig-Holstein a los dos vencedores tras la derrota de su ejército en el mes de agosto, y las fuerzas de Austria y Prusia ocuparon el territorio conquistado.
13. Después de la victoria, era preciso decidir el futuro de los dos ducados: Bismarck deseaba unirlos a Prusia, pero Austria se oponía rotundamente. Se intentó resolver este asunto de distintas formas: en primer lugar, se celebró una conferencia en Londres a la que asistieron las grandes potencias. Tras el fracaso de esta reunión, negociaron directamente las naciones en conflicto. Esta última solución tampoco significó ningún acuerdo.
14. De todas estas divergencias surgió la guerra entre Prusia y Austria el 14 de junio de 1866. Austria contaba con el apoyo de gran parte de la Confederación Germánica. Prusia firmó una alianza con Italia, a la que prometió la provincia austríaca de Venecia en el caso de que vencieran, con el fin de presentar dos frentes de batalla.
15. Los estados alemanes austríacos fueron derrotados por Prusia. El ejercito austríaco fue completamente destruido en Sadowa, situada en Bohemia, el 3 de julio de 1866.
16. Austria se vio obligada a firmar el Tratado de Praga en el que se comprometía a renunciar a sus anteriores dominios en Alemania.
17. Prusia se benefició de territorios de Alemania del Norte (entre ellos Schleswig-Holstein) y forzó a los demás estados alemanes de esta zona a formar la Confederación de Alemania del Norte.
18. Tras la victoria prusiana, Italia se apoderó de Venecia a pesar de que había sido derrotada por Austria tanto en los combates terrestres como navales.
19. Bismarck hizo pública una nueva constitución para la nueva Confederación en 1867.
20. Guillermo I, rey de Prusia, fue cedido a Bismarck como canciller.
21. Se constituyó un Reichstag (parlamento o asamblea representativa), elegido por sufragio universal masculino, pero con poderes limitados. Los ministros del nuevo gobierno fueron nombrados por el Rey.
22. Los liberales prusianos apoyaron a Bismarck en esos momentos por sus éxitos, y el parlamento prusiano aprobó una ley de indemnización para perdonarle de todas las acciones ilegales realizadas desde 1862.
23. Las otras grandes potencias (Francia, Gran Bretaña y Rusia), que habían permanecido neutrales durante el conflicto, no habían previsto la rapidez y magnitud de la derrota austríaca. Napoleón III, emperador francés, exigió a Prusia compensaciones por la ampliación de su territorio, y sugirió a Bismarck la cesión de algunas zonas de Renania, Bélgica o Luxemburgo como posibles compensaciones.
24. A Finales de la década de los sesenta, España, cuya reina, Isabel II, había sido apartada de su cargo por la revolución de 1868, ofreció su trono al príncipe Leopoldo de Hohenzollen, pariente de Guillermo I.
25. Napoleón III, que no deseaba verse rodeado por Pusia, protestó por esta propuesta y la candidatura de Leopoldo fue retirada bajo la presión del emperador.
26. Napoleón III, volvió a insistir para que Guillermo I ofreciera garantías de que la candidatura de Leopoldo no se volviera a presentar.
27. Ante esta situación, el embajador francés de Prusia se trasladó a Ems para entrevistarse con Gillermo I. Éste, indignado porque se pusiera en duda su palabra, envió un telegrama a Bismarck, que se encontraba en Berlín, en el que decía que se negaba a ofrecer ninguna otra confirmación al embajador francés, al que había despedido.
28. Bismarck manipuló el telegrama de Guillermo I para que pareciese que un rey de la dinastía de Hohenzollern había sido insultado, y las publicó en la prensa.
29. Por culpa de esta publicación las opiniones nacionalistas empezaron a surgir en ambos países.
30. Francia declaró la guerra a Prusia el 19 de julio, animada por el supuesto insulto cometido contra su embajador.
31. Bismarck también hizo públicas las demandas de Napoleón III sobre Bélgica y Luxemburgo, lo que reafirmó a Gran Bretaña en su decisión de permanecer neutral en el conflicto.
32. Los estados alemanes del sur, irritados por los proyectos previstos por el Emperador francés para el territorio situado a las orillas del río Rin, que Bismarck también se encargó de filtrar a la prensa, se unieron a Prusia.
33. Los ejércitos de Napoleón fueron derrotados en la batalla de Sedan y en Metz. A continuación, los prusianos cercaron París.
34. Napoleón abdicó y se proclamó la III República en Francia.
35. Se formó un Gobierno Defensa Nacional que intentó organizar la resistencia en las zonas no ocupadas del sur del país.
36. Los nuevos ejércitos franceses, apoyados por guerrilleros, lucharon durante un tiempo contra unas fuerzas muy superiores, pero las autoridades se vieron obligadas a firmar una tregua con Prusia el 28 de enero de 1871.
37. Francia tuvo que ceder a Prusia las provincias de Alsacia y Lorena y pagar una indemnización de guerra a raíz de lo establecido en el Tratado de Frankfurt.
38. El rey de Prusia, Guillermo I, fue proclamado emperador de Alemania por otros príncipes alemanes el 1 enero de 1871. La ceremonia tuvo lugar en Versalles, cuando la antigua confederación de la Alemania del Norte y los cuatro estados de Alemania del Sur (Baviera, Badem, Hesse-Darmstad y Wuttemberg) acordaron constituirse en una unión federal permanente cediendo la mayoría de sus derechos de soberanía al nuevo Imperio.
39. Otto von Bismarck, primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Prusia y artífice de la unificación alemana, presidía la nueva organización política como canciller imperial.
40. Bismarck tuvo el control de la política interior y exterior de la nueva Alemania mientras Guillermo I gobernaba.
III. EVOLUCIÓN E IMPORTANCIA DE LA BASE ECONÓMICA QUE CONFIGURAN LOS NACIONALISMOS DE ITALIA Y ALEMANIA.
UNIFICACIÓN ITALIANA
En el ámbito económico, el proceso de industrialización implica la creación de mercados cada vez más amplios, mercados nacionales. En el caso de la unificación italiana, el único estado que montó el proceso de industrialización fue el estado de Piamonte. Fue el único estado con una burguesía poderosa. Esto era muy importante, porque para ésta la unificación no era un tema romántico, sino que era un tema económico muy importante, un mercado único. Con el crecimiento industrial la Burguesía se hacía fuerte (unificación económica por un lado y política por otro). El reino de Piamonte necesita un mercado mucho más amplio.
La unificación económica le puede a la política. Esta conclusión se observa en Italia con la construcción del ferrocarril. Gracias al ferrocarril (1840) se permitió comunicar regiones aisladas, transformar la vida cotidiana y favorecer un intercambio de mercaderías, así como de ideas y noticias.
Se localizaban dos Italias: la del norte industrial y la del sur agrícola. Hoy en día siguen estas diferencias. Con esto se observa que la unificación política y económica no significa la uniformidad del estado. Esta diferencia, con la unificación se acentúa más, porque al norte no le interesa industrializar el sur, le interesa controlarlo. Pero a los del sur tampoco les interesa perder su privilegio, porque si se industrializa, la burguesía (norte) desplazará a la aristocracia terrateniente (sur). Para que esto no ocurra han de llegar a un pacto.
UNIFICACIÓN ALEMANA
En la unificación alemana el desarrollo económico se da bastante tarde, ya que hay que esperar a la década de los sesenta para encontrar una industrialización en marcha. En cambio Prusia tomó la iniciativa a mediados de siglo, al actuar su burguesía protestante e intelectual a favor no sólo del proceso de unidad sino también al desarrollo económico de la región. Para ello crea una zona de libre comercio entre los Estados denominada Zollverein, que desde 1814 suprimirá las barreras aduaneras alemanas, excepto Austria, en una unidad económica. De esta forma prepara la unidad política.
Se plantean los diferentes modelos políticos basándose en la unificación: los conservadores desean una Confederación de Estados que respete los derechos de los soberanos. Por el contrario los liberales están a favor de un Estado Federal con un emperador a la cabeza, conservando las dinastías de cada uno de ellos, y un nuevo orden que rompa con la Antigua Alemania.
El economista List estaba a favor de suprimir las fronteras interiores y la instauración de impuestos económicos para fomentar el desarrollo industrial y poderse enfrentarse a la competencia británica (gran Potencia).
La creación de un mercado único nacional fomentó la industrialización y con ésta se favoreció a la instauración del ferrocarril (red viaria). El crecimiento económico potenció la consolidación de una nueva burguesía industrial y de los nuevos negocios, que ayudaron a la unificación alemana.
IV. ESQUEMA Y CRONOLOGÍA DEL PROCESO DE LAS GUERRAS DE UNIFICACIÓN EN ITALIA Y ALEMANIA.
GUERRAS DE LA UNIFICACIÓN ITALIANA
Guerra de Crimea (1853-1856)
Conflicto militar entre Rusia y una coalición formada por Gran Bretaña, Francia, el reino de Cerdeña y el Imperio Otomano.
Rusia se enfrentó en esta guerra a las fuerzas aliadas de Gran Bretaña, Francia, el Imperio otomano y el reino de Cerdeña. El conflicto se inició en la península de Crimea en 1853. Los aliados deseaban impedir la expansión del poder ruso en el mar Negro y la captura de territorios del Imperio otomano. Rusia fue derrotada en 1856.
Batalla de Solferino (1859)
Principal combate del proceso de unificación italiana, que tuvo lugar el 24 de junio de 1859. Las tropas aliadas de Francia y del reino de Piamonte-Cerdeña, a las órdenes del emperador francés Napoleón III, y el ejército austriaco a las órdenes del emperador Francisco José I, se enfrentaron en la localidad de Solferino, en la región de Lombardía situada al norte de Italia. Los franco-piamonteses ganaron la batalla, aunque no de manera decisiva
Guerra Austro-Prusiana (1866-67)
También llamada guerra de las Siete Semanas; conflicto militar (1866) entre Austria y Prusia, a partir del cual esta última se convirtió en el Estado más poderoso de Alemania.
Este enfrentamiento fue provocado por el canciller de Prusia, Otto von Bismarck. Prusia y Austria rivalizaban por conseguir el liderazgo de la Confederación Germánica ( compuesta por 39 estados) creada en el Congreso de Viena de 1815, y Bismarck estaba decidido a vencer en esta disputa. Dos años antes (1864), Austria y Prusia habían sido aliadas en la guerra de los Ducados, ocupando Schleswig y Holstein. De acuerdo con lo establecido en la Convención de Gastein (1865) que puso fin a ésta, el ducado de Holstein quedó bajo el dominio de Austria, y los de Schleswig y Lauenburg bajo el poder de Prusia. No obstante, ninguno de los dos países se mostró satisfecho con el acuerdo. Bismarck, aprovechando esta situación en beneficio de sus objetivos, entorpeció la gestión de la administración austriaca de Holstein y, cuando Austria protestó ante el parlamento de Frankfurt (principal asamblea de la Confederación) el canciller prusiano, después de asegurarse la neutralidad de las potencias europeas, en especial de Rusia, y de establecer una alianza con el recién creado reino de Italia, envió tropas a ese ducado. Hannover, Hesse-Kassel, Sajonia, Baviera, Württemberg y otros estados alemanes, temerosos de los deseos expansionistas de Prusia, apoyaron a Austria.
Cuando se inició la guerra, declarada por Austria el 14 de junio, el Ejército prusiano no tardó en vencer gracias a su brillante estratega, el general Helmuth von Moltke, que introdujo en el ejército prusiano moderno material bélico y que hizo uso del ferrocarril como medio para el traslado y concentración de tropas. El Ejército de Prusia conquistó Hannover y Hesse-Kassel, invadió Sajonia y Bohemia, y finalmente venció a los austriacos en la batalla de Sadowa (cerca de la localidad austriaca de Königgrätz, hoy Hradec Králové, en la República Checa) el 3 de julio.
La Confederación Germánica quedó disuelta según lo acordado en el Tratado de Praga (23 de agosto de 1866) que puso fin a la guerra; Prusia se unió a Hannover y Hesse-Kassel; Austria cedió Holstein a Prusia, pagó una pequeña indemnización de guerra y entregó Venecia al Reino de Italia. Al año siguiente, Prusia constituyó la Confederación de Alemania del Norte, de la que quedó excluida Austria, la cual reunió sus restantes territorios en torno al Imperio Austro-Húngaro, instaurado en 1867. De esta forma, Prusia se convirtió en una potencia privilegiada en Alemania.
Guerra Franco-Prusiana (1866)
UNIFICACIÓN ALEMANA.
Guerra de los Ducados (1864)
El conflicto de los Ducados Daneses fue la excusa para que en 1864 Prusia y Austria actuaran en Dinamarca debido a que el Rey danés deseaba incorporar a su Corona los tres ducados (Schleswing, Holstein y Lavenbourg), que desde 1845 se le habían confiado al Rey de Dinamarca y se decidió que Prusia y Austria administraran los ducados en común. Empezaron los conflictos, y mientras Bismarck preparaba la ruptura con Austria.
Guerra Austro-Prusiana (1866)
La guerra fue muy corta y demostró el hegemonía militar de Prusia, que venció a los austríacos en Sadowa.
Además del predominio militar prusiano, Bismarck contó con otro factor: gracias a Napoleón III se alió con Italia abriendo a Austria otro frente en ese país, siendo esta maniobra permitida tanto por Rusia como por Inglaterra, que consideraban que sólo el poder alemán neutralizaría la agresividad de Napoleón III.
Los resultados de esta guerra fueron favorables a Prusia. Por el Tratado de Praga, Prusia excluye a Austria del proceso de reorganización alemán y establece con los Estados del norte la Confederación de Alemania del Norte, integrada por 22 Estados teniendo como Presidente al Rey de Prusia y a Bismarck como Canciller. Junto a ellos actúan dos organismos legislativos (Bundesrat y Reighstad), los dos controlados por Prusia. Se refuerza el Zollverein (Unión Aduanera) creando un Parlamento aduanero para los Estados del Sur, los más rebeldes al dominio prusiano.
Guerra Franco-Prusiana (1870-71)
Esta guerra marcó dos cambios importantes en la organización política europea: el fin de la influencia francesa impulsada por Napoleón III y el principio del predominio alemán en Europa.
La excusa para que se produjera la guerra fue la posibilidad de que un Hohenzollern (familia alemana. Los Hohenzollern gobernaron Prusia, y con el tiempo, unificaron y gobernaron Alemania hasta el final de la I Guerra Mundial) ocupara el trono de España, situación que Francia veía muy peligrosa porque recordaba período vivido por Francia durante el reinado del Emperador Carlos V (durante su reinado se produjeron diversas revueltas de campesinos y la Insurrección de París). Napoleón III logró que esta candidatura fuera quitada, pero pretendió que Guillermo I se comprometiera a no presentarla más. Esta petición fue denegada por Bismark, falsificando un telegrama enviado por el embajador francés que realizaba gestiones ante el gobierno prusiano, hizo creer que Francia era objeto de la desatención por parte de Guillermo I. El telegrama “quemó” a los franceses y el Cuerpo Legislativo, como quería Bismarck, declaró la guerra.
La guerra fue corta, desarrollándose de 1870 a febrero de 1871. La derrota final se produjo en Sedán, y en Francfort se firmó la paz en 1871, muy dura para Francia, ya que perdió a Alsacia y Lorena y tuvo que pagar una indemnización de cinco mil millones de francos. El triunfo del ejército prusiano fue la demostración de su superioridad militar.
Esta victoria de Prusia significó el último escalón de la unidad alemana, ya que en el trascurso de la guerra logró la incorporación de los Estados del sur y el 18 de enero de 1871, en Versalles, fue proclamado el Imperio Alemán.
Batalla de Sedan (1 de septiembre de 1870)
Batalla que tuvo lugar el 1 de septiembre de 1870, cerca de la ciudad de Sedan, en el norte de Francia, y que decidió la Guerra Franco-prusiana. La batalla se libró entre un ejército francés a las órdenes del conde Patrice Maurice Mac-Mahon hasta que fue herido y sustituido por el general Manuel Félix de Wimpffen, y un ejército prusiano a las órdenes del conde Helmuth von Moltke. Acabó con la victoria aplastante de Prusia. El emperador francés Napoleón III, que se había unido a las fuerzas francesas por la tarde, fue hecho prisionero, por lo que en París se proclamó la III República. Las bajas francesas fueron unas 17.000 y unas 9.000 las prusianas
domingo, 21 de noviembre de 2010
TEXTO INICIO DEL MOVIMIENTO OBRERO.
El nuevo sistema se funda en los nuevos principios que capacitaran a la humanidad para impedir en la próxima generación todos los males y miserias que nosotros y nuestros antepasados hemos experimentado. Se acabará con la ignorancia, se impedirá que las malas pasiones se fortalezcan, la amabilidad y la caridad prevalecerán universalmente, no se conocerá la pobreza, el interés de cada individuo estará en estrecha relación con el interés de todos los individuos del mundo. No habrá ninguna contradicción entre los deseos y apetencias de los hombres. La moderación será la característica de la sociedad. Cada uno poseerá sin perjuicio de los demás, todo lo que pueda tender a su comodidad y su felicidad. A su debido tiempo se formará comunidades con tales caracteres.
1. Realizar las pautas establecidas del comentario de texto.
2. Realizar la introducción histórica en la que se produce el texto.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. ¿Cuál es el proceso histórico al que se refiere?.
b. ¿Se cumplieron las predicciones del autor?
c. Según la frase: “la moderación será la característica de la sociedad” ¿Qué tipo de enfrentamiento se cree poder evitar.
1. Realizar las pautas establecidas del comentario de texto.
2. Realizar la introducción histórica en la que se produce el texto.
3. Responder a las siguientes cuestiones:
a. ¿Cuál es el proceso histórico al que se refiere?.
b. ¿Se cumplieron las predicciones del autor?
c. Según la frase: “la moderación será la característica de la sociedad” ¿Qué tipo de enfrentamiento se cree poder evitar.
viernes, 19 de noviembre de 2010
EL MOVIMIENTO OBRERO
1.LOS CAMBIOS SOCIALES: LA SOCIEDAD INDUSTRIAL
El paso de las sociedades preindustriales, o de Antiguo Régimen a la era de la industrialización provocó cambios en los modos de vida: en la organización del trabajo; en la distribución de los seres humanos en el espacio (éxodo rural y urbanización); y en la organización social de la pro¬ducción (patronos-obreros). Sin embargo, el binomio bur¬guesía-proletariado como expresión de la nueva sociedad de la industrialización resulta hoy en día una visión muy simplista de la realidad social del siglo XIX.
Ciertamente, a mediados del siglo XIX. con el triunfo del liberalismo y de la industrialización se desman¬telaron, en la mayor parte de Europa, las viejas estructuras políticas y sociales del Antiguo Régimen. Desapareció la vie¬ja sociedad estamental basada en el privilegio, siendo susti¬tuida por una nueva sociedad capitalista en la que la riqueza iba a ser el criterio principal de diferenciación social. Desde ahora, el talento, la capacidad y el trabajo medidos en tér¬minos de riqueza, como preconizaba el liberalismo, se con¬virtió en el principio de la movilidad social. Pero ello no entrañó de forma inmediata un cambio radical en la élites del poder y del dinero. La figura del burgués emprendedor, del gran empresario de la industria y de la Banca no cons¬tituiría, de forma exclusiva, la figura dominante de la socie¬dad liberal e industrial.
Las nuevas élites del siglo XIX y principios del siglo XX no se reducen a esa categoría social. En toda Europa la vieja nobleza perdió su hegemonía política y económica pero mantuvo parte de su riqueza, basada en la propiedad de la tierra y en su influencia política en los aparatos del poder del Estado liberal (ejército, diploma¬cia, etc.). Ahora, las nuevas élites europeas se nutrían tanto de las viejas noblezas terratenientes como de los grandes hombres de negocios cuyas fortunas provenían del comer¬cio, las finanzas; y, en menor medida, de los empresarios de la industria; y también de unas heterogéneas clases medias de fabricantes, comerciantes, individuos prove¬nientes de las profesiones liberales y funcionarios, cada vez más amplias y con un peso decisivo en la consolida¬ción del sistema liberal.
¬De igual modo, tampoco se sostiene la otra imagen tradicional de un proletaria¬do como grupo social dominante en el seno de las clases trabajadoras en el siglo XIX. De hecho, entre 1850 y 1870 los asalariados de las fábricas eran un sec¬tor minoritario. Hemos de tener en cuenta que en Gran Bretaña, hasta las déca¬das de 1830 y 1840, todavía era importante la manufactura doméstica, y en el cam¬po inglés, hasta su mecanización, a partir de la década de 1830, las transformaciones agrarias requirieron de una importante masa de trabajadores asalariados. Por otro lado, los artesanos y los pequeños comerciantes en Gran Bretaña, Bélgica, Francia o Alemania se resistieron a la proletarización. El proletariado de la gran fábrica empezó crecer en el último tercio del siglo pero a fines del siglo XIX no era todavía la categoría social dominante en el conjunto de las clases trabajadoras.
2. LAS CONDICIONES DE VIDA DE LAS CLASES TRABAJADORAS
En Gran Bretaña a comienzos del siglo XX y en otros países europeos como Bélgica, Francia y Alemania, a partir de 1850-1870, paralelamente a las transformaciones econó¬micas de la revolución industrial, se producen importan¬tes cambios sociales. Una de las de las consecuencias básicas de la revolución industrial fue el paso del sistema de producción de la manufactura al de la industria meca¬nizada. Con la introducción de la máquina, el proceso pro¬ductivo se transforma pasando del artesanado (el trabaja¬dor es propietario de los medios de producción y el proceso productivo empieza y acaba con él) al obrero asa¬lariado (no es dueño de los medios de producción sino una "pieza" más en el proceso de producción, gracias a la división social del trabajo).
La premisa del liberalismo económico que esta¬blecía las relaciones laborales al margen del Estado y sus leyes, colocaba al obrero en clara situación de desventa¬ja con respecto al patrono, que era quien fijaba el hora¬rio de trabajo, el salario, el despido, etc. Se configuraba así, desde el primer momento, una situación desigual cuyas consecuencias sobre las clases trabajadoras eran evidentes.
Son numerosos los informes, libros y folletos que denuncian ya desde fines del siglo XVIII, dicha situación. En ellos se constatan los males que comportaba para la pobla¬ción obrera la industrialización y el proceso de explota¬ción capitalista al que se veían sometidos por la ausencia de leyes que les protegiesen. Destaca sobremanera el abu¬so que se hacía del trabajo de los niños y de las muje¬res. Ya en 1796, William Pitt (dirigente del gobierno britá¬nico) se mostraba partidario del trabajo de los niños, cuyo horario laboral oscilaba entre las 14 y 16 horas diarias, a lo que se añade la disciplina y la dureza con que eran tra¬tados por sus patronos. En los demás países que se indus¬trializan más tarde, el panorama no era muy diferente. La situación de la clase obrera en Francia es uno de los cla¬ros precedentes de las revoluciones de 1830 y 1848.
Otra de las consecuencias inherentes a la indus¬trialización fue el gran trasvase de población de las zonas rurales a las urbanas, lugares de asentamiento de la nacien¬te industria moderna. Este crecimiento urbano dio lugar a cambios esenciales en la estructura de la ciudades que se convierten en el símbolo del capitalismo. Durante parte del siglo XIX, las familias obreras, por lo general, habitaban hacinadas en sótanos y chabolas sin las más mínimas condiciones sanitarias. El carácter de estas ciuda¬des industriales, cuando todavía no existía una neta sepa¬ración de barrios burgueses y obreros, era inquietante. La policía consideraba a estos trabajadores "grupos peligro¬sos" a los que había que reprimir.
Esta situación guardaba estrecha relación con el nivel "moral", como lo llamaban los contemporáneos, del pro¬letariado y de su carencia de educación. Esta necesidad de la educación de las masas trabajadoras era más eviden¬te por el contraste que ofrecían con los comerciantes e industriales que se habían formado en las universidades. En
1807, un proyecto de ley presentado al Parlamento britá¬nico para crear escuelas primarias, fue rechazado por la Cámara de los Lores, con el pretexto de que era peligro¬so fomentar la educación de los pobres, lo cual les llevaría a despreciar su condición y a reflexionar sobre su situa¬ción. En otros países, la mayor preocupación por la educa¬ción dio algunos resultados, aunque en Francia a comien¬zos del siglo XIX, de 25 millones de habitantes sólo 10 millones sabían leer y escribir.
Estas condiciones descritas, comunes a la mayor parte de los países y de las fábri¬cas, hizo que se extendiera la toma de conciencia ante los abusos a que llevaba el liberalismo económico. Ya en 1796 se solicitaba en Gran Bretaña una legislación laboral, lo que dio como resultado la Ley de Fábricas de 1802 que obligaba a los patronos a adoptar medidas en favor de la higiene (talleres aireados) y condiciones de trabajo (jornada laboral de 12 horas), sobre todo para los niños, a los que se tenía que instruir. Esta ley no se aplicó, aunque fue el precedente de una legislación laboral. No fue hasta 1832 cuando, la Ley de Fábricas que sólo se refería a la indus¬trial textil, redujo el trabajo de los niños menores de trece años a nueve horas y prohibió el trabajo nocturno a los menores de 18 años. El sentido de la ley y la ins¬pección creada para su cumplimiento levantaron la oposición de los industriales.
En Francia, área alemana y Estados Unidos, y de forma paralela a su desa¬rrollo industrial, no se aprobarían legislaciones para mitigar la situación de la cla¬se obrera hasta los años cuarenta del siglo XIX. Aun así, en los decenios centra¬les del siglo XIX, las condiciones sociales de las clases trabajadores no experimentaron sensibles mejoras.
3. LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO BRITÁNICO: DEL LUDISMO AL CARTISMO
A. LOS MOVIMIENTOS LUDITAS O MECANOCLASTAS
La toma de conciencia de la clase obrera comen¬zó pronto y por diversas razones. Destacó el temor a los efectos que la mecanización producía: paro y competencia. Ello dio lugar a movimientos mecanoclastas (destruc¬ción de maquinas) cuyos precedentes se remontan al siglo XVII.
Estas primeras reacciones, consideradas por las autori¬dades como "un asunto de obreros manuales analfabetos" tenían dos objetivos: oponerse a la introducción de maquinaria, sobre todo la que 'permitía ahorrar trabajo y, al mismo tiempo, era un medio normal de presión sobre los patronos para obtener determinadas reivindicaciones; y, en estos casos, se dirigía también contra la materia pri¬ma, los productos terminados o la propiedad privada de los patronos. Tanto las proclamas como los ataques a las máquinas y a sus propietarios aparecían firmadas por un tal "general Ludd", un personaje mítico, de ahí que en Gran Bretaña recibiesen el nombre de luditas.
El movimiento ludita destaca por su alto grado de organización y por un carácter insurreccional que estuvo próximo a objetivos revolucionarios de mayor envergadu¬ra. Los luditas pretendían no sólo imponer condiciones favorables para los trabajadores sino que fue el primer movimiento de resistencia contra un orden social, el capi¬talista, que imponía un proceso de proletarización. Abarcó buena parte del siglo XVIII y se prolongaría hasta los años 1830. El movimiento ludita aglutinó a trabajadores manua¬les de la manufacturas, a los asalariados del putting out sys¬tem, a campesinos asalariados y a pequeños productores independientes.
En Gran Bretaña, estas acciones que, a menudo, deri¬vaban en la destrucción de las máquinas, y dejaban sin trabajo a los obreros o producían la baja de los salarios, se intensificaron en el siglo XVIII y alcanzaron su punto cul¬minante entre 1811 y 181 2 con la destrucción de miles de telares movidos a vapor, lo que dio lugar a enfrenta¬mientos con el ejército y a un endurecimiento de la legis¬lación que castigaba las destrucción de las máquinas con la pena de muerte.
Esta reacción violenta se explica por los graves proble¬mas de las clases trabajadores a comienzos del siglo XIX: paro, miseria, alza de los precios y una legislación que influida por el liberalismo económico, les negaba el dere¬cho de mejorar sus condiciones de vida y a asociarse.
También en el continente europeo hubo manifesta¬ciones de resistencia de los trabajadores a la introducción de la máquinas.
En Francia, coincidiendo con la crisis de 1817-1821 y 1830-1832, los trabajadores del textil y de otros oficios (impresores, metalúrgicos) protagonizan acciones muy simi¬lares como fueron las destrucciones de jennies por los teje¬dores del Norte (Normandía), culminando con la insurrec¬ción de los tejedores de seda (los canuts) de Lyon en 1831.
En España destacan el motín de tejedores y artesanos de Alcoy en 1821, que derivó en destrucción de máquinas de hilar de cardar y destrucción de selfactinas; y el incen¬dio de la fábrica El Vapor de Bonaplata y Compañía en Bar¬celona en 1835.
B. LAS PRIMERAS ASOCIACIONES SINDICALES
Mientras el Estado permanecía al margen de estas nuevas relaciones patronos-obreros, sí se preocupaba por el control de los obreros e impedía el asociacionismo. En Francia la Ley Le Chapelier (1791), base de las nuevas relaciones labora¬les en las primeras décadas del siglo XIX, establecía que el contrato de trabajo no podía ser más que el contrato de individuo a individuo, o sea, de patrono a obrero.
En situación desigual, los obreros eran las víctimas de ese concepto absoluto de la libertad teórica, entendida así por la burguesía. En Gran Bretaña, el ministro William Pitt lograba del Parlamento la aprobación de la Anti-Combi¬nation Act en 1800 que prohibía y castigaba cualquier tipo de asociación de trabajadores. La tendencia a reprimir todo tipo de asociación será una constante en la Gran Bretaña del primer cuarto del siglo XIX
A pesar de ello, artesanos y obreros formaron asocia¬ciones y realizaron manifestaciones opuestas al rey y a su ministro Pitt. De forma paralela a las reivindicaciones labo¬rales, se inició la lucha por planteamientos político-socia¬les (petición de reforma electoral). Así sucedió en 1819 con las manifestaciones de Manchester que fueron reprimi¬das con dureza (matanza de Peterloo).
Finalmente, la campaña por la libertad de asociación iniciada por el sastre Francis Place condujo, en 1824, a la abolición de las Anti-Combinations Laws que prohibían las asociaciones obre¬ras. En Alemania y en Francia el derecho de asociación no se conquistaría hasta 1881 y 1884, respectivamente.
Ello permitió el primer impulso del asociacionismo obrero británico a través de dos caminos: uno la creación de sindicatos por oficios (Trade Un;ons) cuyos obje¬tivos sólo eran conseguir mejorar las condiciones de trabajo; y otro, la formación de cooperativas con el propósito de cambiar el sistema de producción, suprimien¬do la economía capitalista (basada en la explotación y el beneficio) por otro basado en la cooperación de todos los productores. Ambas tendencias carecieron de accio¬nes políticas prácticas.
Así, entre 1824-1832 se crean las primeras asociaciones obreras cuyas características eran la fragmentación por oficios. Se trataba de sociedades de ayuda mutua cuya finalidad era crear fondos con las cotizaciones de los mutualistas para atender las pensiones de orfandad o las subvenciones en caso de huelga. Tuvieron un carácter cooperativo y estaban formadas por trabajadores cualificados.
C. EL SINDICALISMO-UNIONISMO
Desde 1829 a 1832 se inicia una nueva dinámica, supe¬rándose las divisiones y uniones por oficios. Destacan dos líderes, uno de las Trade Unions o sindicatos por oficios y otro del cooperativismo. Fueron Doherty, el típico obrero sindicalista, y Robert Owen, que fue primero obrero y luego empresario. El primero creó la Asociación General de Oficios Unidos para la Protección del Trabajo, que llegó a tener 100.000 afiliados. Aunque de vida efímera -fue disuelta en
1832 por el gobierno bajo la presión de los patronos¬ constituye el primer ensayo del movimiento obrero. Por su parte Robert Owen fundó, en 1834, el Gran Sindicato Nacional Consolidado con la idea de agrupar a las Trade Unións y a la clase obrera para conquistar pacíficamente el poder. Fracasaría al año siguiente, a consecuencia de las disensiones internas y la persecución policial.
En 1834 se llevó a cabo, gracias a la acción conjunta de Doherty y Owen, una huelga general que reivindicó la jornada laboral de 8 horas. El gobierno británico se vio obligado a la concesión de las 13 horas como límite de la jornada laboral diaria pero esta medida fue seguida de una fuerte represión. Se restringieron las asociaciones obreras que no podían ser generales sino otra vez por oficios. Ade¬más, el patrono podía despedir a cualquier obrero sindica¬do. Las consecuencias fueron una serie de huelgas violen¬tas en 1835 que agotaron al movimiento, al ser encarcelados sus principales líderes.
D. EL CARTISMO
Se puede afirmar que el movimiento cartista se benefició de los primeros fracasos del sindicalismo. De otro lado, la continuación de las reivindicaciones obreras, las malas con¬diciones de trabajo en las fábricas, el escaso poder adquisiti¬vo de los salarios, el desencanto por la reforma electoral de 1832 así como la Ley de Pobres de 1832 que imponía el trabajo obligatorio en las work-houses impulsó a los obreros a considerar que el reducir sus acciones a reivindicaciones económicas no les llevaría lejos. Por ello se volvió la aten¬ción al tema del derecho al sufragio universal masculino.
En efecto, en 1836 W. Lovett creo la Londoneer Working Men's Association, constituida por respetables artesanos. El propio Lovett y Francis Place redactaron dos años más tar¬de, en 1838, La Carta del Pueblo (People's Charter), docu¬mento básico en la historia del movimiento obrero inglés. Esta "Carta" llegó a ser el grito general de los reformadores radicales. El programa cartista se reducía a cuestiones políticas: sufragio universal masculino, supresión del requisi¬to de ser propietario para ser diputado; distritos electorales iguales (denuncia del sistema electoral denominado despec¬tivamente "burgos podridos"), voto secreto, renovación anual del Parlamento y pago de dietas a los diputados. Pero en sus seis puntos subyacían motivos económicos y socia¬les. Por primera vez se unía la petición de una democracia política y social. Los hombres que redactaron la "Carta" eran socialistas partidarios del cooperativismo owenista.
Sin embargo, en el movimiento cartista hubo posturas ideológicas muy contrapuestas: desde sindicalistas y cooperativistas owenistas a socialistas y radicales. En defi¬nitiva, el cartismo se caracteriza por:
.a. La línea principal cartista fue política. Pretendían sufragio universal masculino para promover los cambios socioeconómicos que mejorasen las condiciones de vida y de trabajo de los obreros.
.b. Fue un movimiento aglutinador de tendencias socialistas y demócratas. Pero no fue un movimiento unitario ni en sus formas de acción: había dirigentes parti¬darios de la presión política pacífica y otros de la huelga y de las acciones violentas; ni en su base social: militaron en él miembros de la pequeña burguesía radical, trabajadores manuales de los oficios tradicionales y obreros de las nue¬vas industrias y de la minería.
En sus inicios (1838-1839) redactaron la llamada Carta del Pueblo que fue enviada al Parlamento donde halló su completo rechazo en varias ocasiones (1838, 1842 Y 1848). Más tarde, bajo el influjo de las revoluciones de 1848, los cartistas enviaron de nuevo la Carta al Parlamento y orga¬nizaron una gran manifestación en Kennington Common.
El cartismo desaparecería sin lograr prácticamente ninguno de sus objetivos. sal¬vo la ley de 1847 que limitaba la jornada laboral a 10 horas. Pero demostró la capa¬cidad de amplias masas de obreros para organizarse y movilizarse. vislumbrando la posibilidad de mejorar las condiciones de la clase obrera por la vía democrática y parlamentaria. El fracaso del cartismo condujo. de forma definitiva al movimiento sindical británico. hacia los métodos pacíficos y la negociación para la consecución de mejoras sociolaborales. Las nuevas Trade Unions (1868) crearon un Comité Par¬lamentario para impulsar la entrada de sus representantes en la Cámara de los Comunes y conseguir la aprobación de leyes beneficiosas para la clase obrera.
-4. LOS ORÍGENES DEL SOCIALISMO
A. EL SOCIALISMO UTÓPICO*
Desde el punto de vista ideológico, la respuesta a los abu¬sos del capitalismo industrial y a la indefensión de los obreros frente a sus patronos, dio lugar al desarrollo de las primeras teorías sociales que intentaban dar soluciones a esa situación.
Nacen así los primeros socialistas, más tarde denomi¬nados "utópicos" que fueron, principalmente, en Francia, Saint-Simon, Fourier, Proudhon, y en Gran Bretaña, Owen. Éstos denunciaron la explotación y la miseria que sufrían los obreros y obreras; criticaban al sistema capitalista, basado en la propiedad privada, la competitividad y el ansia ilimitada del beneficio; planteaban sustituirlo por sistemas de organiza¬ción social y de la producción realizados de forma colectiva y cuyas rentas estuviesen igualitariamente repartidas; y, por último, confiaban en que la tarea de reformar la sociedad capitalista y eliminar sus males (explotación, miseria, degra¬dación moral) podía realizarse pacíficamente, sin necesidad de una revolución o lucha de clases que enfrentase violenta¬mente a obreros y capitalistas. Pero, entre otras cosas dis¬crepaban en cuanto a la forma ideal de organización de la sociedad, la propiedad privada y el papel del Estado.
B. SOCIALISTAS UTÓPICOS
Uno de los primeros fue el conde de Saint-Simon (1760-1825), un noble ilustrado partidario de la supresión del Antiguo Régimen. Elaboró en una de sus obras, "Catecis¬mo político de los industriales" (1819), un socialismo industrial. Para Saint-Simon la sociedad ideal sería aquella en la que se eliminase la injusticia y la división de la sociedad en "traba¬jadores" (burguesía, campesinos, artesanos y obreros) y "ociosos" (nobleza y clero) por una sociedad industrial en la que la tecnología estuviese al servicio de todos y gober¬nada por los más capaces, los magnates de la industria y los científicos. Estamos ante un socialismo de tipo productivista.
Charles Fourier (1772-1837), proveniente de una familia de la burguesía comercial, elaboró sus teorías que rechazaban la organización social existente, de la que resal¬ta los aspectos más inhumanos de la producción a gran escala y de la competencia. Como alternativa a la organi¬zación capitalista propone establecer una organización social más adecuada a la naturaleza del hombre y hacer desaparecer los males de la sociedad industrial. Esa nueva forma de organización social son los falansterios. Se trata de pequeñas comunidades (entre 1.500 y 2.000 personas) que se crearían por la acción voluntaria; en las que cada trabajador aportaría un mínimo de capital y realizaría aquel trabajo más adecuado a su carácter; y en las que se traba¬jaría en armonía mutua, eliminándose el beneficio y la com¬petencia. Estas comunidades se basarían, sobre todo, en el trabajo agrícola que Fourier consideraba como la principal y la más natural ocupación de los hombres, lo cual impli¬caba un rechazo completo a la sociedad industrial. Aunque la influencia de Fourier fue escasa, algunos de sus discípu¬los como Cabet fundaron este tipo de cooperativas.
Robert Owen (1771-1858) es uno de los pocos socialistas utópicos británicos. Influido por los problemas de la sociedad industrial -él mismo fue propietario de una fábrica, la New Lanark- al contrario que Fourier no pensa¬ba en la vuelta a una sociedad preindustrial reformada. En Owen se distinguen dos etapas. Una filantrópico (1813) en la que intenta convertir su propia empresa la New Lanark en una fábrica-modelo (reducción de la jornada laboral, creación de escuelas y de cooperativas de consumo), con¬fiando en que otros empresarios adoptarían medidas simi¬lares. Otra cooperativista (1831-1844) en la que rechaza totalmente el sistema capitalista y propone la creación de "comunidades o colonias agrícolas e industriales" que reemplazarían sin violencia las estructuras existentes. En estas colonias el trabajo estaría igualitariamente repartido, no habría salarios en forma de moneda sino en bonos-tra¬bajo y tanto la producción como el consumo estaría socia¬lizado. Owen intentó organizar en Gran Bretaña esas coo¬perativas, esperando hallar apoyo en los empresarios y en el Estado. Decepcionado, marchó a Estados Unidos donde, en 1824, fundó una de esas cooperativas, la New Harmony, que terminó en fracaso. Owen destaca tanto por ser el inspirador del cooperativismo como por su notable papel de dirigente sindical en la etapa de 1830 a 1836.
Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) fue el primer socialista en llamarse a sí mismo anarquista y en expresar claramente su rechazo a cualquier forma estatis¬ta de gobierno. Concibe que, en la sociedad futura, el Esta¬do debe desaparecer y ser sustituido por dos nuevas for¬mas de organización: el mutualismo y el federalismo. La nueva sociedad deberá estar organizada en pequeñas unidades agrícolas y artesanales, basadas en la ayuda mutua y en la autogestión por los propios trabajadores (las "mutuas") que se asociarán o federarán libremente, haciendo desaparecer de esta manera el centralismo y el autoritarismo del Estado. Aunque en una de sus primeras obras ¿Qué es la pro¬piedad? (1840) respondía que "la propiedad es un robo",
Proudhon no se oponía totalmente a la propiedad privada en sí sino a la propiedad absoluta del capitalista que implicaba la negación de la existencia del interés social.
Proudhon contribuyó decisivamente al desarrollo de las ideas anarquistas. Su influjo fue enorme entre los obreros de París en las décadas de 1850 a 1860 y sus ideas tuvieron una gran influencia en la sección francesa de la Asociación Interna¬cional de Trabajadores.
5. LA CONSOLIDAClÓN DE LAS TEORIAS SOCIALISTAS
A. EL MARXISMO
Karl Marx (1818-1883) Y Friederich Engels (1820¬-1895) realizaron una aportación decisiva a la historia del pensamiento socialista. Con ellos culmina el socialismo del siglo XIX. El marxismo se encuentra estrechamente ligado a:
1.° La corriente filosófica idealista alemana, representada por Hegel, del que Marx adopta su método lógico, la dialéctica -el estudio del encadenamiento de las contradicciones que engendra la Historia-, para elaborar lo que el llamó él "materialismo dialéctico", cuyo principio de la contradicción constituye la fundamentación de la teoría de la lucha de clases como motor de la Historia.
2.° La obra de los teóricos del liberalismo econó¬mico (Adam Smith y David Ricardo), a los que Marx, en sus obras Crítica a la Economía Política (1859) y El Capital (1867), somete a crítica, exponiendo su tesis de que el sis¬tema capitalista, basado en la plusvalía* y la ley de acumula¬ción o concentración de capital*, agudiza la bipolarización y el antagonismo social entre la burguesía y el proletariado.
3.° Los llamados socialistas de transición (L. Blanc, A. Blanqui, Simone de Sismondi) quienes se separan de los utópicos al afirmar que la emancipación de los obreros sólo podía provenir de sus propios esfuerzos y que el pensamiento socialista debía proporcionarles no sólo una teoría revolucionaria sino también unos objetivos para alcanzar el poder.
Los conceptos fundamentales del marxismo son:
1.° La interpretación materialista de la Historia o materialismo histórico. Uno de los objetivos de Marx, a raíz de las revolucio¬nes de 1848, fue la investigación de las leyes que rigen la Historia. En el conjunto de sus obras, entre las que cabe citar: El Manifiesto Comunista (1848), Formaciones económi¬cas precapitalistas (1857-1858), Contribución a la crítica de la Economía Política (1859) y El Capital (1867), trata de elabo¬rar con detalle su filosofía de la Historia, el materialismo his¬tórico, en expresión de Engels.
Su concepción materialista de la Historia parte del principio según el cual la producción y el intercambio de los productos son la base de toda la ordenación de la sociedad.
. En toda sociedad que se presenta en la Historia (esclavista, feudal y capitalista), la producción y la distribu¬ción de los productos origina la división en clases sociales o capas sociales a tenor de cómo se produce (modo de producción) y del modo en que se distribuye o intercam¬bia lo que se produce (apropiación del excedente).
. Consiguientemente, la causa última de todo cambio social y de toda revolución política tiene que buscarse no en la mente de los hombres en su creciente conocimien¬to de la verdad o de la justicia eterna y absoluta, sino en la transformación del modo de producción; no debe buscar¬se en la filosofía sino en la economía.
2.° La teoría de la lucha de clases como motor histórico
Para Marx, la lucha de clases y la revolución son medios inseparables en la transformación del sistema capitalista en una sociedad sin clases. En la sociedad capitalista, entre ambas -burguesía y proletariado- existe un antagonismo derivado de la diferente apropiación del excedente. Ello origina un enfrentamiento entre la clase detentadora de los medios de producción (en el sistema capitalista, la bur¬guesía) y el proletariado que sólo posee la fuerza de su trabajo. Si en principio esta lucha es de tipo económico (mejora de condiciones de trabajo, salario, etc.), se trans¬forma en política a medida que la conciencia de clase entre el proletariado pone en evidencia que toda transformación de su status sólo puede realizarse mediante la conquista del Estado, órgano de la clase dominante.
3.° La teoría del Estado: de la dictadura del pro¬letariado a la sociedad comunista
En la sociedad industrial, cuyos protagonistas son la burguesía y el proletariado, la primera ha monopolizado todo el poder en sus manos tras la destrucción del siste¬ma feudal. Aunque el Estado sea democrático, no deja de ser -en opinión de Marx- un Estado de clase que sancio¬na y protege la propiedad privada, fuente de toda desi¬gualdad bajo el capitalismo. Así, pues, el Estado, como Esta¬do de clase, es un instrumento de opresión de la clase económicamente superior que impone su sistema de explotación sobre la clase obrera.
Marx sería el primer socialista que aceptase como inse¬parable de la emancipación total del proletariado una serie de condiciones básicas para la desaparición del Estado como instrumento de dominio de una clase sobre otra. Estas son:
a. La revolución social violenta o revolución total que produzca la destrucción del aparato político burgués.
b. El proletariado debe organizarse no sólo para luchar por las mejoras econó¬micas, sino también tiene que organizarse en un partido político independiente de los partidos burgueses, en el que los comunistas, por su conocimiento teórico-prác¬tico, constituyen la vanguardia, y se identifican con él.
c. El objetivo de ese partido será la conquista del Estado y a través de él, deten¬tándolo dictatorialmente (dictadura del proletariado) durante un período transito¬rio, emprender la vía socialista al comunismo (colectivización de los medios de pro¬ducción, sociedad sin clases clases y paulatina desaparición del Estado como instrumento de opresión).
B. EL ANARQUISMO*
A Guillermo Godwin (1756-1836) se le considera el primer teórico del anarquismo. En su Indagación acerca de la justicia política (1793) realiza una crítica contra toda forma de organización política. Para Godwin el hombre es innatamente bueno y sólo la sociedad corrompida por el Estado lo corrompe a su vez. Sus tres ideas más destaca¬bles fueron: su fe en el progreso, su confianza en la bondad innata del hombre y la hostilidad hacia el Estado.
Por su parte, Max Stirner (1806-1856) en su obra, El individuo y la propiedad, atacaba violentamente la moral burguesa, la religión, la propiedad y toda forma de organi¬zación política existente. Pero como ya se ha señalado, fue Proudhon quien negó tajantemente cualquier forma esta¬tista de gobierno, influyendo directamente en la figura más representativa del movimiento anarquista del siglo XIX, M. Bakunin, quien, no obstante, no compartía con Proudhon sus ideas sobre la propiedad.
Como el marxismo, el anarquismo rechaza total¬mente la sociedad capitalista, surgida de la industrializa¬ción y basada tanto en la propiedad privada como en la explotación sistemática de los trabajadores. Pretende destruir por la violencia este sistema y sustituirlo por una sociedad igualitaria. El anarquismo destaca por su exaltación de libertad del individuo, por ello puede entenderse esta ideología como un liberalismo llevado a sus últimas consecuencias, la completa libertad individual y la hostilidad hacia el Estado.
El anarquismo defiende la eliminación del Estado y de todas las instituciones que lo sustentan (el ejérci¬to, la Iglesia, la familia) por ser un instrumento de opresión de la clase dominante y sancionador de la explotación del trabajo por parte de las clases privilegiadas. Uno de los esló¬ganes clásicos del anarquismo fue "Ni Dios ni amo".
Rechaza tanto el Estado como la propiedad priva¬da y la herencia. Propugna la reorganización de la socie¬dad sobre el modelo ideal de organización social propuesto por Proudhon, el mutualismo y el federalismo; sin embargo las mutuas o comunas anarquistas se basarán en la supresión de la propiedad privada y de la heren¬cia, en la colectivización de todos los medios de producción y su autogestión por los propios trabajadores, así como en la libre federación de las comunas.
Para lograr esos objetivos e implantar una sociedad anar¬quista auténticamente libre, es partidario de la destrucción violenta del Estado mediante diversas estrategias que van desde la revolución violenta y espontánea a la acción direc¬ta o el terrorismo (la "propaganda por los hechos" como gustaba denominarla a los anarquistas) que consistía en aten¬tados dirigidos contra personas o instituciones estrechamen¬te ligadas al orden capitalista y burgués (asesinato del zar Ale¬jandro 11 en 1881, de Cánovas del Castillo en 1897, etc.).
El anarquismo del siglo XIX consideraba al campe¬sinado y a los sectores marginados de la sociedad como la fuerza revolucionaria por excelencia y no al proletariados industrial. De ahí su mayor arraigo en los países y regiones de la Europa centro-oriental y mediterránea básicamente agrarios y poco industrial izados. Rechaza la organización de los obreros en partidos políticos (apoliticismo) con vistas a la conquista del Estado y la implantación de "gobiernos revolucionarios" aunque sean provisionales. Piensa, en definitiva, que la revolución deben consistir en un proceso violento y destructivo que desde el primer momento debe tender a crear una sociedad nueva de hombres absolutamente libres, sin Estado, sin instituciones y organizados en comunas autónomas.
6. LA PRIMERA INTERNACIONAL DE TRABAJADORES
A. LOS ORÍGENES DE LA INTERNACIONAL
Tras las revoluciones de 1848 hubo un retroceso general de los derechos de los obreros, sobre todo en lo referente al derecho de sindicación y de huelga. Sólo en Gran Bretaña siguieron existiendo Uniones Sindicales (Tra¬de Unions), estrictamente profesionales, olvidando los plan¬teamientos revolucionarios.
A pesar de ello, en 1863, a raíz de la invitación de los obreros británicos, se constituyó en Londres un Comité y se elaboró un llamamiento en el que destacaba la necesi¬dad de organizar congresos que reuniesen a los obreros de todos los países para hacer un frente común de lucha contra los gobiernos y las prácticas del capitalismo (como la de la patronal británica que a menudo recurría a los obreros del continente para boicotear las huelgas de los tradeunionistas).
En 1864 se celebró en Londres la primera reunión en el St. Martin's Hall en la que se funda la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), más conocida como la Internacional. Allí estuvieron representantes británicos y franceses, emigrados polacos, italianos, húnga¬ros y alemanes, entre ellos Marx, que aprobaron la crea¬ción de secciones obreras y la redacción de un proyecto de Estatutos de la Internacional.
B. LOS PRINCIPIOS RECTORES DE LA INTERNACIONAL
Marx fue el encargado de redactar el proyecto de esta¬tutos lo que explica que estuviesen claramente inspirados por él. Los estatutos defendían que la emancipación de la clase obrera debía ser obra exclusiva de los propios tra¬bajadores, independientemente de pactos con otros sec¬tores sociales; que la clase obrera no podía ser indiferen¬te a la conquista del poder político; que la emancipación de la clase obrera debía tener un alcance internacional para evitar los fracasos anteriores; y asimismo se proponía impulsar la fundación de partidos y sindicatos obreros.
Pero la influencia numérica de la Primera Inter¬nacional fue modesta. En su momento de apogeo, mientras que las Trade Unions británicas contaban con más de 800.000 afiliados, la AIT no tenía más de 50:000 en Gran Bretaña. Además su reclutamiento provenían más de los antiguos oficios que del textil o de la metalurgia. No se debe olvidar, también, que por esas fechas la implantación del capitalismo industrial era débil y escasa la capacidad organizativa del incipiente movimiento obrero.
La Primera Internacional creo dos órganos principa¬les: un Consejo General, órgano ejecutivo entre con¬greso y congreso, en el que estaban representados todas las secciones nacionales de la Internacional, y un Congre¬so, órgano máximo de decisión.
C. LOS CONFLICTOS INTERNOS EN LA INTERNACIONAL
Pero en el seno de la Internacional pronto surgieron conflictos ideológicos internos: por un lado la oposi¬ción entre Marx y los seguidores de Proudhon y, por otro, el largo y agrio debate entre Marx y Bakunin
Los proudhonianos que integraban gran parte de la delegación francesa, eran partidarios de la propiedad pri¬vada y de una evolución pacífica y progresiva muy alejada de la concepción revolucionaria del marxismo. Rechazaban la huelga para lograr una legislación laboral favorable a los trabajadores. En los primeros Congresos consiguieron imponer sus criterios. Pero desde los Congresos de Bru¬selas (1868) y Basilea (1869) triunfan los marxistas.
Precisamente, en el Congreso de Basilea (1869) hace su aparición un nuevo personaje, M. Bakunin. Éste había fundado en 1868 la Alianza Internacional para la demo¬cracia socialista que contaba con el apoyo de las secciones nacionales más numerosas de Italia, España, Suiza y Francia. Pidió la adhesión a la Internacional que a pesar de la oposición de Marx, se materializó en este año.
A partir de aquí y en los sucesivos Congresos, se desarrollaron encarnizados debates entre los dos grandes teóricos del movimiento obrero. Aunque tanto marxistas como bakuninistas o anarquistas pretendían un mismo objetivo (la revolución económica y social así como la instauración de una sociedad sin clases) sus pun¬tos de divergencia constituyen un abismo insalvable entre ambas ideologías. Estas diferencias son:
.a. Marx difiere claramente de Bakunin en su concepción del Estado. Para el primero el objetivo de la revolución social es la conquista del Estado por el proletariado mien¬tras que el segundo era partidario de la destrucción del Estado y de todas las instituciones que lo sostienen (ejér¬cito, Iglesia, etc.).
.b. Bakunin rechaza el principio marxista del establecimiento de una dictadura del proletariado o comunismo de Estado basado en un partido centralizado y discipli¬nado, mientras que propugna la abolición inmediata del Estado y la constitución de comunas libremente federadas e independientes.
c. Otra diferencia fundamental entre Marx y Bakunin es que mientras el primero piensa que la revolución servirá para los que ahora explotados se alcen con el poder, es decir, la revolución significará el triunfo de una clase y la derrota de otra, Bakunin cree que beneficiará a toda la Humanidad.
d. Las diferencias también se hacen patentes en cuanto a la organización de la Internacional. Bakunin era partidario de una organización descentralizada y se opo¬nía al dominio del Consejo General sobre las secciones obreras.
e. Por último, les separaban los métodos que la clase obrera debía adoptar para conseguir el triunfo revolucionario; se trata de la cuestión de la participación de los obreros en la vida política, lo cual defendían los marxistas y rechazaban los anar¬quistas partidarios del apoliticismo.
6. CRISIS Y DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL
A. LA COMUNA DE PARÍS
Las polémicas entre el anarquismo y el marxismo tras¬pasaron el marco de la Internacional y enfrentaron a los respectivos militantes en un acontecimiento histórico con¬creto: la Comuna de París de 1871.
La derrota francesa en Sedán en 1871 frente a los pru¬sianos, puso fin al Segundo Imperio francés. Al mismo tiempo el avance de las tropas alemanas que amenazaban con bombardear París, desató el levantamiento de la ciu¬dad y la formación de un gobierno provisional revolucio¬nario, la Comuna. La Comuna fue a la vez una reacción espontánea ante la derrota y una protesta contra la evolu¬ción socioeconómica de fines del Segundo Imperio.
Las pérdidas humanas en la guerra, la derrota militar, el anuncio de un armisticio con Alemania y la apresurada convocatoria de unas elecciones a la Asamblea Nacional, -sin apenas propaganda electoral, listas electorales fiables ni participación del electorado- que dieron la victoria a una opción conservadora- fueron los impopulares acon¬tecimientos que provocaron la insurrección parisina.
El levantamiento parisino fue propiciado además por la agitación política de blanquistas* internacionalistas, de los anarquistas y de los proudhonianos que conjunta¬mente, formaron un gobierno insurreccional alternativo, el Consejo General de la Comuna (diciembre de 1870 a mayo de 1871). Durante su breve gestión, la Comuna trató de poner en práctica un programa de gobierno radical: empresas dirigidas por los obreros, supresión de los alquileres y de las deudas de los pequeños y media¬nos empresarios, laicización de las escuelas, proyecto de enseñanza primaria gratuita y obligatoria, libertad de expresión total, etc.
Pero la Comuna fracasó ya que fue una experiencia urbana aislada que, pese a tener un cierto eco en ciudades como Lyon, Marsella o Saint Etienne, no logró captar al resto de Francia, lo cual favoreció la represión del ejército durante la llamada "Semana Sangrienta" que se convirtió en una auténtica guerra civil urbana (30.000 comunards muertos y otros 40.000 procesados).
Los acontecimientos de la Comuna fueron interpreta¬dos por los contemporáneos de modos muy diversos. La versión conservadora y burguesa consideró la Comuna como una explosión social que puso en peligro los intere¬ses de las "clases laboriosas". Marx, en su obra La guerra civil en Francia, consideró la Comuna como el primer intento de crear un gobierno revolucionario equivalente a su idea de dictadura del proletariado. De esta forma, el Estado pasó de ser opresor a emancipador de la clase obrera. También lla¬mó la atención de Bakunin la desaparición del Estado y la organización del poder por los trabajadores que suponía el paso a la situación deseada por los anarquistas.
En cualquier caso, en la Comuna, utópicos, bakuninistas e internacionalistas promarxistas se enfrentaron sobre las formas sociales a implantar: la concepción centralizada o federativa del gobierno insurreccional, las medidas sociali¬zadoras, etc. Fue así como los enfrentamientos ideológicos y teóricos detectados en la Internacional tuvieron su plas¬mación práctica. Unos y otros se imputaban la responsabi¬lidad del fracaso de la Comuna. La expulsión anarquista de la AIT sólo confirmó lo que ya era una realidad en las luchas obreras: la pugna encarnizada entre anarquistas y marxistas.
B. LA DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL
A partir de 1871, hay dos partidos o posiciones netamente separadas, pues has¬ta ese momento no se podía hablar de una división profunda. Ahora existe un "par¬tido" marxista "autoritario" y un "partido" anarquista "antiautoritario".Tras la expul¬sión de Bakunin en 1872 (Congreso de La Haya), Marx y sus seguidores deciden el traslado del Consejo General de Londres a Nueva York, y en 1876 en el Con¬greso de Filadelfia se acuerda la disolución de la la Internacional para evitar que la organización cayese en manos de los bakuninistas. Sin embargo, los "antiautorita¬rios" no se declaran vencidos y se erigen en la genuina representación de la AIT. Su centro de acción será Suiza. AIIí se celebran varios Congresos hasta 1880 que anun¬cia el final de esa Internacional "antiautoritaria" ante la divisiones que afloraron.
El paso de las sociedades preindustriales, o de Antiguo Régimen a la era de la industrialización provocó cambios en los modos de vida: en la organización del trabajo; en la distribución de los seres humanos en el espacio (éxodo rural y urbanización); y en la organización social de la pro¬ducción (patronos-obreros). Sin embargo, el binomio bur¬guesía-proletariado como expresión de la nueva sociedad de la industrialización resulta hoy en día una visión muy simplista de la realidad social del siglo XIX.
Ciertamente, a mediados del siglo XIX. con el triunfo del liberalismo y de la industrialización se desman¬telaron, en la mayor parte de Europa, las viejas estructuras políticas y sociales del Antiguo Régimen. Desapareció la vie¬ja sociedad estamental basada en el privilegio, siendo susti¬tuida por una nueva sociedad capitalista en la que la riqueza iba a ser el criterio principal de diferenciación social. Desde ahora, el talento, la capacidad y el trabajo medidos en tér¬minos de riqueza, como preconizaba el liberalismo, se con¬virtió en el principio de la movilidad social. Pero ello no entrañó de forma inmediata un cambio radical en la élites del poder y del dinero. La figura del burgués emprendedor, del gran empresario de la industria y de la Banca no cons¬tituiría, de forma exclusiva, la figura dominante de la socie¬dad liberal e industrial.
Las nuevas élites del siglo XIX y principios del siglo XX no se reducen a esa categoría social. En toda Europa la vieja nobleza perdió su hegemonía política y económica pero mantuvo parte de su riqueza, basada en la propiedad de la tierra y en su influencia política en los aparatos del poder del Estado liberal (ejército, diploma¬cia, etc.). Ahora, las nuevas élites europeas se nutrían tanto de las viejas noblezas terratenientes como de los grandes hombres de negocios cuyas fortunas provenían del comer¬cio, las finanzas; y, en menor medida, de los empresarios de la industria; y también de unas heterogéneas clases medias de fabricantes, comerciantes, individuos prove¬nientes de las profesiones liberales y funcionarios, cada vez más amplias y con un peso decisivo en la consolida¬ción del sistema liberal.
¬De igual modo, tampoco se sostiene la otra imagen tradicional de un proletaria¬do como grupo social dominante en el seno de las clases trabajadoras en el siglo XIX. De hecho, entre 1850 y 1870 los asalariados de las fábricas eran un sec¬tor minoritario. Hemos de tener en cuenta que en Gran Bretaña, hasta las déca¬das de 1830 y 1840, todavía era importante la manufactura doméstica, y en el cam¬po inglés, hasta su mecanización, a partir de la década de 1830, las transformaciones agrarias requirieron de una importante masa de trabajadores asalariados. Por otro lado, los artesanos y los pequeños comerciantes en Gran Bretaña, Bélgica, Francia o Alemania se resistieron a la proletarización. El proletariado de la gran fábrica empezó crecer en el último tercio del siglo pero a fines del siglo XIX no era todavía la categoría social dominante en el conjunto de las clases trabajadoras.
2. LAS CONDICIONES DE VIDA DE LAS CLASES TRABAJADORAS
En Gran Bretaña a comienzos del siglo XX y en otros países europeos como Bélgica, Francia y Alemania, a partir de 1850-1870, paralelamente a las transformaciones econó¬micas de la revolución industrial, se producen importan¬tes cambios sociales. Una de las de las consecuencias básicas de la revolución industrial fue el paso del sistema de producción de la manufactura al de la industria meca¬nizada. Con la introducción de la máquina, el proceso pro¬ductivo se transforma pasando del artesanado (el trabaja¬dor es propietario de los medios de producción y el proceso productivo empieza y acaba con él) al obrero asa¬lariado (no es dueño de los medios de producción sino una "pieza" más en el proceso de producción, gracias a la división social del trabajo).
La premisa del liberalismo económico que esta¬blecía las relaciones laborales al margen del Estado y sus leyes, colocaba al obrero en clara situación de desventa¬ja con respecto al patrono, que era quien fijaba el hora¬rio de trabajo, el salario, el despido, etc. Se configuraba así, desde el primer momento, una situación desigual cuyas consecuencias sobre las clases trabajadoras eran evidentes.
Son numerosos los informes, libros y folletos que denuncian ya desde fines del siglo XVIII, dicha situación. En ellos se constatan los males que comportaba para la pobla¬ción obrera la industrialización y el proceso de explota¬ción capitalista al que se veían sometidos por la ausencia de leyes que les protegiesen. Destaca sobremanera el abu¬so que se hacía del trabajo de los niños y de las muje¬res. Ya en 1796, William Pitt (dirigente del gobierno britá¬nico) se mostraba partidario del trabajo de los niños, cuyo horario laboral oscilaba entre las 14 y 16 horas diarias, a lo que se añade la disciplina y la dureza con que eran tra¬tados por sus patronos. En los demás países que se indus¬trializan más tarde, el panorama no era muy diferente. La situación de la clase obrera en Francia es uno de los cla¬ros precedentes de las revoluciones de 1830 y 1848.
Otra de las consecuencias inherentes a la indus¬trialización fue el gran trasvase de población de las zonas rurales a las urbanas, lugares de asentamiento de la nacien¬te industria moderna. Este crecimiento urbano dio lugar a cambios esenciales en la estructura de la ciudades que se convierten en el símbolo del capitalismo. Durante parte del siglo XIX, las familias obreras, por lo general, habitaban hacinadas en sótanos y chabolas sin las más mínimas condiciones sanitarias. El carácter de estas ciuda¬des industriales, cuando todavía no existía una neta sepa¬ración de barrios burgueses y obreros, era inquietante. La policía consideraba a estos trabajadores "grupos peligro¬sos" a los que había que reprimir.
Esta situación guardaba estrecha relación con el nivel "moral", como lo llamaban los contemporáneos, del pro¬letariado y de su carencia de educación. Esta necesidad de la educación de las masas trabajadoras era más eviden¬te por el contraste que ofrecían con los comerciantes e industriales que se habían formado en las universidades. En
1807, un proyecto de ley presentado al Parlamento britá¬nico para crear escuelas primarias, fue rechazado por la Cámara de los Lores, con el pretexto de que era peligro¬so fomentar la educación de los pobres, lo cual les llevaría a despreciar su condición y a reflexionar sobre su situa¬ción. En otros países, la mayor preocupación por la educa¬ción dio algunos resultados, aunque en Francia a comien¬zos del siglo XIX, de 25 millones de habitantes sólo 10 millones sabían leer y escribir.
Estas condiciones descritas, comunes a la mayor parte de los países y de las fábri¬cas, hizo que se extendiera la toma de conciencia ante los abusos a que llevaba el liberalismo económico. Ya en 1796 se solicitaba en Gran Bretaña una legislación laboral, lo que dio como resultado la Ley de Fábricas de 1802 que obligaba a los patronos a adoptar medidas en favor de la higiene (talleres aireados) y condiciones de trabajo (jornada laboral de 12 horas), sobre todo para los niños, a los que se tenía que instruir. Esta ley no se aplicó, aunque fue el precedente de una legislación laboral. No fue hasta 1832 cuando, la Ley de Fábricas que sólo se refería a la indus¬trial textil, redujo el trabajo de los niños menores de trece años a nueve horas y prohibió el trabajo nocturno a los menores de 18 años. El sentido de la ley y la ins¬pección creada para su cumplimiento levantaron la oposición de los industriales.
En Francia, área alemana y Estados Unidos, y de forma paralela a su desa¬rrollo industrial, no se aprobarían legislaciones para mitigar la situación de la cla¬se obrera hasta los años cuarenta del siglo XIX. Aun así, en los decenios centra¬les del siglo XIX, las condiciones sociales de las clases trabajadores no experimentaron sensibles mejoras.
3. LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTO OBRERO BRITÁNICO: DEL LUDISMO AL CARTISMO
A. LOS MOVIMIENTOS LUDITAS O MECANOCLASTAS
La toma de conciencia de la clase obrera comen¬zó pronto y por diversas razones. Destacó el temor a los efectos que la mecanización producía: paro y competencia. Ello dio lugar a movimientos mecanoclastas (destruc¬ción de maquinas) cuyos precedentes se remontan al siglo XVII.
Estas primeras reacciones, consideradas por las autori¬dades como "un asunto de obreros manuales analfabetos" tenían dos objetivos: oponerse a la introducción de maquinaria, sobre todo la que 'permitía ahorrar trabajo y, al mismo tiempo, era un medio normal de presión sobre los patronos para obtener determinadas reivindicaciones; y, en estos casos, se dirigía también contra la materia pri¬ma, los productos terminados o la propiedad privada de los patronos. Tanto las proclamas como los ataques a las máquinas y a sus propietarios aparecían firmadas por un tal "general Ludd", un personaje mítico, de ahí que en Gran Bretaña recibiesen el nombre de luditas.
El movimiento ludita destaca por su alto grado de organización y por un carácter insurreccional que estuvo próximo a objetivos revolucionarios de mayor envergadu¬ra. Los luditas pretendían no sólo imponer condiciones favorables para los trabajadores sino que fue el primer movimiento de resistencia contra un orden social, el capi¬talista, que imponía un proceso de proletarización. Abarcó buena parte del siglo XVIII y se prolongaría hasta los años 1830. El movimiento ludita aglutinó a trabajadores manua¬les de la manufacturas, a los asalariados del putting out sys¬tem, a campesinos asalariados y a pequeños productores independientes.
En Gran Bretaña, estas acciones que, a menudo, deri¬vaban en la destrucción de las máquinas, y dejaban sin trabajo a los obreros o producían la baja de los salarios, se intensificaron en el siglo XVIII y alcanzaron su punto cul¬minante entre 1811 y 181 2 con la destrucción de miles de telares movidos a vapor, lo que dio lugar a enfrenta¬mientos con el ejército y a un endurecimiento de la legis¬lación que castigaba las destrucción de las máquinas con la pena de muerte.
Esta reacción violenta se explica por los graves proble¬mas de las clases trabajadores a comienzos del siglo XIX: paro, miseria, alza de los precios y una legislación que influida por el liberalismo económico, les negaba el dere¬cho de mejorar sus condiciones de vida y a asociarse.
También en el continente europeo hubo manifesta¬ciones de resistencia de los trabajadores a la introducción de la máquinas.
En Francia, coincidiendo con la crisis de 1817-1821 y 1830-1832, los trabajadores del textil y de otros oficios (impresores, metalúrgicos) protagonizan acciones muy simi¬lares como fueron las destrucciones de jennies por los teje¬dores del Norte (Normandía), culminando con la insurrec¬ción de los tejedores de seda (los canuts) de Lyon en 1831.
En España destacan el motín de tejedores y artesanos de Alcoy en 1821, que derivó en destrucción de máquinas de hilar de cardar y destrucción de selfactinas; y el incen¬dio de la fábrica El Vapor de Bonaplata y Compañía en Bar¬celona en 1835.
B. LAS PRIMERAS ASOCIACIONES SINDICALES
Mientras el Estado permanecía al margen de estas nuevas relaciones patronos-obreros, sí se preocupaba por el control de los obreros e impedía el asociacionismo. En Francia la Ley Le Chapelier (1791), base de las nuevas relaciones labora¬les en las primeras décadas del siglo XIX, establecía que el contrato de trabajo no podía ser más que el contrato de individuo a individuo, o sea, de patrono a obrero.
En situación desigual, los obreros eran las víctimas de ese concepto absoluto de la libertad teórica, entendida así por la burguesía. En Gran Bretaña, el ministro William Pitt lograba del Parlamento la aprobación de la Anti-Combi¬nation Act en 1800 que prohibía y castigaba cualquier tipo de asociación de trabajadores. La tendencia a reprimir todo tipo de asociación será una constante en la Gran Bretaña del primer cuarto del siglo XIX
A pesar de ello, artesanos y obreros formaron asocia¬ciones y realizaron manifestaciones opuestas al rey y a su ministro Pitt. De forma paralela a las reivindicaciones labo¬rales, se inició la lucha por planteamientos político-socia¬les (petición de reforma electoral). Así sucedió en 1819 con las manifestaciones de Manchester que fueron reprimi¬das con dureza (matanza de Peterloo).
Finalmente, la campaña por la libertad de asociación iniciada por el sastre Francis Place condujo, en 1824, a la abolición de las Anti-Combinations Laws que prohibían las asociaciones obre¬ras. En Alemania y en Francia el derecho de asociación no se conquistaría hasta 1881 y 1884, respectivamente.
Ello permitió el primer impulso del asociacionismo obrero británico a través de dos caminos: uno la creación de sindicatos por oficios (Trade Un;ons) cuyos obje¬tivos sólo eran conseguir mejorar las condiciones de trabajo; y otro, la formación de cooperativas con el propósito de cambiar el sistema de producción, suprimien¬do la economía capitalista (basada en la explotación y el beneficio) por otro basado en la cooperación de todos los productores. Ambas tendencias carecieron de accio¬nes políticas prácticas.
Así, entre 1824-1832 se crean las primeras asociaciones obreras cuyas características eran la fragmentación por oficios. Se trataba de sociedades de ayuda mutua cuya finalidad era crear fondos con las cotizaciones de los mutualistas para atender las pensiones de orfandad o las subvenciones en caso de huelga. Tuvieron un carácter cooperativo y estaban formadas por trabajadores cualificados.
C. EL SINDICALISMO-UNIONISMO
Desde 1829 a 1832 se inicia una nueva dinámica, supe¬rándose las divisiones y uniones por oficios. Destacan dos líderes, uno de las Trade Unions o sindicatos por oficios y otro del cooperativismo. Fueron Doherty, el típico obrero sindicalista, y Robert Owen, que fue primero obrero y luego empresario. El primero creó la Asociación General de Oficios Unidos para la Protección del Trabajo, que llegó a tener 100.000 afiliados. Aunque de vida efímera -fue disuelta en
1832 por el gobierno bajo la presión de los patronos¬ constituye el primer ensayo del movimiento obrero. Por su parte Robert Owen fundó, en 1834, el Gran Sindicato Nacional Consolidado con la idea de agrupar a las Trade Unións y a la clase obrera para conquistar pacíficamente el poder. Fracasaría al año siguiente, a consecuencia de las disensiones internas y la persecución policial.
En 1834 se llevó a cabo, gracias a la acción conjunta de Doherty y Owen, una huelga general que reivindicó la jornada laboral de 8 horas. El gobierno británico se vio obligado a la concesión de las 13 horas como límite de la jornada laboral diaria pero esta medida fue seguida de una fuerte represión. Se restringieron las asociaciones obreras que no podían ser generales sino otra vez por oficios. Ade¬más, el patrono podía despedir a cualquier obrero sindica¬do. Las consecuencias fueron una serie de huelgas violen¬tas en 1835 que agotaron al movimiento, al ser encarcelados sus principales líderes.
D. EL CARTISMO
Se puede afirmar que el movimiento cartista se benefició de los primeros fracasos del sindicalismo. De otro lado, la continuación de las reivindicaciones obreras, las malas con¬diciones de trabajo en las fábricas, el escaso poder adquisiti¬vo de los salarios, el desencanto por la reforma electoral de 1832 así como la Ley de Pobres de 1832 que imponía el trabajo obligatorio en las work-houses impulsó a los obreros a considerar que el reducir sus acciones a reivindicaciones económicas no les llevaría lejos. Por ello se volvió la aten¬ción al tema del derecho al sufragio universal masculino.
En efecto, en 1836 W. Lovett creo la Londoneer Working Men's Association, constituida por respetables artesanos. El propio Lovett y Francis Place redactaron dos años más tar¬de, en 1838, La Carta del Pueblo (People's Charter), docu¬mento básico en la historia del movimiento obrero inglés. Esta "Carta" llegó a ser el grito general de los reformadores radicales. El programa cartista se reducía a cuestiones políticas: sufragio universal masculino, supresión del requisi¬to de ser propietario para ser diputado; distritos electorales iguales (denuncia del sistema electoral denominado despec¬tivamente "burgos podridos"), voto secreto, renovación anual del Parlamento y pago de dietas a los diputados. Pero en sus seis puntos subyacían motivos económicos y socia¬les. Por primera vez se unía la petición de una democracia política y social. Los hombres que redactaron la "Carta" eran socialistas partidarios del cooperativismo owenista.
Sin embargo, en el movimiento cartista hubo posturas ideológicas muy contrapuestas: desde sindicalistas y cooperativistas owenistas a socialistas y radicales. En defi¬nitiva, el cartismo se caracteriza por:
.a. La línea principal cartista fue política. Pretendían sufragio universal masculino para promover los cambios socioeconómicos que mejorasen las condiciones de vida y de trabajo de los obreros.
.b. Fue un movimiento aglutinador de tendencias socialistas y demócratas. Pero no fue un movimiento unitario ni en sus formas de acción: había dirigentes parti¬darios de la presión política pacífica y otros de la huelga y de las acciones violentas; ni en su base social: militaron en él miembros de la pequeña burguesía radical, trabajadores manuales de los oficios tradicionales y obreros de las nue¬vas industrias y de la minería.
En sus inicios (1838-1839) redactaron la llamada Carta del Pueblo que fue enviada al Parlamento donde halló su completo rechazo en varias ocasiones (1838, 1842 Y 1848). Más tarde, bajo el influjo de las revoluciones de 1848, los cartistas enviaron de nuevo la Carta al Parlamento y orga¬nizaron una gran manifestación en Kennington Common.
El cartismo desaparecería sin lograr prácticamente ninguno de sus objetivos. sal¬vo la ley de 1847 que limitaba la jornada laboral a 10 horas. Pero demostró la capa¬cidad de amplias masas de obreros para organizarse y movilizarse. vislumbrando la posibilidad de mejorar las condiciones de la clase obrera por la vía democrática y parlamentaria. El fracaso del cartismo condujo. de forma definitiva al movimiento sindical británico. hacia los métodos pacíficos y la negociación para la consecución de mejoras sociolaborales. Las nuevas Trade Unions (1868) crearon un Comité Par¬lamentario para impulsar la entrada de sus representantes en la Cámara de los Comunes y conseguir la aprobación de leyes beneficiosas para la clase obrera.
-4. LOS ORÍGENES DEL SOCIALISMO
A. EL SOCIALISMO UTÓPICO*
Desde el punto de vista ideológico, la respuesta a los abu¬sos del capitalismo industrial y a la indefensión de los obreros frente a sus patronos, dio lugar al desarrollo de las primeras teorías sociales que intentaban dar soluciones a esa situación.
Nacen así los primeros socialistas, más tarde denomi¬nados "utópicos" que fueron, principalmente, en Francia, Saint-Simon, Fourier, Proudhon, y en Gran Bretaña, Owen. Éstos denunciaron la explotación y la miseria que sufrían los obreros y obreras; criticaban al sistema capitalista, basado en la propiedad privada, la competitividad y el ansia ilimitada del beneficio; planteaban sustituirlo por sistemas de organiza¬ción social y de la producción realizados de forma colectiva y cuyas rentas estuviesen igualitariamente repartidas; y, por último, confiaban en que la tarea de reformar la sociedad capitalista y eliminar sus males (explotación, miseria, degra¬dación moral) podía realizarse pacíficamente, sin necesidad de una revolución o lucha de clases que enfrentase violenta¬mente a obreros y capitalistas. Pero, entre otras cosas dis¬crepaban en cuanto a la forma ideal de organización de la sociedad, la propiedad privada y el papel del Estado.
B. SOCIALISTAS UTÓPICOS
Uno de los primeros fue el conde de Saint-Simon (1760-1825), un noble ilustrado partidario de la supresión del Antiguo Régimen. Elaboró en una de sus obras, "Catecis¬mo político de los industriales" (1819), un socialismo industrial. Para Saint-Simon la sociedad ideal sería aquella en la que se eliminase la injusticia y la división de la sociedad en "traba¬jadores" (burguesía, campesinos, artesanos y obreros) y "ociosos" (nobleza y clero) por una sociedad industrial en la que la tecnología estuviese al servicio de todos y gober¬nada por los más capaces, los magnates de la industria y los científicos. Estamos ante un socialismo de tipo productivista.
Charles Fourier (1772-1837), proveniente de una familia de la burguesía comercial, elaboró sus teorías que rechazaban la organización social existente, de la que resal¬ta los aspectos más inhumanos de la producción a gran escala y de la competencia. Como alternativa a la organi¬zación capitalista propone establecer una organización social más adecuada a la naturaleza del hombre y hacer desaparecer los males de la sociedad industrial. Esa nueva forma de organización social son los falansterios. Se trata de pequeñas comunidades (entre 1.500 y 2.000 personas) que se crearían por la acción voluntaria; en las que cada trabajador aportaría un mínimo de capital y realizaría aquel trabajo más adecuado a su carácter; y en las que se traba¬jaría en armonía mutua, eliminándose el beneficio y la com¬petencia. Estas comunidades se basarían, sobre todo, en el trabajo agrícola que Fourier consideraba como la principal y la más natural ocupación de los hombres, lo cual impli¬caba un rechazo completo a la sociedad industrial. Aunque la influencia de Fourier fue escasa, algunos de sus discípu¬los como Cabet fundaron este tipo de cooperativas.
Robert Owen (1771-1858) es uno de los pocos socialistas utópicos británicos. Influido por los problemas de la sociedad industrial -él mismo fue propietario de una fábrica, la New Lanark- al contrario que Fourier no pensa¬ba en la vuelta a una sociedad preindustrial reformada. En Owen se distinguen dos etapas. Una filantrópico (1813) en la que intenta convertir su propia empresa la New Lanark en una fábrica-modelo (reducción de la jornada laboral, creación de escuelas y de cooperativas de consumo), con¬fiando en que otros empresarios adoptarían medidas simi¬lares. Otra cooperativista (1831-1844) en la que rechaza totalmente el sistema capitalista y propone la creación de "comunidades o colonias agrícolas e industriales" que reemplazarían sin violencia las estructuras existentes. En estas colonias el trabajo estaría igualitariamente repartido, no habría salarios en forma de moneda sino en bonos-tra¬bajo y tanto la producción como el consumo estaría socia¬lizado. Owen intentó organizar en Gran Bretaña esas coo¬perativas, esperando hallar apoyo en los empresarios y en el Estado. Decepcionado, marchó a Estados Unidos donde, en 1824, fundó una de esas cooperativas, la New Harmony, que terminó en fracaso. Owen destaca tanto por ser el inspirador del cooperativismo como por su notable papel de dirigente sindical en la etapa de 1830 a 1836.
Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865) fue el primer socialista en llamarse a sí mismo anarquista y en expresar claramente su rechazo a cualquier forma estatis¬ta de gobierno. Concibe que, en la sociedad futura, el Esta¬do debe desaparecer y ser sustituido por dos nuevas for¬mas de organización: el mutualismo y el federalismo. La nueva sociedad deberá estar organizada en pequeñas unidades agrícolas y artesanales, basadas en la ayuda mutua y en la autogestión por los propios trabajadores (las "mutuas") que se asociarán o federarán libremente, haciendo desaparecer de esta manera el centralismo y el autoritarismo del Estado. Aunque en una de sus primeras obras ¿Qué es la pro¬piedad? (1840) respondía que "la propiedad es un robo",
Proudhon no se oponía totalmente a la propiedad privada en sí sino a la propiedad absoluta del capitalista que implicaba la negación de la existencia del interés social.
Proudhon contribuyó decisivamente al desarrollo de las ideas anarquistas. Su influjo fue enorme entre los obreros de París en las décadas de 1850 a 1860 y sus ideas tuvieron una gran influencia en la sección francesa de la Asociación Interna¬cional de Trabajadores.
5. LA CONSOLIDAClÓN DE LAS TEORIAS SOCIALISTAS
A. EL MARXISMO
Karl Marx (1818-1883) Y Friederich Engels (1820¬-1895) realizaron una aportación decisiva a la historia del pensamiento socialista. Con ellos culmina el socialismo del siglo XIX. El marxismo se encuentra estrechamente ligado a:
1.° La corriente filosófica idealista alemana, representada por Hegel, del que Marx adopta su método lógico, la dialéctica -el estudio del encadenamiento de las contradicciones que engendra la Historia-, para elaborar lo que el llamó él "materialismo dialéctico", cuyo principio de la contradicción constituye la fundamentación de la teoría de la lucha de clases como motor de la Historia.
2.° La obra de los teóricos del liberalismo econó¬mico (Adam Smith y David Ricardo), a los que Marx, en sus obras Crítica a la Economía Política (1859) y El Capital (1867), somete a crítica, exponiendo su tesis de que el sis¬tema capitalista, basado en la plusvalía* y la ley de acumula¬ción o concentración de capital*, agudiza la bipolarización y el antagonismo social entre la burguesía y el proletariado.
3.° Los llamados socialistas de transición (L. Blanc, A. Blanqui, Simone de Sismondi) quienes se separan de los utópicos al afirmar que la emancipación de los obreros sólo podía provenir de sus propios esfuerzos y que el pensamiento socialista debía proporcionarles no sólo una teoría revolucionaria sino también unos objetivos para alcanzar el poder.
Los conceptos fundamentales del marxismo son:
1.° La interpretación materialista de la Historia o materialismo histórico. Uno de los objetivos de Marx, a raíz de las revolucio¬nes de 1848, fue la investigación de las leyes que rigen la Historia. En el conjunto de sus obras, entre las que cabe citar: El Manifiesto Comunista (1848), Formaciones económi¬cas precapitalistas (1857-1858), Contribución a la crítica de la Economía Política (1859) y El Capital (1867), trata de elabo¬rar con detalle su filosofía de la Historia, el materialismo his¬tórico, en expresión de Engels.
Su concepción materialista de la Historia parte del principio según el cual la producción y el intercambio de los productos son la base de toda la ordenación de la sociedad.
. En toda sociedad que se presenta en la Historia (esclavista, feudal y capitalista), la producción y la distribu¬ción de los productos origina la división en clases sociales o capas sociales a tenor de cómo se produce (modo de producción) y del modo en que se distribuye o intercam¬bia lo que se produce (apropiación del excedente).
. Consiguientemente, la causa última de todo cambio social y de toda revolución política tiene que buscarse no en la mente de los hombres en su creciente conocimien¬to de la verdad o de la justicia eterna y absoluta, sino en la transformación del modo de producción; no debe buscar¬se en la filosofía sino en la economía.
2.° La teoría de la lucha de clases como motor histórico
Para Marx, la lucha de clases y la revolución son medios inseparables en la transformación del sistema capitalista en una sociedad sin clases. En la sociedad capitalista, entre ambas -burguesía y proletariado- existe un antagonismo derivado de la diferente apropiación del excedente. Ello origina un enfrentamiento entre la clase detentadora de los medios de producción (en el sistema capitalista, la bur¬guesía) y el proletariado que sólo posee la fuerza de su trabajo. Si en principio esta lucha es de tipo económico (mejora de condiciones de trabajo, salario, etc.), se trans¬forma en política a medida que la conciencia de clase entre el proletariado pone en evidencia que toda transformación de su status sólo puede realizarse mediante la conquista del Estado, órgano de la clase dominante.
3.° La teoría del Estado: de la dictadura del pro¬letariado a la sociedad comunista
En la sociedad industrial, cuyos protagonistas son la burguesía y el proletariado, la primera ha monopolizado todo el poder en sus manos tras la destrucción del siste¬ma feudal. Aunque el Estado sea democrático, no deja de ser -en opinión de Marx- un Estado de clase que sancio¬na y protege la propiedad privada, fuente de toda desi¬gualdad bajo el capitalismo. Así, pues, el Estado, como Esta¬do de clase, es un instrumento de opresión de la clase económicamente superior que impone su sistema de explotación sobre la clase obrera.
Marx sería el primer socialista que aceptase como inse¬parable de la emancipación total del proletariado una serie de condiciones básicas para la desaparición del Estado como instrumento de dominio de una clase sobre otra. Estas son:
a. La revolución social violenta o revolución total que produzca la destrucción del aparato político burgués.
b. El proletariado debe organizarse no sólo para luchar por las mejoras econó¬micas, sino también tiene que organizarse en un partido político independiente de los partidos burgueses, en el que los comunistas, por su conocimiento teórico-prác¬tico, constituyen la vanguardia, y se identifican con él.
c. El objetivo de ese partido será la conquista del Estado y a través de él, deten¬tándolo dictatorialmente (dictadura del proletariado) durante un período transito¬rio, emprender la vía socialista al comunismo (colectivización de los medios de pro¬ducción, sociedad sin clases clases y paulatina desaparición del Estado como instrumento de opresión).
B. EL ANARQUISMO*
A Guillermo Godwin (1756-1836) se le considera el primer teórico del anarquismo. En su Indagación acerca de la justicia política (1793) realiza una crítica contra toda forma de organización política. Para Godwin el hombre es innatamente bueno y sólo la sociedad corrompida por el Estado lo corrompe a su vez. Sus tres ideas más destaca¬bles fueron: su fe en el progreso, su confianza en la bondad innata del hombre y la hostilidad hacia el Estado.
Por su parte, Max Stirner (1806-1856) en su obra, El individuo y la propiedad, atacaba violentamente la moral burguesa, la religión, la propiedad y toda forma de organi¬zación política existente. Pero como ya se ha señalado, fue Proudhon quien negó tajantemente cualquier forma esta¬tista de gobierno, influyendo directamente en la figura más representativa del movimiento anarquista del siglo XIX, M. Bakunin, quien, no obstante, no compartía con Proudhon sus ideas sobre la propiedad.
Como el marxismo, el anarquismo rechaza total¬mente la sociedad capitalista, surgida de la industrializa¬ción y basada tanto en la propiedad privada como en la explotación sistemática de los trabajadores. Pretende destruir por la violencia este sistema y sustituirlo por una sociedad igualitaria. El anarquismo destaca por su exaltación de libertad del individuo, por ello puede entenderse esta ideología como un liberalismo llevado a sus últimas consecuencias, la completa libertad individual y la hostilidad hacia el Estado.
El anarquismo defiende la eliminación del Estado y de todas las instituciones que lo sustentan (el ejérci¬to, la Iglesia, la familia) por ser un instrumento de opresión de la clase dominante y sancionador de la explotación del trabajo por parte de las clases privilegiadas. Uno de los esló¬ganes clásicos del anarquismo fue "Ni Dios ni amo".
Rechaza tanto el Estado como la propiedad priva¬da y la herencia. Propugna la reorganización de la socie¬dad sobre el modelo ideal de organización social propuesto por Proudhon, el mutualismo y el federalismo; sin embargo las mutuas o comunas anarquistas se basarán en la supresión de la propiedad privada y de la heren¬cia, en la colectivización de todos los medios de producción y su autogestión por los propios trabajadores, así como en la libre federación de las comunas.
Para lograr esos objetivos e implantar una sociedad anar¬quista auténticamente libre, es partidario de la destrucción violenta del Estado mediante diversas estrategias que van desde la revolución violenta y espontánea a la acción direc¬ta o el terrorismo (la "propaganda por los hechos" como gustaba denominarla a los anarquistas) que consistía en aten¬tados dirigidos contra personas o instituciones estrechamen¬te ligadas al orden capitalista y burgués (asesinato del zar Ale¬jandro 11 en 1881, de Cánovas del Castillo en 1897, etc.).
El anarquismo del siglo XIX consideraba al campe¬sinado y a los sectores marginados de la sociedad como la fuerza revolucionaria por excelencia y no al proletariados industrial. De ahí su mayor arraigo en los países y regiones de la Europa centro-oriental y mediterránea básicamente agrarios y poco industrial izados. Rechaza la organización de los obreros en partidos políticos (apoliticismo) con vistas a la conquista del Estado y la implantación de "gobiernos revolucionarios" aunque sean provisionales. Piensa, en definitiva, que la revolución deben consistir en un proceso violento y destructivo que desde el primer momento debe tender a crear una sociedad nueva de hombres absolutamente libres, sin Estado, sin instituciones y organizados en comunas autónomas.
6. LA PRIMERA INTERNACIONAL DE TRABAJADORES
A. LOS ORÍGENES DE LA INTERNACIONAL
Tras las revoluciones de 1848 hubo un retroceso general de los derechos de los obreros, sobre todo en lo referente al derecho de sindicación y de huelga. Sólo en Gran Bretaña siguieron existiendo Uniones Sindicales (Tra¬de Unions), estrictamente profesionales, olvidando los plan¬teamientos revolucionarios.
A pesar de ello, en 1863, a raíz de la invitación de los obreros británicos, se constituyó en Londres un Comité y se elaboró un llamamiento en el que destacaba la necesi¬dad de organizar congresos que reuniesen a los obreros de todos los países para hacer un frente común de lucha contra los gobiernos y las prácticas del capitalismo (como la de la patronal británica que a menudo recurría a los obreros del continente para boicotear las huelgas de los tradeunionistas).
En 1864 se celebró en Londres la primera reunión en el St. Martin's Hall en la que se funda la Asociación Internacional de Trabajadores (A.I.T.), más conocida como la Internacional. Allí estuvieron representantes británicos y franceses, emigrados polacos, italianos, húnga¬ros y alemanes, entre ellos Marx, que aprobaron la crea¬ción de secciones obreras y la redacción de un proyecto de Estatutos de la Internacional.
B. LOS PRINCIPIOS RECTORES DE LA INTERNACIONAL
Marx fue el encargado de redactar el proyecto de esta¬tutos lo que explica que estuviesen claramente inspirados por él. Los estatutos defendían que la emancipación de la clase obrera debía ser obra exclusiva de los propios tra¬bajadores, independientemente de pactos con otros sec¬tores sociales; que la clase obrera no podía ser indiferen¬te a la conquista del poder político; que la emancipación de la clase obrera debía tener un alcance internacional para evitar los fracasos anteriores; y asimismo se proponía impulsar la fundación de partidos y sindicatos obreros.
Pero la influencia numérica de la Primera Inter¬nacional fue modesta. En su momento de apogeo, mientras que las Trade Unions británicas contaban con más de 800.000 afiliados, la AIT no tenía más de 50:000 en Gran Bretaña. Además su reclutamiento provenían más de los antiguos oficios que del textil o de la metalurgia. No se debe olvidar, también, que por esas fechas la implantación del capitalismo industrial era débil y escasa la capacidad organizativa del incipiente movimiento obrero.
La Primera Internacional creo dos órganos principa¬les: un Consejo General, órgano ejecutivo entre con¬greso y congreso, en el que estaban representados todas las secciones nacionales de la Internacional, y un Congre¬so, órgano máximo de decisión.
C. LOS CONFLICTOS INTERNOS EN LA INTERNACIONAL
Pero en el seno de la Internacional pronto surgieron conflictos ideológicos internos: por un lado la oposi¬ción entre Marx y los seguidores de Proudhon y, por otro, el largo y agrio debate entre Marx y Bakunin
Los proudhonianos que integraban gran parte de la delegación francesa, eran partidarios de la propiedad pri¬vada y de una evolución pacífica y progresiva muy alejada de la concepción revolucionaria del marxismo. Rechazaban la huelga para lograr una legislación laboral favorable a los trabajadores. En los primeros Congresos consiguieron imponer sus criterios. Pero desde los Congresos de Bru¬selas (1868) y Basilea (1869) triunfan los marxistas.
Precisamente, en el Congreso de Basilea (1869) hace su aparición un nuevo personaje, M. Bakunin. Éste había fundado en 1868 la Alianza Internacional para la demo¬cracia socialista que contaba con el apoyo de las secciones nacionales más numerosas de Italia, España, Suiza y Francia. Pidió la adhesión a la Internacional que a pesar de la oposición de Marx, se materializó en este año.
A partir de aquí y en los sucesivos Congresos, se desarrollaron encarnizados debates entre los dos grandes teóricos del movimiento obrero. Aunque tanto marxistas como bakuninistas o anarquistas pretendían un mismo objetivo (la revolución económica y social así como la instauración de una sociedad sin clases) sus pun¬tos de divergencia constituyen un abismo insalvable entre ambas ideologías. Estas diferencias son:
.a. Marx difiere claramente de Bakunin en su concepción del Estado. Para el primero el objetivo de la revolución social es la conquista del Estado por el proletariado mien¬tras que el segundo era partidario de la destrucción del Estado y de todas las instituciones que lo sostienen (ejér¬cito, Iglesia, etc.).
.b. Bakunin rechaza el principio marxista del establecimiento de una dictadura del proletariado o comunismo de Estado basado en un partido centralizado y discipli¬nado, mientras que propugna la abolición inmediata del Estado y la constitución de comunas libremente federadas e independientes.
c. Otra diferencia fundamental entre Marx y Bakunin es que mientras el primero piensa que la revolución servirá para los que ahora explotados se alcen con el poder, es decir, la revolución significará el triunfo de una clase y la derrota de otra, Bakunin cree que beneficiará a toda la Humanidad.
d. Las diferencias también se hacen patentes en cuanto a la organización de la Internacional. Bakunin era partidario de una organización descentralizada y se opo¬nía al dominio del Consejo General sobre las secciones obreras.
e. Por último, les separaban los métodos que la clase obrera debía adoptar para conseguir el triunfo revolucionario; se trata de la cuestión de la participación de los obreros en la vida política, lo cual defendían los marxistas y rechazaban los anar¬quistas partidarios del apoliticismo.
6. CRISIS Y DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL
A. LA COMUNA DE PARÍS
Las polémicas entre el anarquismo y el marxismo tras¬pasaron el marco de la Internacional y enfrentaron a los respectivos militantes en un acontecimiento histórico con¬creto: la Comuna de París de 1871.
La derrota francesa en Sedán en 1871 frente a los pru¬sianos, puso fin al Segundo Imperio francés. Al mismo tiempo el avance de las tropas alemanas que amenazaban con bombardear París, desató el levantamiento de la ciu¬dad y la formación de un gobierno provisional revolucio¬nario, la Comuna. La Comuna fue a la vez una reacción espontánea ante la derrota y una protesta contra la evolu¬ción socioeconómica de fines del Segundo Imperio.
Las pérdidas humanas en la guerra, la derrota militar, el anuncio de un armisticio con Alemania y la apresurada convocatoria de unas elecciones a la Asamblea Nacional, -sin apenas propaganda electoral, listas electorales fiables ni participación del electorado- que dieron la victoria a una opción conservadora- fueron los impopulares acon¬tecimientos que provocaron la insurrección parisina.
El levantamiento parisino fue propiciado además por la agitación política de blanquistas* internacionalistas, de los anarquistas y de los proudhonianos que conjunta¬mente, formaron un gobierno insurreccional alternativo, el Consejo General de la Comuna (diciembre de 1870 a mayo de 1871). Durante su breve gestión, la Comuna trató de poner en práctica un programa de gobierno radical: empresas dirigidas por los obreros, supresión de los alquileres y de las deudas de los pequeños y media¬nos empresarios, laicización de las escuelas, proyecto de enseñanza primaria gratuita y obligatoria, libertad de expresión total, etc.
Pero la Comuna fracasó ya que fue una experiencia urbana aislada que, pese a tener un cierto eco en ciudades como Lyon, Marsella o Saint Etienne, no logró captar al resto de Francia, lo cual favoreció la represión del ejército durante la llamada "Semana Sangrienta" que se convirtió en una auténtica guerra civil urbana (30.000 comunards muertos y otros 40.000 procesados).
Los acontecimientos de la Comuna fueron interpreta¬dos por los contemporáneos de modos muy diversos. La versión conservadora y burguesa consideró la Comuna como una explosión social que puso en peligro los intere¬ses de las "clases laboriosas". Marx, en su obra La guerra civil en Francia, consideró la Comuna como el primer intento de crear un gobierno revolucionario equivalente a su idea de dictadura del proletariado. De esta forma, el Estado pasó de ser opresor a emancipador de la clase obrera. También lla¬mó la atención de Bakunin la desaparición del Estado y la organización del poder por los trabajadores que suponía el paso a la situación deseada por los anarquistas.
En cualquier caso, en la Comuna, utópicos, bakuninistas e internacionalistas promarxistas se enfrentaron sobre las formas sociales a implantar: la concepción centralizada o federativa del gobierno insurreccional, las medidas sociali¬zadoras, etc. Fue así como los enfrentamientos ideológicos y teóricos detectados en la Internacional tuvieron su plas¬mación práctica. Unos y otros se imputaban la responsabi¬lidad del fracaso de la Comuna. La expulsión anarquista de la AIT sólo confirmó lo que ya era una realidad en las luchas obreras: la pugna encarnizada entre anarquistas y marxistas.
B. LA DISOLUCIÓN DE LA INTERNACIONAL
A partir de 1871, hay dos partidos o posiciones netamente separadas, pues has¬ta ese momento no se podía hablar de una división profunda. Ahora existe un "par¬tido" marxista "autoritario" y un "partido" anarquista "antiautoritario".Tras la expul¬sión de Bakunin en 1872 (Congreso de La Haya), Marx y sus seguidores deciden el traslado del Consejo General de Londres a Nueva York, y en 1876 en el Con¬greso de Filadelfia se acuerda la disolución de la la Internacional para evitar que la organización cayese en manos de los bakuninistas. Sin embargo, los "antiautorita¬rios" no se declaran vencidos y se erigen en la genuina representación de la AIT. Su centro de acción será Suiza. AIIí se celebran varios Congresos hasta 1880 que anun¬cia el final de esa Internacional "antiautoritaria" ante la divisiones que afloraron.
lunes, 8 de noviembre de 2010
LAS REVOLUCIONES LIBERALES BURGUESAS (1820-1848)
Liberalismo.- Nacionalismo.- Las revoluciones de 1820, 30 y 1848.
1. Introducción.
Con el sistema político de la Restauración, que parecía sólidamente montado, Europa comenzó a andar en 1815 camino de la reconstrucción tras las guerras. El sistema pareció, en un primer momento, funcionar con eficacia: había paz, las grandes potencias se reunían periódicamente en Congresos.... sin embargo, aunque si es cierto que hubo paz entre los Estados, eso no quiere decir que fueran años de tranquilidad porque todos los países sufrieron disturbios y agitaciones más o menos frecuentes motivados por una oposición a la que se pretendía aplastar o ignorar.
La oposición actuaba siempre en la clandestinidad, organizándose en sociedades secretas, como la de los carbonarios. Eran miembros de estas sociedades oficiales, estudiantes, burgueses, minorías cultas herederas del pensamiento ilustrado que se consideraban a sí mismas como salvadoras de sus contemporáneos frente a la opresión. Ellos eran quienes redactaban y difundían los folletos y panfletos, quienes movían a los elementos populares.
Esta oposición manejaba como argumentos de oposición dos grandes ideas o sentimientos supervivientes de la época revolucionaria y ahora oprimidos por el sistema de la Restauración: El liberalismo y el nacionalismo.
2. El liberalismo.
2.1. Antecedentes ideológicos.
Es un conjunto de ideas que expresan un modelo político, económico y un concepto del mundo y de la sociedad.
El liberalismo tiene como antecedentes teóricos al filósofo Locke (1632-1704) que se opone absolutismo, defendiendo formas de gobierno basadas en la voluntad de la mayoría, la igualdad ante la ley y el derecho natural racionalista que defiende las libertades individuales.
Montesquieu (1689-1755) propone una monarquía constitucional, como forma de gobierno, en la que se garanticen las libertades personales a través de la separación de poderes.
También influirá en la formación de la ideología liberal J.J. Rousseau (1717-1778) que se manifiesta a favor de una sociedad democrática, donde los gobernantes tienen que ser servidores del pueblo ya que el Estado había sido creado para defender la libertad de los hombres y al pueblo le correspondía, por tanto, ejercer el poder. Los gobernantes no eran más que los delegados de la voluntad general del pueblo, en busca del bien común de la justicia.
2.2. Objetivos del liberalismo.
En líneas generales buscaban una participación en la marcha del Estado a través del sufragio y de la representación parlamentaria y la salvaguarda de las libertades públicas e individuales garantizadas en una Constitución.
La libertad - decía Constant, uno de los teóricos del liberalismo,- es el derecho que cada uno tiene a estar sometido sólo a las leyes. Es el derecho que tienen todos a expresar su opinión, a seguir sus inclinaciones, a trasladarse de un lugar a otro, a asociarse. En estas palabras se recoge el amplio catálogo de reivindicaciones en las que coincidía todo el pensamiento liberal.
El liberalismo intentará conseguir su aspiración de libertad, concretándola en los siguientes puntos:
• Libertades personales, que en aquella época se concretan sobre todo en la libertad de conciencia, de religión e imprenta, además de considerar dentro de estas libertades la igualdad jurídica.
• División de poderes según los principios de Montesquieu.
• Derecho de los ciudadanos a participar en la actividad política, directamente o a través de representantes elegidos.
• Libertad económica. Sin control del Estado.
Sin embargo no podemos decir que haya una homogeneidad total en el pensamiento liberal sino que se presenta una amplia gradación del más al menos, de los que se conforman con poco a los que exigen mayor libertad.
Aunque todo el pensamiento liberal coincidía en su oposición al absolutismo y en su exigencia de una Constitución, y de una representación parlamentaria, no había sin embargo, acuerdo a la hora de establecer el grado de participación deseable en la vida política.
Para unos, los más radicales, la participación debía ser total a través de unas elecciones democráticas, es decir, por sufragio universal. Intentan llevar hasta sus últimas consecuencias los principios igualitarios y de soberanía popular.
El movimiento democrático, propio de la pequeña burguesía (artesanos, pequeños comerciantes, ciertas profesiones liberales) irán paulatinamente ganando fuerza. En España se imponen en la Constitución de 1869 y definitivamente en 1885, con el gobierno de Sagasta a la muerte de Alfonso XII.
Aunque consiguió hacer triunfar algunos de sus principios a partir de 1848, el movimiento democrático fue duramente reprimido durante la etapa de la Restauración.
Para otros la participación popular debía ser muy limitada y siempre moderada por el Rey quien se consideraba que compartía la Soberanía con el pueblo y a quien se reservaban poderes extraordinarios como el de disolver el Parlamento. Estos eran los hombres del llamado liberalismo doctrinario. Para ellos, la libertad era un bien exigible para unos pocos, elementos selectos de la sociedad, los que tenían una propiedad que defender. Tratan de armonizar los principios liberales con los poderes tradicionales.
El doctrinalismo refleja la ideología de la alta burguesía , está presente durante el reinado de Luis Felipe de Orleans en Francia y aparece también en la Constitución moderada de 1845 en la España de Isabel II.
Entre unos y otros había una amplia gradación entre los que se conformaban con un sufragio censatario de base más o menos amplia.
Durante el período de la Restauración , el liberalismo más moderado tuvo una existencia reconocida constituyendo una oposición tolerada.
El liberalismo es también una doctrina económica según la cual el Estado debe organizarse de tal modo que garantice las libertades individuales y la propiedad privada pero no debe intervenir en la marcha de la economía que se rige a sí misma por leyes propias , el libre juego de la ley de la oferta y la demanda.
3. El nacionalismo.
3.1. Orígenes
Los orígenes del pensamiento nacionalista habría que situarlos entre las consecuencias de la revolución francesa y de la expansión napoleónica por Europa.
Durante el antiguo régimen la identificación nacional se hacía a través de los monarcas. Se luchaba y se moría en nombre de un rey , pro variados que fuesen sus reinos . Con la revolución francesa entra en crisis la legitimidad monárquica, y se sustituye la fidelidad al rey por la fidelidad a la nación. Con esto, crece el interés por encontrar una identidad territorial, lingüística y humana en la ordenación de los territorios.
El imperio napoleónico , al reorganizar los países de Europa, rompiendo los vínculos tradicionales, pone en contacto entre sí a diferentes poblaciones que destacan su diferenciación como un rechazo al intento de asimilación imperial.
En la Europa de la Restauración el nacionalismo es un movimiento crítico con la división de Europa artificial.
Históricamente, el intento de construir un Estado en cada nacionalidad suele estar dirigido por la burguesía, que intenta reservarse su propio mercado interior.
3.2. La ideología nacionalista.
El nacionalismo se basa en el concepto de soberanía nacional y en el uso del derecho a la autodeterminación de los pueblos, es decir, que la legitimidad de un gobierno viene dada por la voluntad general de una población con intereses comunes. Los principios de libertad difundidos por la revolución francesa se empiezan a aplicar también a los pueblos, concretándolos en el derecho que tienen a elegir a sus propios gobernantes y la forma de gobierno.
Pueden ser elementos de diferenciación de las nacionalidades: el espacio geográfico, la lengua, la religión, las costumbres y la historia común, la etnia, etc.
Entre los pensadores que aportaron una base teórica al nacionalismo se pueden señalar a Herder (iniciador de la idea de nacion-pueblo, grupo histórico frente al Estado artificial), Rousseau o Ficte, pero por su influencia, sin duda, los más importantes fueron Hegel y Mazzini.
3.2.1. El nacionalismo democrático.
Tanto Herder como Ficte podrían ser considerados como predecesores de Mazzini y del movimiento nacionalista liberal y democrático.
Mazzini (1805-1872) reconcilia el nacionalismo con el liberalismo revolucionario más democrático. Mazzini creía que la construcción del nuevo Estado había de salir de la voluntad popular. Para él la idea nacional lleva implícita la libertad de los pueblos y la soberanía nacional
Michelet , al igual que Mazzini asocia estrechamente la nación con la libertad defendiendo, como medio lícito de conseguirla, la revolución.
3.2.2. El nacionalismo conservador
El nacionalismo conservador defiende la fijación de fronteras nacionales trazadas en la existencia de comunidades ligadas por la etnia y la lengua y basadas en el mantenimiento de las tradiciones y el orden social vigente.
Hegel (1770-1831). Concibe la comunidad nacional como un todo unitario, en el que los individuos carecían de derechos, a no ser a través del Estado. Mantiene que las naciones tienen una misión histórica que cumplir en el sentido de la lucha y la oposición a las demás naciones.
3.3. El nacionalismo tras el congreso de Viena.
Del Congreso de Viena habían surgido:
1. Dos nacionalidades divididas: Alemania (en 39 Estados independientes) e Italia (en siete).
2. Dos Estados plurinacionales: El imperio austríaco (en el que convivían alemanes, checos, eslavos, polacos, eslovenos, croatas, serbios, húngaros, rumanos e italianos) y el Imperio Otomano (turcos, búlgaros, griegos, serbios, albaneses y rumanos).
3. Nueve nacionalidades directamente sometidas a otras: Irlanda a Gran Bretaña, Noruega a Suecia, Los ducados alemanes de Schleswig y Holstein a Dinamarca, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia a Rusia (aparte de las dos porciones de Polonia repartidas a Prusia y Austria).
Sin embargo, aunque los movimiento nacionalistas estallaron frecuentemente y con violencia en la primera mitad del siglo, no comenzaron a tener éxito hasta después de 1850.
4. Las revoluciones de 1820
El Espíritu de Viena se puso a prueba, por primera vez, con la oleada de agitaciones producidas en 1820. Estas agitaciones adoptaron la fórmula del pronunciamiento, es decir, que un jefe militar, apoyado por un número mayor o menor de oficiales impregnados de ideas liberales se pronunciaba a favor de la Constitución y en contra del poder absoluto.Sus tropas, acostumbradas a la obediencia directa a sus oficiales les seguían. Los jefes de estas conspiraciones solían planear sus pronunciamientos de acuerdo con las sociedades secretas a las que muchas veces pertenecían.
4.1. Las revoluciones fracasadas.
En enero de 1820 el comandante Riego se pronunciaba en Cádiz a favor de la Constitución de 1812. Le apoyaban parte de las tropas concentradas en espera de ser embarcadas para la reconquista de las colonias españolas de América.
En julio, el ejemplo español inspiraba otra sublevación en el Reino de las Dos Sicílias donde Fernando Y era también obligado a jurar una Constitución inspirada en el modelo español. Más tarde, la insurrección pasó al Piamonte.
Austria, particularmente sensible a cuanto sucediese en Italia por los grandes intereses que allí tenía convocó un congreso para decidir la intervención.
Inglaterra y Francia, que se gobernaban a sí mismas por sistemas constitucionales, no veían ningún peligro en que en los países mediterráneos tuviesen también una Constitución. Sin embargo, cedieron ante la determinación austríaca.
Las tropas austríacas invadieron Italia y las francesas (los cien mil hijos de San Luis) repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.
4.2. Las revoluciones triunfantes.
Las potencias que tan resueltas se habían mostrado a la hora de reprimir las sublevaciones liberales del área mediterránea occidental no movieron sin embargo, un dedo para evitar que Fernando VII perdiese las posesiones españolas en América; que Portugal perdiera Brasil o que los griegos se independizasen del imperio turco.
La explicación estaba en que los grandes resultaban muy favorecidos con estas emancipaciones. Pero ya no podían mantener que el intervencionismo estuviera justificado en defensa de los soberanos legítimos por lo que permitiendo o, incluso, favoreciendo estos movimientos emancipadores, empezaron ellos mismos a destruir el sistema que, teóricamente, parecían interesados en sostener.
4.2.1. La emancipación de la América española.
Los grandes trataron en varias ocasiones la situación americana pero nunca con excesiva atención. Austria y Prusia defendieron la intervención a favor de España pero lo hacían sólo por defender unos principios porque, en realidad, el foco del problema estaba lejos de su área de interés.
Francia que volvía a estar unida a España por los Pactos de Familia estaba obligada a intervenir. Sin embargo, fue en Alejandro I, que pensaba así atraerse a España, en quien Fernando VII encontró a su mejor aliado.
Pero Inglaterra estaba firmemente dispuesta a impedir toda intervención en un área en la que había multiplicado sus ventas de forma espectacular y ante su postura decidida las demás naciones retrocedieron.
4.2.2. La independencia de Grecia.
La causa de la independencia de Grecia dividirá a las potencias europeas, provocando la disolución del sistema político nacido en el Congreso de Viena.
La rebelión griega , de inspiración liberal-nacionalista, organizada contra el Imperio turco, también estuvo preparada por sociedades secretas (hetairías) creadas por emigrantes. Contará con la colaboración de la Iglesia ortodoxa, y con el apoyo de la mayor parte de los países europeos. El movimiento independentista griego desencadenó una enorme oleada de simpatía entre los europeos. El espíritu del romanticismo recreaba la imagen de la Grecia clásica, de la Atenas de la democracia, incluso la lucha religiosa contra el Islam. Los rusos, por razones estratégicas, porque intentan debilitar al imperio otomano. Únicamente el Imperio austriaco se opuso al movimiento de liberación helénico.
En 1829 los turcos reconocían la independencia de Grecia por el Tratado de Adrianópolis por el que Rusia también salía beneficiada ya que obtenía la libre circulación de sus navíos comerciales por los estrechos.
La independencia de Grecia suponía el fin del espíritu de Viena al anteponer las potencias europeas sus intereses nacionales a los principios ideológicos que la habían inspirado.
5. Las revoluciones de 1830
La principal causa de la debilidad que presentaba la Restauración la constituía la propia divergencia de intereses entre las Grandes Potencias. Pero, también en el interior de los propios estados, las corrientes de opinión , se agitaban por la evidencia cada vez mayor de que el sistema no presentaba soluciones válidas a los problemas de tipo económico y social cada vez más acuciantes.
En primer lugar la mala situación económica, las malas cosechas sumían en la miseria a las clases populares y enormes pérdidas a comerciantes e industriales de la burguesía en ascenso.
Por otra parte, el desajuste social. La clase dirigente seguía siendo aquella aristocracia ligada al antiguo régimen, lo que no correspondía a la situación real en la cual era la alta burguesía la que controlaba la vida económica, a pesar de lo cual se la excluía de las grandes decisiones políticas.
5.1. La revolución en Francia.
El hundimiento del sistema de la Restauración comenzó en la Francia de 1830 donde Carlos X había sucedido a Luis XVIII. El nuevo rey, absolutista convencido, comienza su reinado con el único apoyo de la Iglesia y de los ultraconservadores, disolvió la Asamblea, suprimió la libertad de prensa, modificó el derecho electoral, restringiendo aún más el sufragio. Estas medidas provocaron la sublevación del pueblo de París que fue apoyada por las sociedades secretas republicanas, los intelectuales e incluso por los grandes financieros y monárquicos moderados.
Carlos X, falto de respaldo militar, tuvo que huir. Las fuerzas moderadas, apoyadas por la banca, consiguen hacerse con el control político y entronizan a Luis Felipe de Orleans como muevo rey.
Luis Felipe, el rey burgués, realiza algunas reformas, como la de restablecer la bandera tricolor, restaurar la guardia nacional, para mantener el orden público, o modificar la Constitución , dándole una orientación más liberal, aunque dentro de los principios moderados del liberalismo doctrinario.
Con este monarca se inicia la edad de oro de la alta burguesía francesa, que realizará grandes inversiones especulativas, mientras que las sociedades republicanas, que se sienten profundamente defraudadas, son duramente reprimidas.
5.2. La independencia de Bélgica.
El reino de los Países Bajos (Bélgica y Holanda), gobernado por Guillermo II, era uno de los ejemplos más claros de anacronismo creado por el Tratado de Viena . Poco tenían en común holandeses y belgas pero lo importante en 1814 era crear un Estado fuerte que impidiera la expansión francesa.
Las causas que dieron lugar al estallido revolucionario fueron:
a/ Desde el punto de vista religioso el enfrentamiento entre una Bélgica católica y una Holanda calvinista.
b/ Diferencias lingüísticas notables: el flamenco y el francés frente al holandés.
c/ Políticamente los holandeses eran más favorecidos (4/5 de los cargos eran reservados a los holandeses).
d) Finalmente, existían diferencias económicas notables: una burguesía industrial belga ansiosa de poder participar en la política frente a una burguesía comercial holandesa.
Estallada la guerra civil que obligó a los holandeses a replegarse hacia el norte tuvo lugar la reunión de un Congreso nacional belga que establecía la Constitución y elegía rey a Leopoldo I
El triunfo de la revolución fue posible gracias al apoyo de Luis Felipe de Orleans que obligó a la no injerencia interna. Guillermo II había acudido a los monarcas de la Restauración, pero Prusia temió la guerra contra Francia, Rusia tenía un grave problema en Polonia y Austria tenía que intervenir en la Italia sublevada. Inglaterra por su parte veía bien una independencia de los belgas de su rival comercial: Holanda.
5.3. Los fracasos de la revolución
5.3.1. Polonia.
Polonia, que en Viena había pasado al zar de Rusia, había recibido del monarca absolutista una Carta otorgada de las más avanzadas de Europa con amplias garantías de libertades individuales, de prensa y de religión.
Fue, sin embargo, en Polonia, tantas veces fragmentada, donde el sentimiento nacionalista impulsó las primeras insurrecciones de 1830 con la confianza de una ayuda francesa o la distracción de Rusia en Bélgica, hechos que no sucedieron . Las tropas elegidas del zar aplastaron fácilmente la rebelión y Polonia sufrió una dura represión y la supresión de la Carta de 1815.
5.3.2.Alemania
Contrariamente a lo que ocurría en Polonia, en los Estados alemanes no existía hacia 1830 un sentimiento nacional ni un programa revolucionario. En torno a 1830 solamente en algunos Estados se produjeron tumultos de carácter liberal que fueron fácilmente dominados.
5.3.3. Italia
Tampoco tuvieron, en su origen, carácter nacionalista las insurrecciones de los Estados italianos. Fueron dirigidas contra el absolutismo de los gobernantes. Su única esperanza de triunfar se apoyaba en la posible ayuda francés, que no se produjo. Austria redujo los levantamientos aunque su intromisión avivó el sentimiento nacionalista.
5.3.4. España.
La oleada revolucionaria de 1830 tuvo también sus repercusiones en España. El general Torrijos, figura destacada del trienio liberal, exiliado en Gran Bretaña desde el regreso de Fernando VII, intentó en 1830 sublevar a las ciudades del sur de España buscando el apoyo de sus florecientes burguesías al igual que lo había intentado en 1820 Riego. Torrijos, consciente de que era la periferia del país la única que contaba con una sociedad burguesa de tipo europeo, confiaba en que el levantamiento se propagaría por la costa obligando al gobierno de Madrid a un cambio de régimen.La expedición terminó en el fracaso y Torrijos y sus compañeros fueron fusilados en Málaga en 1831 sin que hubiera mediado juicio.
6. La revolución de 1848
6.1. Factores de las revoluciones.
A diferencia de las revoluciones de 1830, éstas, según Marx, son las primeras de carácter moderno: las anteriores presentaban la unión de la burguesía, el campesinado e incluso otros grupos intermedios contra los grupos privilegiados, sin embargo, las del 48 suponen ya el choque claro entre los intereses de los burgueses y el proletariado de la revolución industrial.
Parece claro que en muchos casos son continuación del movimiento de los años treinta, ya que con las excepción belga los problemas continuaban sin resolver: en Francia la gran burguesía aliada a la monarquía orleanista había traicionado a los demás grupos sociales, en el área italiana y alemana quedaban sin solucionar las ideas nacionalistas y la modernización de los Estados. Los ideales democráticos se enfrentan al liberalismo doctrinario que había dirigido la lucha en Europa dieciocho años antes: entonces se pedía el sufragio que acabó siendo censatario, en las del 48 se pedía el sufragio universal partiendo de la base de la igualdad social y la supresión del monopolio de poder de la burguesía. En los años treinta las Constituciones reflejan la soberanía nacional (caso francés o belga); ahora se habla y se pide la soberanía popular diferenciando el pueblo que son todos los ciudadanos de la nación que favorece a unos pocos. Frente a la libertad de prensa ahora se habla de prensa independiente: no es suficiente con que no haya censura.., interesa que la alta burguesía no la controle, que sea libre de verdad. En el proceso revolucionario anterior se impuso la igualdad de justicia; ahora se pide justicia social, concepto muy diferente al anterior. En resumen que las diferencias son mayores que las analogías y se tienen que analizar las causas con profundidad.
La crisis europea occidental de 1847, agrícola (malas cosechas de patatas y cereales) e industrial (crisis del crédito con quiebras continuas), es uno de los factores importantes a tener en cuenta, ya que provocó una crisis generalizada, y un enorme paro.Se creó un clima de inseguridad económica, de desconfianza en el gobierno. Por eso, el movimiento de 1848 es la conjunción de la crisis económica y del descontento político.
6.2. Desarrollo de las revoluciones.
6.2.1. Francia.
La fuerte industrialización francesa, a partir de 1830, había enriquecido a la burguesía a costa de una sobreexplotación del proletariado. No es de extrañar que en estas condiciones no apareciera en Francia, entre los trabajadores, un movimiento reformista partidario de la violencia revolucionaria tratando de conquistar una vida más digna.
La crisis económica y la situación de miseria de las clases populares serán los factores que aglutinados con las reivindicaciones constitucionales de la pequeña burguesía desencadenarán diversos motines en febrero de 1848. El rey huye a Inglaterra, sin tratar de oponer resistencia a la revolución. Esta vez los republicanos no se dejan escamotear el poder, como había ocurrido en 1830; se forma un gobierno que reúne en extraña alianza a moderados liberales, como Lamartine, y socialistas, como Louis Blanc. Además del hecho sorprendente de que un obrero participase en el gobierno, destaca la creación de los Talleres Nacionales, para intentar paliar el paro en la zona de París. Se limita la jornada laboral,se instaura el sufragio universal, la libertad absoluta de prensa y asociación, la abolición de la pena de muerte por delitos políticos, la supresión de la esclavitud en las colonias y el encarcelamiento por deudas.
Estas perspectivas, sin embargo, duraron poco tiempo: la trágica realidad social y financiera las disipó. La revolución incrementó la crisis económica. Los miembros del Gobierno provisional eran incompetentes en materia financiera. Los ricos retiraron su dinero de los bancos, muchas empresas se hundieron.
Los nuevos gastos, sobre todo los Talleres Naciones, ponen al Estado al borde de la quiebra.
La victoria de los moderados en abril da lugar a una Asamblea nacional que al anunciar la disolución de los Talleres Nacionales provoca el levantamiento. Contra los insurrectos, la Guardia Nacional combate con tanto ardor como el ejército contra los “perpetuos revoltosos que se niegan a inclinarse ante el sufragio universal”. La represión es muy dura.
Después de los sucesos de junio, vencida la “república social” la Asamblea hace una Constitución, que teniendo en cuenta los acontecimientos pasados, crea un poder ejecutivo fuerte, no permanente, encomendado al Presidente de la república, elegido por sufragio universal, independiente de la Asamblea pero no reelegible. Se mantiene los logros políticos de febrero: el poder legislativo residía en una Asamblea elegida por sufragio universal.
Aprobada la Constitución se eligió como Presidente a Luis Napoleón Bonaparte que consigue el apoyo de los campesinos, temerosos de perder sus propiedades, y los grandes financieros e industriales. Se instaura así una república conservadora que acabará , con el apoyo del ejército, en el golpe de estado de 1851. Napoleón coronado emperador inaugura un período de poder personal hasta 1870.
6.2.2. La agitación revolucionaria en Europa.
En donde mayor repercusión tendrá la oleada revolucionaria de 1848 será en el imperio austriaco, en Italia y en Alemania.
En el imperio austriaco coinciden en la revolución, por una parte, las reivindicaciones democrático-liberales que se alzan contra el absolutismo, y, por otra parte, las luchas nacionalistas contra el centralismo del imperio de checos, italianos y húngaros. La coincidencia en la revolución será únicamente en el tiempo, y no en los objetivos. Los demócratas vieneses triunfan , en parte, porque las tropas imperiales estás dispersas intentando sofocar las diferentes insurrecciones nacionales, pero ellos se opondrán también a la autonomía política de los pueblos del Imperio; por su parte, los húngaros luchan por su libertad nacional, pero se oponen a su vez, a conceder la libertad a las minorías que les estaban sometidas a ellos, como, por ejemplo, los croatas. El ejército austriaco con la ayuda de Rusia irá recuperando poco a poco el control de todos los territorios y restablecerá el absolutismo. La única conquista revolucionaria que no será anulada es la liberación del campesinado de la servidumbre feudal.
En Italia las revueltas de 1848 se realizan por la unidad nacional y las libertades constitucionales. En Lombardía y Véneto, que eran territorios ocupados por los austriacos, estalla la revolución aprovechando la insurrección que se había producido en marzo en Viena. El resto de los Estados italianos, en un primer momento acuden en ayuda de estos territorios, pero al extenderse la agitación liberal en sus propios dominios, los soberanos se ven obligados a retirar sus tropas., recuperando nuevamente los austriacos el control del norte.
También serán derrotados los nacionalistas radicales que habían proclamado Venecia, Toscana y Roma como repúblicas independientes. Los austriacos consiguen además que se anulen todas las Constituciones en los territorios de Italia, resistiéndose únicamente el reino del Piamonte, que al mantener su monarquía constitucional liberal, se convertirá en el polo de atracción de todos los nacionalistas y liberales italianos.
En Alemania fue también el sentimiento nacional el motor de los brotes revolucionarios de 1848. Las aspiraciones a crear un estado nacional unido pasaba, también aquí, por derrotar al absolutismo, y por esta aspiración común, lucharán unidos, desde los burgueses de la industria y las finanzas hasta los obreros , pasando por los profesionales y los artesanos.
En el mes de marzo de 1848 ya se había conseguido que se proclamaran Constituciones en los 39 Estados alemanes; a continuación se convocó una Asamblea Nacional constituyente, formada casi exclusivamente por miembros de la burguesía. A pesar del innegable entusiasmo popular, el Parlamento, recién creado, no tiene ni armas, ni recursos, ni funcionarios propios; por tanto, su eficacia se verá muy reducida en la práctica, debilitándose paulatinamente, víctima de sus propias contradicciones internas.
6.3. Balance de las revoluciones.
En 1850 había terminado la agitación revolucionaria en Europa. Su impacto es mayor que en las anteriores oleadas de 1820 y 1830; por primera vez se produce una agitación de masas, con predominio de participación de trabajadores industriales. El desarrollo industrial había provocado cambios en la sociedad europea, desarrollándose un proletariado cada vez más numeroso que comienza a organizarse en partidos propios, diferentes de los de la burguesía, movilizándose por reivindicaciones propias.
Las clases burguesas, una vez que consigan la extensión del constitucionalismo por Europa occidental, tras la oleada revolucionaria de 1848, se retraerán a posiciones más moderadas, temiendo verse desbordadas por un movimiento obrero, todavía poco maduro e inexperto, pero muy radicalizado. Se produce por tanto, un cambio en las fuerzas que protagonizarán los futuros levantamientos revolucionarios: la burguesía asentada en el poder se hace conservadora; el proletariado en plena expansión será el motor de las nuevas luchas.
La lucha por la unidad nacional de Italia y Alemania no llega a consumarse en este momento, pero se destacan ya los dos reinos que, con un sistema constitucional, van a ser los catalizadores de la unidad: Prusia y el Piamonte.
1. Introducción.
Con el sistema político de la Restauración, que parecía sólidamente montado, Europa comenzó a andar en 1815 camino de la reconstrucción tras las guerras. El sistema pareció, en un primer momento, funcionar con eficacia: había paz, las grandes potencias se reunían periódicamente en Congresos.... sin embargo, aunque si es cierto que hubo paz entre los Estados, eso no quiere decir que fueran años de tranquilidad porque todos los países sufrieron disturbios y agitaciones más o menos frecuentes motivados por una oposición a la que se pretendía aplastar o ignorar.
La oposición actuaba siempre en la clandestinidad, organizándose en sociedades secretas, como la de los carbonarios. Eran miembros de estas sociedades oficiales, estudiantes, burgueses, minorías cultas herederas del pensamiento ilustrado que se consideraban a sí mismas como salvadoras de sus contemporáneos frente a la opresión. Ellos eran quienes redactaban y difundían los folletos y panfletos, quienes movían a los elementos populares.
Esta oposición manejaba como argumentos de oposición dos grandes ideas o sentimientos supervivientes de la época revolucionaria y ahora oprimidos por el sistema de la Restauración: El liberalismo y el nacionalismo.
2. El liberalismo.
2.1. Antecedentes ideológicos.
Es un conjunto de ideas que expresan un modelo político, económico y un concepto del mundo y de la sociedad.
El liberalismo tiene como antecedentes teóricos al filósofo Locke (1632-1704) que se opone absolutismo, defendiendo formas de gobierno basadas en la voluntad de la mayoría, la igualdad ante la ley y el derecho natural racionalista que defiende las libertades individuales.
Montesquieu (1689-1755) propone una monarquía constitucional, como forma de gobierno, en la que se garanticen las libertades personales a través de la separación de poderes.
También influirá en la formación de la ideología liberal J.J. Rousseau (1717-1778) que se manifiesta a favor de una sociedad democrática, donde los gobernantes tienen que ser servidores del pueblo ya que el Estado había sido creado para defender la libertad de los hombres y al pueblo le correspondía, por tanto, ejercer el poder. Los gobernantes no eran más que los delegados de la voluntad general del pueblo, en busca del bien común de la justicia.
2.2. Objetivos del liberalismo.
En líneas generales buscaban una participación en la marcha del Estado a través del sufragio y de la representación parlamentaria y la salvaguarda de las libertades públicas e individuales garantizadas en una Constitución.
La libertad - decía Constant, uno de los teóricos del liberalismo,- es el derecho que cada uno tiene a estar sometido sólo a las leyes. Es el derecho que tienen todos a expresar su opinión, a seguir sus inclinaciones, a trasladarse de un lugar a otro, a asociarse. En estas palabras se recoge el amplio catálogo de reivindicaciones en las que coincidía todo el pensamiento liberal.
El liberalismo intentará conseguir su aspiración de libertad, concretándola en los siguientes puntos:
• Libertades personales, que en aquella época se concretan sobre todo en la libertad de conciencia, de religión e imprenta, además de considerar dentro de estas libertades la igualdad jurídica.
• División de poderes según los principios de Montesquieu.
• Derecho de los ciudadanos a participar en la actividad política, directamente o a través de representantes elegidos.
• Libertad económica. Sin control del Estado.
Sin embargo no podemos decir que haya una homogeneidad total en el pensamiento liberal sino que se presenta una amplia gradación del más al menos, de los que se conforman con poco a los que exigen mayor libertad.
Aunque todo el pensamiento liberal coincidía en su oposición al absolutismo y en su exigencia de una Constitución, y de una representación parlamentaria, no había sin embargo, acuerdo a la hora de establecer el grado de participación deseable en la vida política.
Para unos, los más radicales, la participación debía ser total a través de unas elecciones democráticas, es decir, por sufragio universal. Intentan llevar hasta sus últimas consecuencias los principios igualitarios y de soberanía popular.
El movimiento democrático, propio de la pequeña burguesía (artesanos, pequeños comerciantes, ciertas profesiones liberales) irán paulatinamente ganando fuerza. En España se imponen en la Constitución de 1869 y definitivamente en 1885, con el gobierno de Sagasta a la muerte de Alfonso XII.
Aunque consiguió hacer triunfar algunos de sus principios a partir de 1848, el movimiento democrático fue duramente reprimido durante la etapa de la Restauración.
Para otros la participación popular debía ser muy limitada y siempre moderada por el Rey quien se consideraba que compartía la Soberanía con el pueblo y a quien se reservaban poderes extraordinarios como el de disolver el Parlamento. Estos eran los hombres del llamado liberalismo doctrinario. Para ellos, la libertad era un bien exigible para unos pocos, elementos selectos de la sociedad, los que tenían una propiedad que defender. Tratan de armonizar los principios liberales con los poderes tradicionales.
El doctrinalismo refleja la ideología de la alta burguesía , está presente durante el reinado de Luis Felipe de Orleans en Francia y aparece también en la Constitución moderada de 1845 en la España de Isabel II.
Entre unos y otros había una amplia gradación entre los que se conformaban con un sufragio censatario de base más o menos amplia.
Durante el período de la Restauración , el liberalismo más moderado tuvo una existencia reconocida constituyendo una oposición tolerada.
El liberalismo es también una doctrina económica según la cual el Estado debe organizarse de tal modo que garantice las libertades individuales y la propiedad privada pero no debe intervenir en la marcha de la economía que se rige a sí misma por leyes propias , el libre juego de la ley de la oferta y la demanda.
3. El nacionalismo.
3.1. Orígenes
Los orígenes del pensamiento nacionalista habría que situarlos entre las consecuencias de la revolución francesa y de la expansión napoleónica por Europa.
Durante el antiguo régimen la identificación nacional se hacía a través de los monarcas. Se luchaba y se moría en nombre de un rey , pro variados que fuesen sus reinos . Con la revolución francesa entra en crisis la legitimidad monárquica, y se sustituye la fidelidad al rey por la fidelidad a la nación. Con esto, crece el interés por encontrar una identidad territorial, lingüística y humana en la ordenación de los territorios.
El imperio napoleónico , al reorganizar los países de Europa, rompiendo los vínculos tradicionales, pone en contacto entre sí a diferentes poblaciones que destacan su diferenciación como un rechazo al intento de asimilación imperial.
En la Europa de la Restauración el nacionalismo es un movimiento crítico con la división de Europa artificial.
Históricamente, el intento de construir un Estado en cada nacionalidad suele estar dirigido por la burguesía, que intenta reservarse su propio mercado interior.
3.2. La ideología nacionalista.
El nacionalismo se basa en el concepto de soberanía nacional y en el uso del derecho a la autodeterminación de los pueblos, es decir, que la legitimidad de un gobierno viene dada por la voluntad general de una población con intereses comunes. Los principios de libertad difundidos por la revolución francesa se empiezan a aplicar también a los pueblos, concretándolos en el derecho que tienen a elegir a sus propios gobernantes y la forma de gobierno.
Pueden ser elementos de diferenciación de las nacionalidades: el espacio geográfico, la lengua, la religión, las costumbres y la historia común, la etnia, etc.
Entre los pensadores que aportaron una base teórica al nacionalismo se pueden señalar a Herder (iniciador de la idea de nacion-pueblo, grupo histórico frente al Estado artificial), Rousseau o Ficte, pero por su influencia, sin duda, los más importantes fueron Hegel y Mazzini.
3.2.1. El nacionalismo democrático.
Tanto Herder como Ficte podrían ser considerados como predecesores de Mazzini y del movimiento nacionalista liberal y democrático.
Mazzini (1805-1872) reconcilia el nacionalismo con el liberalismo revolucionario más democrático. Mazzini creía que la construcción del nuevo Estado había de salir de la voluntad popular. Para él la idea nacional lleva implícita la libertad de los pueblos y la soberanía nacional
Michelet , al igual que Mazzini asocia estrechamente la nación con la libertad defendiendo, como medio lícito de conseguirla, la revolución.
3.2.2. El nacionalismo conservador
El nacionalismo conservador defiende la fijación de fronteras nacionales trazadas en la existencia de comunidades ligadas por la etnia y la lengua y basadas en el mantenimiento de las tradiciones y el orden social vigente.
Hegel (1770-1831). Concibe la comunidad nacional como un todo unitario, en el que los individuos carecían de derechos, a no ser a través del Estado. Mantiene que las naciones tienen una misión histórica que cumplir en el sentido de la lucha y la oposición a las demás naciones.
3.3. El nacionalismo tras el congreso de Viena.
Del Congreso de Viena habían surgido:
1. Dos nacionalidades divididas: Alemania (en 39 Estados independientes) e Italia (en siete).
2. Dos Estados plurinacionales: El imperio austríaco (en el que convivían alemanes, checos, eslavos, polacos, eslovenos, croatas, serbios, húngaros, rumanos e italianos) y el Imperio Otomano (turcos, búlgaros, griegos, serbios, albaneses y rumanos).
3. Nueve nacionalidades directamente sometidas a otras: Irlanda a Gran Bretaña, Noruega a Suecia, Los ducados alemanes de Schleswig y Holstein a Dinamarca, Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia a Rusia (aparte de las dos porciones de Polonia repartidas a Prusia y Austria).
Sin embargo, aunque los movimiento nacionalistas estallaron frecuentemente y con violencia en la primera mitad del siglo, no comenzaron a tener éxito hasta después de 1850.
4. Las revoluciones de 1820
El Espíritu de Viena se puso a prueba, por primera vez, con la oleada de agitaciones producidas en 1820. Estas agitaciones adoptaron la fórmula del pronunciamiento, es decir, que un jefe militar, apoyado por un número mayor o menor de oficiales impregnados de ideas liberales se pronunciaba a favor de la Constitución y en contra del poder absoluto.Sus tropas, acostumbradas a la obediencia directa a sus oficiales les seguían. Los jefes de estas conspiraciones solían planear sus pronunciamientos de acuerdo con las sociedades secretas a las que muchas veces pertenecían.
4.1. Las revoluciones fracasadas.
En enero de 1820 el comandante Riego se pronunciaba en Cádiz a favor de la Constitución de 1812. Le apoyaban parte de las tropas concentradas en espera de ser embarcadas para la reconquista de las colonias españolas de América.
En julio, el ejemplo español inspiraba otra sublevación en el Reino de las Dos Sicílias donde Fernando Y era también obligado a jurar una Constitución inspirada en el modelo español. Más tarde, la insurrección pasó al Piamonte.
Austria, particularmente sensible a cuanto sucediese en Italia por los grandes intereses que allí tenía convocó un congreso para decidir la intervención.
Inglaterra y Francia, que se gobernaban a sí mismas por sistemas constitucionales, no veían ningún peligro en que en los países mediterráneos tuviesen también una Constitución. Sin embargo, cedieron ante la determinación austríaca.
Las tropas austríacas invadieron Italia y las francesas (los cien mil hijos de San Luis) repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.
4.2. Las revoluciones triunfantes.
Las potencias que tan resueltas se habían mostrado a la hora de reprimir las sublevaciones liberales del área mediterránea occidental no movieron sin embargo, un dedo para evitar que Fernando VII perdiese las posesiones españolas en América; que Portugal perdiera Brasil o que los griegos se independizasen del imperio turco.
La explicación estaba en que los grandes resultaban muy favorecidos con estas emancipaciones. Pero ya no podían mantener que el intervencionismo estuviera justificado en defensa de los soberanos legítimos por lo que permitiendo o, incluso, favoreciendo estos movimientos emancipadores, empezaron ellos mismos a destruir el sistema que, teóricamente, parecían interesados en sostener.
4.2.1. La emancipación de la América española.
Los grandes trataron en varias ocasiones la situación americana pero nunca con excesiva atención. Austria y Prusia defendieron la intervención a favor de España pero lo hacían sólo por defender unos principios porque, en realidad, el foco del problema estaba lejos de su área de interés.
Francia que volvía a estar unida a España por los Pactos de Familia estaba obligada a intervenir. Sin embargo, fue en Alejandro I, que pensaba así atraerse a España, en quien Fernando VII encontró a su mejor aliado.
Pero Inglaterra estaba firmemente dispuesta a impedir toda intervención en un área en la que había multiplicado sus ventas de forma espectacular y ante su postura decidida las demás naciones retrocedieron.
4.2.2. La independencia de Grecia.
La causa de la independencia de Grecia dividirá a las potencias europeas, provocando la disolución del sistema político nacido en el Congreso de Viena.
La rebelión griega , de inspiración liberal-nacionalista, organizada contra el Imperio turco, también estuvo preparada por sociedades secretas (hetairías) creadas por emigrantes. Contará con la colaboración de la Iglesia ortodoxa, y con el apoyo de la mayor parte de los países europeos. El movimiento independentista griego desencadenó una enorme oleada de simpatía entre los europeos. El espíritu del romanticismo recreaba la imagen de la Grecia clásica, de la Atenas de la democracia, incluso la lucha religiosa contra el Islam. Los rusos, por razones estratégicas, porque intentan debilitar al imperio otomano. Únicamente el Imperio austriaco se opuso al movimiento de liberación helénico.
En 1829 los turcos reconocían la independencia de Grecia por el Tratado de Adrianópolis por el que Rusia también salía beneficiada ya que obtenía la libre circulación de sus navíos comerciales por los estrechos.
La independencia de Grecia suponía el fin del espíritu de Viena al anteponer las potencias europeas sus intereses nacionales a los principios ideológicos que la habían inspirado.
5. Las revoluciones de 1830
La principal causa de la debilidad que presentaba la Restauración la constituía la propia divergencia de intereses entre las Grandes Potencias. Pero, también en el interior de los propios estados, las corrientes de opinión , se agitaban por la evidencia cada vez mayor de que el sistema no presentaba soluciones válidas a los problemas de tipo económico y social cada vez más acuciantes.
En primer lugar la mala situación económica, las malas cosechas sumían en la miseria a las clases populares y enormes pérdidas a comerciantes e industriales de la burguesía en ascenso.
Por otra parte, el desajuste social. La clase dirigente seguía siendo aquella aristocracia ligada al antiguo régimen, lo que no correspondía a la situación real en la cual era la alta burguesía la que controlaba la vida económica, a pesar de lo cual se la excluía de las grandes decisiones políticas.
5.1. La revolución en Francia.
El hundimiento del sistema de la Restauración comenzó en la Francia de 1830 donde Carlos X había sucedido a Luis XVIII. El nuevo rey, absolutista convencido, comienza su reinado con el único apoyo de la Iglesia y de los ultraconservadores, disolvió la Asamblea, suprimió la libertad de prensa, modificó el derecho electoral, restringiendo aún más el sufragio. Estas medidas provocaron la sublevación del pueblo de París que fue apoyada por las sociedades secretas republicanas, los intelectuales e incluso por los grandes financieros y monárquicos moderados.
Carlos X, falto de respaldo militar, tuvo que huir. Las fuerzas moderadas, apoyadas por la banca, consiguen hacerse con el control político y entronizan a Luis Felipe de Orleans como muevo rey.
Luis Felipe, el rey burgués, realiza algunas reformas, como la de restablecer la bandera tricolor, restaurar la guardia nacional, para mantener el orden público, o modificar la Constitución , dándole una orientación más liberal, aunque dentro de los principios moderados del liberalismo doctrinario.
Con este monarca se inicia la edad de oro de la alta burguesía francesa, que realizará grandes inversiones especulativas, mientras que las sociedades republicanas, que se sienten profundamente defraudadas, son duramente reprimidas.
5.2. La independencia de Bélgica.
El reino de los Países Bajos (Bélgica y Holanda), gobernado por Guillermo II, era uno de los ejemplos más claros de anacronismo creado por el Tratado de Viena . Poco tenían en común holandeses y belgas pero lo importante en 1814 era crear un Estado fuerte que impidiera la expansión francesa.
Las causas que dieron lugar al estallido revolucionario fueron:
a/ Desde el punto de vista religioso el enfrentamiento entre una Bélgica católica y una Holanda calvinista.
b/ Diferencias lingüísticas notables: el flamenco y el francés frente al holandés.
c/ Políticamente los holandeses eran más favorecidos (4/5 de los cargos eran reservados a los holandeses).
d) Finalmente, existían diferencias económicas notables: una burguesía industrial belga ansiosa de poder participar en la política frente a una burguesía comercial holandesa.
Estallada la guerra civil que obligó a los holandeses a replegarse hacia el norte tuvo lugar la reunión de un Congreso nacional belga que establecía la Constitución y elegía rey a Leopoldo I
El triunfo de la revolución fue posible gracias al apoyo de Luis Felipe de Orleans que obligó a la no injerencia interna. Guillermo II había acudido a los monarcas de la Restauración, pero Prusia temió la guerra contra Francia, Rusia tenía un grave problema en Polonia y Austria tenía que intervenir en la Italia sublevada. Inglaterra por su parte veía bien una independencia de los belgas de su rival comercial: Holanda.
5.3. Los fracasos de la revolución
5.3.1. Polonia.
Polonia, que en Viena había pasado al zar de Rusia, había recibido del monarca absolutista una Carta otorgada de las más avanzadas de Europa con amplias garantías de libertades individuales, de prensa y de religión.
Fue, sin embargo, en Polonia, tantas veces fragmentada, donde el sentimiento nacionalista impulsó las primeras insurrecciones de 1830 con la confianza de una ayuda francesa o la distracción de Rusia en Bélgica, hechos que no sucedieron . Las tropas elegidas del zar aplastaron fácilmente la rebelión y Polonia sufrió una dura represión y la supresión de la Carta de 1815.
5.3.2.Alemania
Contrariamente a lo que ocurría en Polonia, en los Estados alemanes no existía hacia 1830 un sentimiento nacional ni un programa revolucionario. En torno a 1830 solamente en algunos Estados se produjeron tumultos de carácter liberal que fueron fácilmente dominados.
5.3.3. Italia
Tampoco tuvieron, en su origen, carácter nacionalista las insurrecciones de los Estados italianos. Fueron dirigidas contra el absolutismo de los gobernantes. Su única esperanza de triunfar se apoyaba en la posible ayuda francés, que no se produjo. Austria redujo los levantamientos aunque su intromisión avivó el sentimiento nacionalista.
5.3.4. España.
La oleada revolucionaria de 1830 tuvo también sus repercusiones en España. El general Torrijos, figura destacada del trienio liberal, exiliado en Gran Bretaña desde el regreso de Fernando VII, intentó en 1830 sublevar a las ciudades del sur de España buscando el apoyo de sus florecientes burguesías al igual que lo había intentado en 1820 Riego. Torrijos, consciente de que era la periferia del país la única que contaba con una sociedad burguesa de tipo europeo, confiaba en que el levantamiento se propagaría por la costa obligando al gobierno de Madrid a un cambio de régimen.La expedición terminó en el fracaso y Torrijos y sus compañeros fueron fusilados en Málaga en 1831 sin que hubiera mediado juicio.
6. La revolución de 1848
6.1. Factores de las revoluciones.
A diferencia de las revoluciones de 1830, éstas, según Marx, son las primeras de carácter moderno: las anteriores presentaban la unión de la burguesía, el campesinado e incluso otros grupos intermedios contra los grupos privilegiados, sin embargo, las del 48 suponen ya el choque claro entre los intereses de los burgueses y el proletariado de la revolución industrial.
Parece claro que en muchos casos son continuación del movimiento de los años treinta, ya que con las excepción belga los problemas continuaban sin resolver: en Francia la gran burguesía aliada a la monarquía orleanista había traicionado a los demás grupos sociales, en el área italiana y alemana quedaban sin solucionar las ideas nacionalistas y la modernización de los Estados. Los ideales democráticos se enfrentan al liberalismo doctrinario que había dirigido la lucha en Europa dieciocho años antes: entonces se pedía el sufragio que acabó siendo censatario, en las del 48 se pedía el sufragio universal partiendo de la base de la igualdad social y la supresión del monopolio de poder de la burguesía. En los años treinta las Constituciones reflejan la soberanía nacional (caso francés o belga); ahora se habla y se pide la soberanía popular diferenciando el pueblo que son todos los ciudadanos de la nación que favorece a unos pocos. Frente a la libertad de prensa ahora se habla de prensa independiente: no es suficiente con que no haya censura.., interesa que la alta burguesía no la controle, que sea libre de verdad. En el proceso revolucionario anterior se impuso la igualdad de justicia; ahora se pide justicia social, concepto muy diferente al anterior. En resumen que las diferencias son mayores que las analogías y se tienen que analizar las causas con profundidad.
La crisis europea occidental de 1847, agrícola (malas cosechas de patatas y cereales) e industrial (crisis del crédito con quiebras continuas), es uno de los factores importantes a tener en cuenta, ya que provocó una crisis generalizada, y un enorme paro.Se creó un clima de inseguridad económica, de desconfianza en el gobierno. Por eso, el movimiento de 1848 es la conjunción de la crisis económica y del descontento político.
6.2. Desarrollo de las revoluciones.
6.2.1. Francia.
La fuerte industrialización francesa, a partir de 1830, había enriquecido a la burguesía a costa de una sobreexplotación del proletariado. No es de extrañar que en estas condiciones no apareciera en Francia, entre los trabajadores, un movimiento reformista partidario de la violencia revolucionaria tratando de conquistar una vida más digna.
La crisis económica y la situación de miseria de las clases populares serán los factores que aglutinados con las reivindicaciones constitucionales de la pequeña burguesía desencadenarán diversos motines en febrero de 1848. El rey huye a Inglaterra, sin tratar de oponer resistencia a la revolución. Esta vez los republicanos no se dejan escamotear el poder, como había ocurrido en 1830; se forma un gobierno que reúne en extraña alianza a moderados liberales, como Lamartine, y socialistas, como Louis Blanc. Además del hecho sorprendente de que un obrero participase en el gobierno, destaca la creación de los Talleres Nacionales, para intentar paliar el paro en la zona de París. Se limita la jornada laboral,se instaura el sufragio universal, la libertad absoluta de prensa y asociación, la abolición de la pena de muerte por delitos políticos, la supresión de la esclavitud en las colonias y el encarcelamiento por deudas.
Estas perspectivas, sin embargo, duraron poco tiempo: la trágica realidad social y financiera las disipó. La revolución incrementó la crisis económica. Los miembros del Gobierno provisional eran incompetentes en materia financiera. Los ricos retiraron su dinero de los bancos, muchas empresas se hundieron.
Los nuevos gastos, sobre todo los Talleres Naciones, ponen al Estado al borde de la quiebra.
La victoria de los moderados en abril da lugar a una Asamblea nacional que al anunciar la disolución de los Talleres Nacionales provoca el levantamiento. Contra los insurrectos, la Guardia Nacional combate con tanto ardor como el ejército contra los “perpetuos revoltosos que se niegan a inclinarse ante el sufragio universal”. La represión es muy dura.
Después de los sucesos de junio, vencida la “república social” la Asamblea hace una Constitución, que teniendo en cuenta los acontecimientos pasados, crea un poder ejecutivo fuerte, no permanente, encomendado al Presidente de la república, elegido por sufragio universal, independiente de la Asamblea pero no reelegible. Se mantiene los logros políticos de febrero: el poder legislativo residía en una Asamblea elegida por sufragio universal.
Aprobada la Constitución se eligió como Presidente a Luis Napoleón Bonaparte que consigue el apoyo de los campesinos, temerosos de perder sus propiedades, y los grandes financieros e industriales. Se instaura así una república conservadora que acabará , con el apoyo del ejército, en el golpe de estado de 1851. Napoleón coronado emperador inaugura un período de poder personal hasta 1870.
6.2.2. La agitación revolucionaria en Europa.
En donde mayor repercusión tendrá la oleada revolucionaria de 1848 será en el imperio austriaco, en Italia y en Alemania.
En el imperio austriaco coinciden en la revolución, por una parte, las reivindicaciones democrático-liberales que se alzan contra el absolutismo, y, por otra parte, las luchas nacionalistas contra el centralismo del imperio de checos, italianos y húngaros. La coincidencia en la revolución será únicamente en el tiempo, y no en los objetivos. Los demócratas vieneses triunfan , en parte, porque las tropas imperiales estás dispersas intentando sofocar las diferentes insurrecciones nacionales, pero ellos se opondrán también a la autonomía política de los pueblos del Imperio; por su parte, los húngaros luchan por su libertad nacional, pero se oponen a su vez, a conceder la libertad a las minorías que les estaban sometidas a ellos, como, por ejemplo, los croatas. El ejército austriaco con la ayuda de Rusia irá recuperando poco a poco el control de todos los territorios y restablecerá el absolutismo. La única conquista revolucionaria que no será anulada es la liberación del campesinado de la servidumbre feudal.
En Italia las revueltas de 1848 se realizan por la unidad nacional y las libertades constitucionales. En Lombardía y Véneto, que eran territorios ocupados por los austriacos, estalla la revolución aprovechando la insurrección que se había producido en marzo en Viena. El resto de los Estados italianos, en un primer momento acuden en ayuda de estos territorios, pero al extenderse la agitación liberal en sus propios dominios, los soberanos se ven obligados a retirar sus tropas., recuperando nuevamente los austriacos el control del norte.
También serán derrotados los nacionalistas radicales que habían proclamado Venecia, Toscana y Roma como repúblicas independientes. Los austriacos consiguen además que se anulen todas las Constituciones en los territorios de Italia, resistiéndose únicamente el reino del Piamonte, que al mantener su monarquía constitucional liberal, se convertirá en el polo de atracción de todos los nacionalistas y liberales italianos.
En Alemania fue también el sentimiento nacional el motor de los brotes revolucionarios de 1848. Las aspiraciones a crear un estado nacional unido pasaba, también aquí, por derrotar al absolutismo, y por esta aspiración común, lucharán unidos, desde los burgueses de la industria y las finanzas hasta los obreros , pasando por los profesionales y los artesanos.
En el mes de marzo de 1848 ya se había conseguido que se proclamaran Constituciones en los 39 Estados alemanes; a continuación se convocó una Asamblea Nacional constituyente, formada casi exclusivamente por miembros de la burguesía. A pesar del innegable entusiasmo popular, el Parlamento, recién creado, no tiene ni armas, ni recursos, ni funcionarios propios; por tanto, su eficacia se verá muy reducida en la práctica, debilitándose paulatinamente, víctima de sus propias contradicciones internas.
6.3. Balance de las revoluciones.
En 1850 había terminado la agitación revolucionaria en Europa. Su impacto es mayor que en las anteriores oleadas de 1820 y 1830; por primera vez se produce una agitación de masas, con predominio de participación de trabajadores industriales. El desarrollo industrial había provocado cambios en la sociedad europea, desarrollándose un proletariado cada vez más numeroso que comienza a organizarse en partidos propios, diferentes de los de la burguesía, movilizándose por reivindicaciones propias.
Las clases burguesas, una vez que consigan la extensión del constitucionalismo por Europa occidental, tras la oleada revolucionaria de 1848, se retraerán a posiciones más moderadas, temiendo verse desbordadas por un movimiento obrero, todavía poco maduro e inexperto, pero muy radicalizado. Se produce por tanto, un cambio en las fuerzas que protagonizarán los futuros levantamientos revolucionarios: la burguesía asentada en el poder se hace conservadora; el proletariado en plena expansión será el motor de las nuevas luchas.
La lucha por la unidad nacional de Italia y Alemania no llega a consumarse en este momento, pero se destacan ya los dos reinos que, con un sistema constitucional, van a ser los catalizadores de la unidad: Prusia y el Piamonte.
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