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jueves, 30 de septiembre de 2010

LIBERALISMO ECONÓMICO

LIBERALISMO ECONÓMICO


Adam Smith.
El inicio del liberalismo económico está en su lucha contra el sistema económico político absolutista. Con su habitual agudeza Voltaire reivindica la virtud del empresario contra la nobleza ociosa en estos términos: «el negociante oye hablar tan a menudo con desprecio de su profesión que es lo suficientemente tonto como para enrojecer de ella. No sé, empero, quién es más útil a un Estado, un señor bien empolvado que precisamente a qué hora el rey se levanta, a qué hora se acuesta, y que se da aire de grandeza haciendo el papel de esclavo en la antecámara de un ministro, o un negocio que enriquece a su país, desde su despacho dando órdenes a Surate y al Cairo contribuye a la felicidad del mundo.»
También tuvieron que luchar contra las teorías mercantilistas que defendían regulación de la economía por el Estado. La libertad económica tiene su base en el conocimiento de la realidad que sólo los empresarios y comerciantes tienen.
Durante la primera fase de la Revolución Industrial el liberalismo político define un modelo de Estado; una teoría similar trata de definir un modelo de economía. Se considera a Adam Smith con su obra La riqueza de las naciones(1776), como el fundador del liberalismo económico y el iniciador del período de los llamados economistas clásicos. El propósito de Smith, como el de los fisiócratas y los mercantilistas, era descubrir el procedimiento de enriquecer al Estado, como demuestra su título, pero llega al convencimiento de que es condición previa el enriquecimiento de los individuos, y éste es el meollo de su obra: “Cuando uno trabaja para sí mismo sirve a la sociedad con más eficacia que si trabaja para el interés social”, es su axioma de la armonía entre el interés particular y el general.
Adam Smith es el gran panegirista de la libertad económica; para él es inútil la intervención del Estado, que habían predicado los mercantilistas; el orden se establece por sí mismo, por el juego de la oferta y la demanda. Si un producto es solicitado sube el precio y se favorece su elaboración, con lo que todo vendedor es retribuido según la importancia de los servicios que presta; la actividad concurrente garantiza el orden, la justicia y el progreso de la sociedad.
La llamada doctrina del laissez faire llena una etapa del pensamiento y de la actividad económica. En su base se esconde una glorificación de la libertad: el mercado se regula por libre concurrencia, el trabajador elige libremente su trabajo, la mano de obra se desplaza libremente, el contrato de trabajo es un acuerdo libre entre patronos y obreros.
El papel del Estado se reduce a defender la libertad de una actividad económica autónoma de cualquier regulación política. Los críticos de la escuela clásica distinguieron, como Sismondi, entre la libertad teórica y la real, que suponía igualdad.
Una característica del liberalismo económico es la que indica al Estado que debe «dejar hacer, dejar pasar» es decir no intervenir. El mayor abanderado de esta idea m Bentharn: «el gobierno no puede hacer nada mas que lo que podría hacer para aumentar el deseo de comer y de beber. Su intervención es perfectamente inútil.»” y agrega: «Los impuestos no deben tener otro objeto que su objeto directo: el de producir una renta disminuyendo el gravamen tanto cuanto sea posible. Cuando se quiere hacerlos servir como medios indirectos del estímulo o de restricción para tal o cual especie de industria, el gobierno, como lo hemos visto ya, no consigue mas que desviar el curso natural del comercio y dar la dirección menos ventajosa a los negocios.» ~
¿Cómo es que esta libertad económica absoluta puede regular la economía de una Nación? Mediante la ley de la oferta y la demanda que los liberales clásicos consideran una ley natural, como la que regula el ciclo de las estaciones o la ley de la gravedad. Cuando un producto es demandado por la gente en cantidades superiores a las existentes el precio sube. Al subir algunos compradores se retraen y destinan su dinero a otros productos. Al ver esos precios más altos, los poseedores del capital invierten en producir esa mercadería que ahora se ha vuelto muy rentable y por su competencia hacen que el precio baje. De esa manera la ley de la oferta y la demanda no sólo regula el precio de las mercaderías sino que reasigna el uso de los capitales y la mano de obra a aquellos que más demandan los consumidores Cuando el Estado interviene fijando el precio de un producto, o colocando impuestos diferenciales a determinadas mercadería, destruye ese equilibrio natural y determinados productos sobrarán y otros escasearán. Cada vez que se fijan precios máximos, se produce desabastecimiento.
Las leyes del mercado, basadas en el juego de la oferta y la demanda, son la mano invisible que rige el mundo económico y a la larga equilibran la producción y el consumo de los diversos artículos. Toda barrera artificial, incluso entre las naciones, que dificulte las leyes de mercado, debe ser abolida; se postula el incremento del comercio internacional, principio que casa perfectamente con las necesidades de las potencias industriales.
Para decirlo en términos más modernos, el Estado se debería limitar a mantener el orden y hacer cumplir los contratos que las partes firmen libremente. Todo lo demás debería quedar librado a las leyes de la economía. Cada individuo deberá trabajar y ahorrar para educar a sus hijos, para enfrentar enfermedades y accidentes, y para mantenerse en la vejez y la invalidez.
Se considera factor imprescindible del desarrollo la acumulación de capital, al que se exalta como rector y benefactor de la sociedad. Adam Smith escribe: “La industriosidad de la sociedad sólo puede aumentar en proporción al aumento de su capital”. De esta forma la doctrina del beneficio ilimitado queda canonizada.
El pensamiento liberal centra su preocupación en la trilogía ganancia, ahorro, capital. El interés individual y el social coinciden siempre, asegura Adam Smith; más lejos llega Malthus cuando condena la asistencia a los desvalidos por ser perjudicial para la sociedad; la felicidad general no sería posible “si el principio motor de la conducta fuera la benevolencia”.
La ideología del liberalismo económico favoreció el proceso de industrialización, la creación de mercados mundiales, la acumulación de capitales, el surgimiento de empresas gigantescas, dimensiones todas que se reflejan en la segunda fase de la Revolución Industrial; pero separó la ética de la economía y se despreocupó de los problemas sociales de la industrialización.
Individualismo Económico: Cada individuo en particular pone todo su cuidado en buscar el medio más oportuno de emplear con mayor ventaja el capital de que puede disponer. Lo que desde luego se propone es su propio interés, no el de la sociedad en común: pero estos mismos esfuerzos hacia su propia ventaja le inclinan a preferir, sin premeditación suya, el empleo más útil a la sociedad como tal (...).
Todo sistema de preferencia extraordinaria o de restricción, se debe mirar como proscrito, para que de su propio movimiento se establezca el simple y obvio de la libertad labrantil, mercantil y manufacturante.
Todo hombre, con tal que no viole las leyes de la justicia, debe quedar perfectamente libre para abrazar el medio que mejor le parezca para buscar su modo de vivir y sus intereses; y que puedan salir sus producciones a competir con las de cualquier otro individuo de la naturaleza humana.

Ideas Básicas del Liberalismo Económico:
Para los fisiócratas el origen de la riqueza de un estado es la tierra y su explotación, para los mercantilistas el origen de la riqueza en la exportación (venta) de su producción y la acumulación de capital y para los liberales el origen de la riqueza es el trabajo.
Afirma que el hombre busca el reconocimiento social, y que además es un ser ambicioso y egoísta, que desea crecer y progresar para lograr un bienestar. Pero no puede lograrlo individualmente por lo que se relaciona socialmente tratando de obtener mercancías que algunos de sus semejantes ya poseen. Para ello agudiza su ingenio y usa su talento y conocimiento para producir otras mercancías que a otros les puede interesar y así poder intercambiarlas o venderlas. Nace de esta manera el mercado comercial.
Para producir esas mercancías debe trabajar, por lo tanto el origen del progreso económico es el trabajo.
Debe fabricar gran cantidad de esos productos para obtener mayores ganancias y de esta manera deber organizar el trabajo, lo que obliga a la eficiencia y productividad.
El salario es lo que paga a un obrero por su trabajo y la ganancia es lo que obtiene de la venta de los productos fabricados.
La cantidad de trabajo que se emplea para producir un producto es el precio natural o el precio mismo. La ley de oferta y demanda determina el precio efectivo de ese producto. El mercado se auto-regula de forma transparente , es "como una mano invisible" que va acomodando los precios de las mercancías en venta.
La acumulación de esa ganancia es el motor del capitalismo que lleva al progreso de la sociedad. Buscando el propio bienestar va construyendo una sociedad mejor.
Para que el sistema funcione es fundamental que la sociedad esté ordenada y en armonía y el Estado debe garantizar ese orden mediante una Constitución.
El Estado no debe intervenir en la economía, "dejar hacer, dejar pasar", producir y exportar sin barreras y regulaciones.

Thomas Robert Malthus (1766-1834) fue un economista británico, clérigo y demógrafo, que estudió en el Jesus College, de la Universidad de Cambridge. Malthus ofició en la parroquia de Albury, en Surrey, en 1798, cargo que desempeñó muy poco tiempo. De 1805 hasta su muerte fue catedrático de Economía Política e Historia Moderna en el colegio de la East India Company en Haileybury.
Malthus fue educado según los principios pedagógicos de Jean-Jacques Rousseau, de quien su padre era íntimo amigo, completó sus estudios en el Jesus College de Cambridge. Después de graduarse en filosofía y teología, fue ordenado pastor anglicano y estuvo durante un tiempo al frente de la parroquia de Albury. En 1793 fue designado miembro del equipo de dirección del Jesus College, puesto al que tuvo que renunciar en 1804 al contraer matrimonio. Por esas mismas fechas, la Compañía de las Indias Orientales fundó en Haileybury una nueva institución universitaria destinada a formar a los funcionarios que después servirían a Inglaterra en destinos de ultramar; allí ejerció Malthus como profesor de economía desde 1805 hasta su muerte.
En 1798, influido por las tesis de Adam Smith y David Hume, publicó de forma anónima su célebre Ensayo sobre el principio de población. Sin embargo, dada la polémica suscitada por la obra, en 1804 aparecería una edición ampliada y corregida, esta vez firmada por el autor. En ella incorporó, como confirmación de sus teorías demográficas, los datos y observaciones obtenidos durante sus viajes por Rusia, los países nórdicos, Francia y Suiza.
La principal contribución de Malthus a la economía fue su teoría de la población, publicada en su libro Ensayo sobre el principio de la población (1798). Según Malthus, la población tiende a crecer más rápidamente que la oferta de alimentos disponible para sus necesidades. Cuando se produce un aumento de la producción de alimentos superior al crecimiento de la población, se estimula la tasa de crecimiento; por otro lado, si la población aumenta demasiado en relación a la producción de alimentos, el crecimiento se frena debido a las hambrunas, las enfermedades y las guerras.
La teoría de Malthus contradecía la creencia optimista, prevaleciente en el siglo XIX, según la cual la fertilidad de una sociedad acarrearía el progreso económico. Logró bastante apoyo y fue muchas veces utilizada como argumento en contra de los esfuerzos que pretendían mejorar las condiciones de los pobres.
Los escritos de Malthus animaron a que se produjeran los primeros estudios demográficos sistemáticos. También influyeron sobre los economistas posteriores, particularmente en David Ricardo, cuya "ley de hierro de los salarios" y su teoría de la distribución de la riqueza incluían algunos elementos de los planteamientos de Malthus. Entre los demás trabajos de Malthus se incluyen Investigación sobre la naturaleza y progreso de la renta (1815) y Principios de Economía Política (1820).


David Ricardo.

Su entrada a la teoría económica fue por una situación casual. En 1799, con 27 años, mientras pasaba una temporada en un centro termal, se encontró con una copia de La riqueza de las naciones, de Adam Smith. La lectura de este libro lo impactó y lo convirtió, como muchos otros en aquel tiempo, en un convencido seguidor de Smith.

Su formación económica fue autodidacta y tardía, y se remitió principalmente a la lectura de la obra fundamental de Smith. A partir de entonces, Ricardo, junto a su actividad comercial, escribió en forma permanente artículos económicos en la prensa inglesa. Años más tarde, cuando ya estaba retirado de sus actividades profesionales, sus amigos lo animaron a escribir un libro para formalizar su concepción económica. Fue así como surgió su gran obra, Principios de economía política y tributación (1817), un libro relativamente breve, aunque complejo de leer, que contiene probablemente la formulación más sistemática y coherente de todo el pensamiento económico clásico.

Una ventana al comercio internacional

La principal característica del sistema analítico de Ricardo es que generaba conclusiones fundamentales basadas en pocos principios básicos.

David Ricardo fue capaz de llevar a plenitud el cuerpo doctrinal de la economía clásica. Así, por ejemplo, fue un convencido del laissez faire.

En general, este autor fue esencialmente un pensador práctico, ya que ante todo se caracterizó por ser un hombre de negocios. Su aporte teórico siempre hizo referencia al mundo de su época, el que conocía muy bien. A diferencia de A. Smith, en cuyos trabajos se apoyó, Ricardo se ocupó sólo en segunda instancia de averiguar las causas del crecimiento económico del país.

David Ricardo desarrolló su teoría del comercio internacional, estableciendo de forma explícita, que a un país le conviene concentrarse en elaborar aquellas mercancías en las que tiene ventajas comparativas.

Con esta teoría argumentó de manera convincente a favor del librecambismo y propició la abolición de las "Corn Laws" (Leyes de granos) británicas. Estas disposiciones buscaban proteger la agricultura nacional inglesa contra las importaciones extranjeras de grano. Según Ricardo, este mecanismo proteccionista contribuía a enriquecer a los terratenientes -quienes dominaban el Parlamento y la vida política- a costa del bienestar del país.

Toda la teoría de David Ricardo se cimenta en la "ley de los rendimientos decrecientes". Esta ley, establecida por Malthus, dice que en la medida que se intensifica la mano de obra o el capital, su rendimiento va siendo cada vez menor. En este panorama ricardiano, la razón humana sólo podía adoptar una postura pasiva: adaptarse a las exigencias de esa ley.

De los rendimientos decrecientes se deriva una de las principales y más controvertidas teorías de este autor. Ricardo planteó lo que para él era una gran paradoja: la consecuencia del crecimiento económico es que se irían reduciendo los márgenes de ganancia de las empresas, hasta llegar a ser prácticamente cero. Aquí se produciría el fin del crecimiento y se llegaría a un estado estacionario. Por lo tanto, tarde o temprano, el crecimiento económico terminaría debido a la escasez de recursos naturales.

La paradoja era que el resultado del crecimiento económico a la larga sería el estancamiento. Este planteamiento tuvo una gran trascendencia para la historia, principalmente porque Karl Marx lo hizo suyo y lo convirtió en un pilar para demostrar por qué el capitalismo se terminaría autodestruyendo.

Otra idea novedosa de Ricardo fue su teoría del valor, que se conoce como la "teoría del valor-trabajo". El resultado de su análisis concluyó que los precios relativos de la gran mayoría de los bienes se determinan por la cantidad de trabajo utilizado en su producción, y no por su escasez o por la utilidad que el bien reporta. Ésta fue una gran contribución a la economía, y generó discusión por muchos años.

Friedrich List

Economista alemán (Reutlingen, Württemberg, 1789 - Kufstein, Austria, 1846). Inició su vida pública como defensor ardiente de las ideas liberales procedentes de la Revolución francesa. Fue diputado en Württemberg desde 1820; pero sus críticas al régimen de aquel Estado alemán le llevaron a ser encarcelado en 1822.
Liberado en 1824, se exilió en los Estados Unidos, tierra de promisión para los liberales europeos de la época; allí se hizo rico explotando minas de carbón y, al mismo tiempo, maduró su pensamiento económico proteccionista observando el desarrollo de la economía norteamericana. Regresó a Alemania en 1830 como cónsul de Estados Unidos en Hamburgo y desplegó una intensa campaña propagandística en defensa de un modelo de nacionalismo económico consistente en poner las bases para un mercado nacional alemán.
Sus ideas empezaron a tomar forma cuando se inició la construcción de una red ferroviaria alemana centralizada en Berlín (desde 1833); y se hicieron realidad cuando, en 1834, se concertó la Unión Aduanera (Zollverein) de los diversos Estados en que se hallaba dividida políticamente Alemania, a fin de formar un único mercado que, protegido de la competencia exterior por fuertes barreras aduaneras, sirviera de cimiento para el desarrollo industrial del país.
Fue en Estados Unidos donde obtuvo la inspiración a partir de un estudio de Alexander Hamilton (el mismo del anverso del billete de 10 dólares), que lo llevó a la economía y a sus visiones englobadas en el llamado "Sistema Nacional". Impresionado por el crecimiento de Estados Unidos insistió con firmeza por la extensión del sistema de ferrocarriles en Alemania y por el establecimiento de un sistema de integración y cooperación económica (el Zollverein) que unificó económicamente a su país.
Sus últimos días fueron desafortunados. Perdió muchas de sus propiedades en Estados Unidos en una crisis financiera, la enfermedad lo invadió y se quitó la vida el 30 de noviembre de 1846.
List protestó particularmente contra el principio cosmopolita en la economía contemporánea y contra la doctrina absoluta del libre comercio, que armonizaba con ese principio. Daba preeminencia a la idea nacional e insistía en los requisitos especiales de cada nación dadas sus circunstancias particulares y especialmente el grado de su desarrollo al tiempo que cuestionaba públicamente la sinceridad de los llamados al libre comercio de las naciones desarrolladas en general y de Inglaterra en particular:
Decía List: “Cualquier nación que por medio de impuestos proteccionistas y restricciones a la navegación ha alzado su capacidad manufacturera y su navegación a tal nivel de desarrollo que ninguna otra nación puede sostener la libre competencia con ella, no puede hacer nada más sabio que tirar estas escaleras de su grandeza, y declarar en tonos penitentes que hasta aquí ha andado por caminos errados, y ahora por primera vez ha triunfado en descubrir la verdad”.
List constituye uno de los pensadores económicos de mayor actualidad ya que bien podríamos afirmar que el comercio internacional se caracteriza más por el proteccionismo que por el libre cambio. Vivimos en nuestros días en un mundo comercial forjado a imagen y semejanza de List y no de los clásicos liberales aunque estos tengan mayor popularidad y reconocimiento que aquel.

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