La Primera Guerra Mundial: 80 años después.
La imagen popular en 1914 por la cual se iba a la Gran Guerra pensando que con ella se acabarían todos los conflictos bélicos se ha revelado como lo más lejano de la realidad. En general, a la hora de hacer balance, se toma conciencia de que los problemas heredados a finales del s. XX en Europa y, en buena medida en el mundo actual, parten no de la postguerra de 1945, sino de la de 1919. Esta visión se afianza desde el momento de ya que no nos cabe duda alguna, de que las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial y de la configuración del mundo actual, están en el conflicto de 1914-1918.
Antes de 1914, Europa no había vivido una beligerancia tan amplia, geográficamente hablando, desde las guerras napoleónicas. La Europa que se recrea en sus dos fases de la Revolución Industrial solo se ve alterada en su sueño autocomplaciente por conflictos locales: Crimea en 1854-1856, en el Este; las guerras nacionales en Italia y Alemania, trasfondo de los ecos de la Marsellesa del período 1789-1815; o él epilogo de la guerra francoprusiana. Final del s. XIX, y verdadera antesala del conflicto de 1914. Fuera de estos sobresaltos, Europa se recrea en el siglo del Imperialismo. Para bien o para mal, las relaciones internacionales mundiales son dirigidas desde las cancillerías europeas, mientras EE.UU. mantiene su autocomplaciente aislamiento en la esfera internacional que le permite marchar continuamente hacia el Oeste, por su propio continente y, cuando llega al Pacífico, dirigir su mirada hacia el otro lado del océano y el Caribe. La zona geopolítica al sur del Río Grande es considerada desde entonces, apoyándose en la doctrina Monroe, como su hinterland natural .
La entrada en el siglo XX queda prefijada por estas actuaciones, donde a ambos lados del Atlántico, las potencias occidentales no parecen tener ningún tipo de enfrentamiento por cuestiones territoriales. Sin embargo, en la vieja Europa las espadas están en alto. El final de la guerra francoprusiana, no ha hecho sino añadir un agravio mas al poso de rivalidades que los imperios europeos añaden lentamente, por sus discrepancias territoriales en el resto de los continentes. Entre 1840 y 1914, las sucesivas fases de la Revolución Industrial tienen la virtud de acortar las distancias, las comunicaciones y acercar la unidad de los hemisferios. Sin embargo, proximidad significa mejor conocimiento de los problemas y de las rivalidades. En normas generales, puede decirse que los imperios europeos son pésimos vecinos llegada la fecha de 1914. En 1887, dieciséis años después de la guerra francoprusiana, y dos desde la Conferencia de Berlín donde se reparte el mundo colonial y se llega a los mejores acuerdos y entendimiento entre las potencias europeas, calificada como la más alta cumbre de las relaciones internacionales europeas desde el Congreso de Viena, no impide ver el futuro con pesimismo, << la presente posición del mundo europeo es tal que en ella la pura fuerza ocupa un lugar mayor que nunca ocupó en los tiempos modernos desde la caída de Napoleón>> .
La Conferencia de Berlín pone de manifiesto que los viejos objetivos de competición no han variando en el fondo: el control del territorio, la riqueza, el prestigio y el poder, siguen configurando el status de gran potencia. Status que a principios del s. XX, supone por las dimensiones imperiales globales, poder desencadenar una guerra en diferentes y alejadas partes del planeta. A ello, se unen las armas económicas y los intereses derivados de ellos. La tripleta convenios comerciales, impuestos y empréstitos, se convierte en un actor de primera fila a la hora de dibujar las relaciones diplomáticas.
El mundo de la diplomacia adquiere también una peculiar fisonomía desde la derrota francesa de 1871. Entre 1873 y 1907, se configura un mundo de alianzas ofensivo-defensivas entre las grandes potencias europeas, que son el referente más válido para entender un desencadenamiento de la Gran Guerra, partiendo de un incidente local en Sarajevo. Los acuerdos de esta indole concretados en la Liga de los Tres Emperadores, la Triple Alianza y la Triple Entente, demuestran su genuíno carácter de bloque ofensivo por la simple lectura de los textos de estos tratados . Sistema de alianzas que, no nos engañemos, esta destinado a que en el período 1904-1914, las relaciones internacionales tengan como compañero de viaje la crisis y la sombra de la guerra. Camino hacia el conflicto bélico que se adereza en la crisis marroquí de 1904-1906; crisis bosnia de 1908-1909; segunda crisis marroquí de 1911 y las dos guerras balcánicas, que teminan de poner el escenario para el teatro de la guerra que se inaugura con la muerte del archiduque Francisco Fernando heredero de la corona Austro-hungará, el 28 de junio de 1914 . El desencadenamiento de la guerra es consecuencia automática de esta amplia red de tratados, que la diplomacia secreta, y a veces no tan secreta, considera de obligado cumplimiento. Y cuando hablo de un incidente local, no pretendo quitar fuerza al magnicidio de Sarajevo, ni obviar la rivalidad austro-serbia que desde principios de siglo presidia la escena balcánica, ni los intereses contrapuestos de todas las potencias, manifestados en las dos guerras balcánicas. Simplemente, reflexiono sobre otros hechos que complementan la crisis de Sarajevo.
El caso mas tipico de la reflexion fue el atentado de Sarajevo.
Empecemos por la persona del heredero, que no goza ni siquiera de la consideración del propio Francisco José. ¿ Qué motivo tenía la visita de Francisco Fernando a Sarajevo?. La ciudad es el punto de mira del polvorín de los Balcanes. Cuatro años antes el propio emperador sufre un atentado en las calles de Sarajevo, y doce días después desde el mismo lugar que Gavrilo Princip dispara, es tiroteado el gobernador de Bosnia. A ambos, el emperador y el gobernador, les salva la caualidad o la mala puntería. Pero a la tercera va la vencida. El impacto en el animo del emperador no fue gran cosa << No se puede desafiar con impunidad al Todopoderoso>> .
Cuestion aparte fue el carácter defensivo de las alianzas establecidas. Si bien por una parte aseguraban a ambos bloques sobr el ataque respectivo, nada se dijo en los tratados sobre las ulteriores alianzas de las naciones signatarias con potencias menores. Esta omisión, considerada intrascendente, habría de revelarse con fatales consecuencias. El caso de la pugna de Servia con el imperio austro-húngaro fue el detonante mas característico. La enemista serbo-imperial,unido al proteccionista del imperio zarista de todas las naciones eslavas, jugando a madre del paneslavismo balcánico habría de convertirse en el detonante que llevo a la crisis de Sarajevo con las consecuencias que todos conocemos.
A fin de cuentas, la Historia ironizo con una situacion donde las grandes potencias habían asegurado su mutua defensa en bloques, pero en modo alguno, se habían establecido controles y garantías sobre las pequeñas aliadas, que sobredimensionadas en importancia por sus aliados y hermanos mayores respectivos, tendieron a agitar el avispero de los Balcanes.
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