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lunes, 3 de enero de 2011

LA CUESTIÓN DE ORIENTE

LA CUESTIÓN DE ORIENTE (1815-1914)
La denominación de cuestión de Oriente hace referencia al problema planteado por la decadencia del Imperio turco en los Balcanes desde principios del siglo XIX. Considerado ya por el zar Alejandro I como el enfermo de Europa, pondrá sobre el tapete diplomático la necesidad de un reparto territorial, que bajo el pretexto de evitar las tensiones en la política internacional de la época, implica a las potencias las significativas del periodo: Francia, Gran Bretaña, Rusia y Austria.
Inicialmente, el reparto de las posesiones turcas enfrenta a dos potencias continentales: Austria-Hungría y Rusia. los motivos son diversos:
1. Étnicos. El espacio balcánico abarca a poblaciones germánicas y eslavas. Tanto el Imperio austriaco como Rusia desarrollarán sus respectivas políticas pangermanistas y paneslavistas.
2. Económicos. La Revolución Industrial y el desarrollo de las potencias económicas nacionales impone la necesidad a ambos imperios de buscar nuevos mercados, y los Balcanes, en posesión de un imperio decadente, es una tentación obvia. La carrera por desarrollar el ferrocarril entre Salónica y Constantinopla es demostrativa de la potencialidad económica de la zona, y de los intereses de las potencias implicadas.
3. Estratégicos. La salida al Mediterráneo oriental de ambas potencias conservadoras plantea las suspicacias de las dos potencias liberales y coloniales que consideran al continente africano como su porción exclusiva del reparto colonial. La importancia de Egipto, con la construcción del canal de Suez elevará la tensión al configurar el vital espacio del canal como la vía mas rápida para la conexión de ambas potencias con sus imperios coloniales asiáticos (la India y Vietnam)
4. Decadencia turca. El imperio turco por estas fechas mantiene en su seno una serie de crisis internas que podemos clasificar en:
a. Religiosas. Una gran parte de los súbditos del imperio son cristianos, exentos del servicio militar, sin derechos políticos ni acceso a los puestos de la Administración y el Ejército, siendo por el contrario una fuerza económica importante, caso de los círculos griegos, armenios o cristianos libaneses. Por el contrario, la población turca mantiene su presencia en las fuerzas armadas, los cargos políticos y administrativos y tiene reconocidos sus derechos políticos.
b. Geográficos. La decadencia turca se enfatiza por su dispersión geográfica a través de tres continentes: África, Europa y Asia. Ello induce a ciertas zonas, como Egipto a mantener una sumisión nominal frente al sultán de Constantinopla, caso de Egipto.
c. Étnicos. Los diversos pueblos de los Balcanes: serbios, búlgaros, húngaros o rumanos, se extienden por diversas zonas balcánicas sin homogeneidad. Cuando el nacionalismo se convierta en la fuerza motriz de desmembración turca en los Balcanes, estos pueblos buscarán formar naciones con diversidad étnica dentro de sus fronteras, fruto de previsibles conflictos.
A la altura de 1870, el Imperio turco acumula el desgaste progresivo de todas estas tensiones aderezado con el inmovilismo político del sultán. Los planes de reforma de sultanes como Abd-al-Aziz (1861-1876) ponen de manifiesto las contradicciones de unas reformas parciales basadas en la modernización económica sin reformas políticas paralelas. El enfrentamiento a partir de entonces entre los defensores del poder del sultán y los reformistas, los “jóvenes turcos”, demuestran la influencia del liberalismo occidental y su incompatibilidad básica con la monarquía de corte absolutista.
Económicamente, las reformas en el Ejército y la Marina, de amplia envergadura, se realizan sin reformar el sistema económico arcaico del imperio. Los propios visires denominados reformadores serán incapaces de captar las complejidades de la economía derivada del desarrollo de la Revolución Industrial. Incapaces de reformar en profundidad el sistema económico según el modelo occidental, ni tocar o cuestionar los intereses de las clases privilegiadas, con el sultán a la cabeza, los caminos de la financiación de las reformas se centrarán en la huida hacia delante a base de empréstitos solicitados a las potencias extranjeras. Francia y Gran Bretaña serán los primeros acreedores del Imperio.

Desde la Guerra de Crimea (1854-1856), el Imperio es deudor de Gran Bretaña, pues por estas fechas, se contrata el primer empréstito al 6% de interés. Sobre 1873, el imperio había firmado 13 empréstitos por un valor global de 185 millones de libras esterlinas. Las garantías serán cada vez mas onerosas: monopolios del tabaco, timbre y la sal, libertad en los impuestos y recaudación de estos en Siria y Egipto. Todo ello empobrece la recaudación fiscal del Imperio y aumenta su dependencia de las potencias extranjeras.

LA POLÍTICA EXTERIOR.
A lo largo de este periodo, el desarrollo de los sucesivos conflictos internacionales elevaran el grado de decadencia y pérdida de independencia política del Imperio, acentuando la necesidad de solucionar el problema turco y aumentando las fricciones entre las grandes potencias que buscan obtener suculentas ganancias en el reparto.
1. La guerra de independencia griega, vista con anterioridad, demuestra la posibilidad de enfrentamientos entre las potencias europeas interesadas en el la zona, y la posibilidad de llegar a un enfrentamiento bélico por asegurarse determinadas zonas de influencia geoestratégica. El Tratado de Adianópolis y el protocolo secreto de Londres, evidencian la perdida de maniobrabilidad política internacional del Imperio, las fricciones entre las grandes potencias a la hora del reparto, y la tutela sin concesiones ni pudores por parte de las potencias sobre las zonas que se convierten en estados del Imperio, caso de Grecia.

2. Las revoluciones de 1848, ponen en evidencia los intereses de las potencias conservadoras, antinacionalistas, más interesadas en el reparto territorial del Imperio: Austria y Rusia. En las fronteras austro-rusas en los Balcanes, la primera porción territorial a desgajar eran las principados rumanos. Una parte de estos pertenecían a Austria ( Transilvania, Bucovina y el banato de Temesvar), a Rusia ( Besarabia) y al Imperio turco (Valaquia y Moldavia)
Las repercusiones del 48, alentadas por los estudiantes de la zona que habían salido a cursar sus estudios en el extranjero, fueron la chispa del enfrentamiento. El enfrentamiento adquirió diversas facetas, desde el deseo de independencia nacionalista a intereses de conflictos económicos y de clase como la reforma agraria y las libertades políticas. Dentro del grupo progresista, estudiantes y comerciantes, deseaban una revolución política y la independencia nacional, creando un gobierno nacional. La debilidad de Turquía en la zona, y el temor de contagio nacionalista en sus territorios, llevarán a Rusia a intervenir, invadiendo Valaquia y Moldavia, entrando en Bucarest derrocando al gobierno provisional. La intervención a favor de Turquía, a la que se quieres desmembrar, se hace en esta ocasión en virtud de las estipulaciones de la Santa Alianza, por las cuales, el zar Alejandro I, interviene en el sostenimiento de un gobierno legítimo y autoritario y en contra de las revoluciones desestabilizadoras.

3. La Guerra de Crimea (1854-1856) puso de manifiesto al ambivalencia de sentimientos, intereses y coyunturas políticas que atravesará el asunto turco. Si en 1848, Rusia había sido el salvavidas del Imperio ante el empuje de los nacionalistas, será ahora Gran Bretaña y Francia, la que salven al Imperio del zarpazo del oso ruso. En este caso la intervención rusa se debe a problemas económicos, caso de la prohibición de la salida del trigo rumano por los estrechos; religiosos, motivada por la defensa oportunista del zar de los derechos de los cristianos en el Imperio, tal como se contemplaba en el tratado de Kainardji; y políticos, motivados por la supuesta misión predestinada por el zar Nicolás I de colocar a Rusia en su lugar en Europa.
La defensa turca por Gran Bretaña de debe a un cúmulo de circunstancias qué la impulsan a ir a la guerra. Desde los aranceles rusos, altos para los tejidos británicos, al mantenimiento de su control en el Mediterráneo oriental, esto es, Egipto y Chipre mas el control de la ruta egipcia a la India, que se vería cuestionada con la libre salida de la flota rusa a través de los estrechos hacia el Mediterráneo.
El caso francés, nunca ha quedado firmemente establecido el cúmulo de intereses, aunque parecen primar los de prestigio internacional parte de un ansioso Napoleón III, obsesionado por la sombra de su tío. A ello hay que añadir el sentimiento de enfrentamiento entre las potencias liberales frente a una inquietante expansión de una de las mas señeras de la Santa Alianza, Rusia. La presencia del Piamonte, reino liberal, nacionalista e italiano en el conflicto, es mas folklórica que determinante, si bien parece refrendar un aspecto de la guerra: el enfrentamiento entre la revolución liberal contra la reacción conservadora, aunque sea para salvar a otra potencias conservadora. Cuestión de sensibilidades varias.
El desarrollo de la guerra tiene escasa relevancia a nivel de grandes cambios en la política internacional del periodo. La conquista de Sebastopol por el ejército anglo-francés, no hacei sino poner sobre el tapete de las negociaciones el programa acordado en Viena en 1854: neutralización del Mar Negro, libertad de navegación en los estrechos, libre navegación en las bocas del Danubio con vigilancia de una comisión internacional, autonomía de los principados de Valaquia y Moldavia y garantías por parte del Imperio turco de respetar los intereses religiosos de sus súbditos cristiano ortodoxos. Estos serán los puntos del tratado de paz firmados por Alejandro II en París, en 1856.
Del conflicto se evidencia la debilidad militar de Rusia por aquellos días, necesitada de amplio programa de reformas internas, como veremos posteriormente, y la continuada pérdida de independencia política de Turquía con la pérdida de algunos territorios, mientras se refuerza su necesidad de supervivencia con el apoyo de otras potencias.

3. El polvorín de los Balcanes desde 1875.
El espacio de tiempo transcurrido entre 1856 y 1875 puede considerarse como de evolución de los problemas internos turcos. Concretamente, dos zonas de los Balcanes se convertirán, a la altura de 1875, en los próximos avisperos de la política internacional por estas fechas: Bulgaria y Bosnia.
El caso búlgaro, parte de su división en dos zonas netamente diferencias. En el norte, la influencia rusa en preponderante, mientras que en el sur, la presencia del ejército turco parece firmemente asentada, sostenida por una facilidad en las comunicaciones con el centro del imperio, y con una división etnica con diversos grados de enfrentamiento entre turcos, griegos, serbios y albaneses, destacando en conjunto la hostilidad de los grupos no turcos hacia estos en los que solo ven voraces recaudadores de impuestos.
La primera chispa salta en 1864, cuando campesinos circasianos (turcos huidos de Rusia) son asentados en las zonas con evidentes privilegios respecto a los autóctonos búlgaros. Sin embargo, el conflicto no se radicalizará por la atmósfera de prosperidad económica del momento vivida por los campesinos y la burguesía búlgara (chorbadjis), que espera solventar la crisis política sin muchos perjuicios económicos mediante la desintegración del imperio y no la guerra abierta.
El caso bosnio presenta particularidades propias. La conflictividad social es muy variada. Desde el lado conservador se afirma la presencia de una minoría musulmanes de terratenientes (begs) con una clientela que representa un tercio de la población Este grupo marcará sus señas de identidad con la opresión sin remordimientos frente al grupo cristiano. La crisis había comenzado alrededor de 1850, cuando el sultán Mahmud II, tendió a eliminar la influencia feudal de los begs, pero no había introducido cambios en la presencia cualitativa musulmana. Sin embargo, una crisis económica, la mala cosecha de 1874, despierta las primeras rebeliones campesinas antiturcas. A partir de aquí, el conflicto adquiere carta de naturaleza, complicándose por la ingerencia austriaca que desea el dominio de la zona para fortalezas su franja de terreno en la costa dálmata, por ser el paso inevitable del vital ferrocarril entre Viena t Constantinopla vía Salónica.
El caso bosnio en 1875, refleja las tensiones de una Rusia en Bulgaria, una Austria en Bosnia y un decadente imperio turco, que tendrán su reedición en 1914.
El desarrollo de la insurrección antiturca toma impulsa en la hambruna de 1875, centrada en Bosnia Herzegovina. Contestada por los turcos con amplio repertorio de salvaje represión, desencadena la hostilidad de los estados ya independientes, Servia y Montenegro, que ven la ocasión de redondear sus territorios acudiendo en ayuda de sus hermanos eslavos. El estallido en la zona bosnia es parejo al levantamiento búlgaro de 1876.
En Rusia se produce una división en dos bandos ante el conflicto balcánico. En netamente paneslavista, encabezado por Ignatief que pide una guerra de Rusia en solitario en ayuda de los hermanos pequeños balcánicos y eslavos. Y los que consideran, a la vista del trauma de Crimen, la necesidad de de contar con el apoyo de otras potencias, caso de Gortchakof. Pero no es solo en Rusia donde hay división de opiniones. En Gran Bretaña, los liberales con Gladstone a la cabeza son partidarios de la guerra, mientras los conservadores de Disraeli, defienden la neutralidad. El imperio austriaco tiene sus propias preferencias. Desean limitar el conflicto en aras de sus intereses ferroviarios.
Diplomáticamente, se consigue la neutralidad de Austria y Gran Bretaña ante la intervención en solitario de Rusia que comienza en 1877, atravesando Rumania y llegando tras varias peripecias ante las llanuras de Adrianópolis. El temor derivado de la presencia de tropas rusas a las puertas de Constantinopla desvanece el anterior consenso internacional. A las protestas de Austria se une la presencia de una flota británica en los estrechos. La amenaza de guerra generalizada lleva turcos y rusos a la mesa de negociaciones.
El tratado de San Estéfano, en marzo de 1878, viene a consagrar las ganancias rusas plasmada en la anexión de las ciudades de Kars, Bayazid y Batum en los territorios asiáticos del Imperio turco, cuando a la Dobrudja en Europa; Engrandece los respectivos territorios de Serbia y Montenegro; consagra la independencia de Rumania, y recrea la formación de una Gran Bulgaria, extendida desde el Danubio al Egeo, englobando a gran parte de Rumelia y Macedonia.
Los resultados del tratado disparan la hostilidad y temores de Austria y Gran Bretaña, que ven en el tratado la preeminencia de Rusia en los Balcanes. Para Austria, San Estéfano puede desarrollar la independencia de Bosnia – Herzegovina, cerrándole el camino hacia el sur de los Balcanes. En el caso británico, el tratado supone la creación de un auténtico protectorado ruso en los Balcanes, la puerta abierta a la ocupación de Constantinopla y la presencia de la flota rusa, en corto espacio de tiempo, frente a Chipre, Creta, Egipto e incluso, en el estrecho de Mesina. Por oto ello comenzó a llamarse a los reservistas en `prevención de un previsto conflicto bélico.
Finalmente, el cúmulo de presiones desemboco en el Congreso de Berlín (1878) solución pactada a medio camino entre los deseos rusos, los temores austro-británicos y la mediación del Reich bismarkiano. En virtud de los acuerdos de Berlín se reducían las ganancias territoriales de Serbia y Montenegro, quedaba compartimentada Bulgaria en dos principados, Bulgaria y Rumelia,; Rumania cedía a Rusia la Besaria del sur a cambio de la Dobrudja, quedando Bosnia-Herzegovina encomendada a la administración de Austria.
El balance de los acuerdos de Berlín esta orientado sobre la idea de mantener el status quo en los Balcanes contra viento y marea. Gran Bretaña, nuevamente, a impedido la desmembración del imperio turco, Rusia a pesar de las ventajas ha tenido que retroceder sensiblemente tras los acuerdos de San Estéfano, si bien no renuncia a la protección de los eslavos del sur, mientras que la paciencia austriaca se ha visto recompensada con su apertura hacia el sur.
San Estéfano y Berlín suponen la pérdida de cualquier iniciativa propia del Imperio turco en los Balcanes. No volverá a tener un papel actuante en el territorio. El ejemplo mas evidente será cuando en 1885, la declaración unilateral de unificación de las dos Bulgarias sea sancionado con el silencio en Constantinopla.
Sin embargo, en los Balcanes se apagaba un polvorín para encender otra. La victoria diplomática austriaca consagra el avance imperial hacia el sur, consiguiendo el apoyo de Serbia y Rumania, pero no impide la hostilidad y agitación nacionalista de bosnios contra Austria y de pomacos contra Bulgaria y Rusia. Sin consecuencias a medio plazo, sólo la insurrección de los albaneses contra Constantinopla demuestra la fragilidad de la situación.
Desde 1885 a 1914 comienzan a vislumbrarse en el horizonte los nubarrones de la tormenta que se desencadenara en junio de 1914. El crecimiento de la influencia austriaca levanta los temores de los eslavos del sur, mientras la presencia de comerciantes austro-húngaros, creciente, en los puertos griegos desplaza a sus homólogos británicos; el territorio balcánico turco entra en una dinámica reduccionista sin retroceso; la influencia paneslavista rusa crece a través de la puerta búlgara, y cuando el imperio austriaco se anexione formalmente Bosnia-Herzegovina a principios del siglo XX, la chispa balcánica encenderá la mecha de la guerra, mientras el Imperio turco se convierte en un mero espectador.

4 comentarios:

  1. y los resultados? urgente para entregar trabajo gracias

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    1. Desde 1885 a 1914 comienzan a vislumbrarse en el horizonte los nubarrones de la tormenta que se desencadenara en junio de 1914. El crecimiento de la influencia austriaca levanta los temores de los eslavos del sur, mientras la presencia de comerciantes austro-húngaros, creciente, en los puertos griegos desplaza a sus homólogos británicos; el territorio balcánico turco entra en una dinámica reduccionista sin retroceso; la influencia paneslavista rusa crece a través de la puerta búlgara, y cuando el imperio austriaco se anexione formalmente Bosnia-Herzegovina a principios del siglo XX, la chispa balcánica encenderá la mecha de la guerra, mientras el Imperio turco se convierte en un mero espectador.

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  2. ¡Qué cantidad de faltas de ortografía!

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